14. No se puede con tanto nombre.

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C A T O R C E

DANIEL RICHMOND.

30 de octubre de 2019.

Estaba sentado frente a su escritorio esperándola. Ayer pensaba una y otra vez en mandarle por mensaje sobre la propuesta, pero preferí decírselo en persona.

La puerta se abrió dando paso a su presencia. Apenas me vio, frunció el ceño y se giró mirando la manija de su puerta verificando que estuviera bien. Cerró y abrió con la llave varias veces y, en realidad, la puerta estaba bien.

—¿Cómo entraste si tenía pestillo? —quiso averiguar.

Me encogí de hombros sin querer revelarle.

—Una vez que aprendes algo, nunca se te olvida.

Suspiró y por fin, se sentó frente a mí. Me ignoraba como siempre, ya no me estresaba porque así podía mirarla con más detalle.

¿Qué tanto sabía ella para llegar a la verdad de Odette y Abigail?

—¿Qué quieres? ¿Por qué interrumpes mi paz?

—¿Siempre eres así de agradable o solo conmigo?

—Ok, te voy a sacar de mi oficina si no me dices qué carajo quieres. ¿En qué problema te metiste ahora, Daniel Richmond? —me preguntó seria dejando a un lado los papeles que había traído consigo.

Y seguía diciendo mi nombre de esa forma...

Tengo que poder.

Tengo que poder, sí.

—Es sobre lo que me pediste hace un tiempo. —Alzó la ceja esperando más información—. Sobre Dagmar Ruri2k, Matthew... Yo...

—Ajá, culpar a Dagmar, ¿qué tiene?

—Pues ya te tengo noticias, pero...

—Pero... —secundó.

¡No puedo, no podía!

Alguien le llamó a su teléfono de la oficina y contestó.

—Habla Beaumont. —Escuchó lo que decía aquella persona al otro lado—. ¿Tengo que estar presente? —Parece que la respuesta no le gustó porque rodó los ojos—. Ya que, voy para allá.

Colgó y tomó sus cosas.

—Espera, espera, ¿a dónde vas?

—Qué te importa.

—¿Vas a tardar mucho?

—¿Es muy importante lo que me dirás?

Asentí continuamente. Expulsó aire por la nariz e hizo una mueca de molestia.

—En mi pent-house, hoy en la noche. Si tardas mucho le voy a decir al de seguridad que eres un acosador para que te saquen. —Cuando estaba por salir, recordó lo más importante—. Ah, yo te mandó la dirección con Fauvel.

Ok..., pero ¿Por qué Brice tendría la dirección de Eliana cuando jamás interactúan con más de cuatro palabras?

Mierda, parezco un puberto hormonal.

Sí, no lo niego.

[***]

Lo primero que vi cuando el ascensor se abrió fue una recepción. Una recepción propia de su pent-house. Yo solo pensaba en el dinero que debió de haber gastado en todo eso.

Lo gracioso de todo esto es que el departamento, dónde hace menos de tres meses yo vivía con Brice, está en el edificio de enfrente. Ya veo porque nunca tenía tantas quejas con su servicio, todo era lujo, demasiado sofisticado para alguien tan pobre como yo.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora