6. Todo por caprichos.

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S E I S

DANIEL RICHMOND.

26 de agosto de 2019.

La luz de la habitación me cegó, me dolía todo, todo, todo, todo. Sentía punzadas horrorosas en mi abdomen, mi cuello se sentía tieso, mi cuerpo me pesaba y tenía la boca seca. Dios, necesitaba agua.

El dolor en mi abdomen se intensificó a lo que me quejé en voz baja, miré la causa. Era Brice, estaba serio sin ninguna pizca de humor.

—¿En serio? ¿Rosas rojas? —reclamó.

Oh, oh.

Volví a cerrar los ojos. Traté de mojar mis labios agrietados, pero no había saliva. Me volví a quejar cuando volvió a apretarme mi costado. El hijo de puta presionaba sus dedos ahí.

—¿Qué? —susurré con voz inaudible.

—Explícame, ¿por qué te presté mi camioneta para que te fueras a follar con otra y no para lo importante?

Ah, eso.

—Se me salió de las manos —volví a susurrar.

Necesitaba agua, mi garganta quemaba por falta de ese líquido que deseaba.

—No, lo que se te salió fue la polla que enterraste en otra mujer. —Negó con la cabeza—. ¿Unas rosas iban a cubrir tu estupidez? —Ahora fui yo el que negué con el dedo—. Pues eso parecía. Siempre me embarras en tus mierdas... Odette no se merece eso —murmuró lo último.

Nadie...

—No me quiero casar —confesé.

—¿Y por eso le eres infiel? Vale, pues qué estúpido eres. —Arrugó el ceño y adquirió un aura pensativa—. Hace un año dijiste que cortarías con ella. Daniel, te vi tan convencido de ello como ahora, que supe que de verdad lo querías, pero... No pasó. Odette se intentó suicidar —añadió en voz baja—, ¿fue por eso?

Me callé.

Recordé aquella llamada de su mejor amiga, advirtiéndome sobre su estado. La culpa estaba ahí, metiéndose en mis pensamientos e inconscientemente sentí la necesidad de mantenerla con vida. Aunque... Aunque no fuera una idea que me emocionaba.

Todo por caprichos.

—Eso es enfermo —volvió a hablar. Lo ignoré.

—Déjame en paz.

—Yo no quiero verte mal, eres como mi hermano. Bueno, ya estás mal —admitió mirando mi estado—, pero no quiero que te pase... ya sabes, eso.

¿Mi claustrofobia? ¿Mis jaquecas? Ah... Ya.

—Brice, a este punto ya estoy jodido, cosas más o cosas menos no harán la diferencia —hablé con dificultad.

Mierda, de verdad necesitaba un poco de agua.

—Bueno, esperaré —murmuró y se quedó pensando.

Ya no quería hablar, sentía que se me iba a quebrar algo en la garganta, como si hubiera comido vidrios.

—Esperaré, ¡a que venga el bendito karma por ti! —gritó.

—¿Qué?

Ahora se levantó enojado y descargó todo en mí. Mientras yo no podía defenderme porque se sentía horrible siquiera intentarlo.

—No me importa la camioneta, me importa que te comportes como un crío puberto que solo piensa con la polla. —reclamó—. Independientemente de lo enferma que es tu relación con Odette, no tenías por qué serle infiel, realmente te olvidaste de ella como si fuera nada. Estoy completamente seguro que eso pasó y seguramente, la chica no sabía nada.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora