S E S E N T A
DANIEL RICHMOND.
8 de febrero de 2020.
Todo el mundo comía en silencio, yo ni siquiera había probado un bocado, fingía que lo hacía moviendo la comida de un lado a otro.
—Daniel, tienes que comer —habló mamá cerca de mí.
Me tomé el vaso de agua y me levanté de la silla.
—No tengo hambre, me siento cansado. Dormiré un rato.
No esperé que me reprochara o se pusiera a hablar letanías. Solo llegué a mi habitación y me encerré. Me acosté boca arriba en la cama y volví a fingir que el techo era interesante como anoche.
Ni siquiera podía parpadear sin tener la imagen de unas de esas tres mujeres tan inolvidables. Abigail, me hacía doler mi corazón, Odette, me hacía doler mi mente y... Ella, hacía ambas cosas al mismo tiempo, mi corazón brincaba de alegría y mi mente me gritaba que no existía tal persona.
Alguien tocó la puerta.
—Daniel —me nombraron—, Brice me mandó a decirte que vendrá dice que quiere hablar contigo de algo serio —informó mi hermana detrás de la puerta.
Ay, Brice.
Toqué mi cuello pensando que encontraría el collar. Por un segundo me asusté de no sentirlo, mis propios pensamientos me dieron la respuesta al recordar que anoche me lo quité para dormir. No me acordaba.
A decir verdad, no recordaba que pasó ayer en la mañana en la central, es decir, no había motivo para que yo estuviera ahí y justo en la sala de reuniones donde pasó eso que desearía olvidar.
Abrí mi mesita de noche y no sé si es porque todavía estaba enojado, pero literalmente el cajón entero salió de su lugar haciendo que todo se cayera. Recogí todo sin muchas ganas.
Me quedé quieto observando dos sobres en blanco, ambos decían "Para: Daniel Richmond". Leí primero el sobre con la letra de Odette, ese que Elia... No, no, no, solo la carta de Odette es importante.
Daniel:
Cuando leas esto estaré miles de kilómetros lejos de ti y tengo que confesar que estoy aterrada de estar sola, no me imagino una vida donde no estemos nosotros juntos y daría lo que fuera por ser ellas, porque ellas se adueñaron de tu corazón.
Sé que las cosas que le hice a Abigail no tienen justificación, pero lo hice por ti. Todos dicen que eso es aún peor. Nadie sabe ni entiende lo que siento y me he cansado de intentar explicarlo, lo único que quería era que me amaras, quería ser tu prioridad o como tantas veces me dijiste, ser tu refugio.
Y ella, Eliana, ha llegado de improviso. Le has puesto toda tu atención desde el primer segundo cuando yo estuve a tu lado, cuando yo te rogaba por tenerla. No podía dejar que pasara algo y eso solo hacía que te quisiera más cerca de mí.
Sé que todo lo hice mal, que nada debió de ser así y que te forcé a estar conmigo, pero Abigail ya había tenido muchas cosas en su vida que debían de ser mías, me pareció justo tener algo suyo. Yo te quería cuando estabas con ella, no cuando me ignorabas o fingías que era interesante mi conversación.
Nunca logré ser ella por más que te hablara de vinilos, por más que intenté ondularme el cabello como ella, por más que utilicé vestido floreados e incluso sombreros, no pude.
Ahora lejos de ti me doy cuenta de que no soy nadie.
No sé qué decir cuando me pregunten quién es Odette Fitz o el nombre que me impondrán. Solo sé que me gusta pintar, específicamente, amo pintarte... Así que no sé si realmente me gusta o es porque te puedo tener en óleo.
ESTÁS LEYENDO
El misterio de un amor | Nueva versión
RandomNuestro alrededor a veces nos da señales de cosas que no vemos a simple vista, pero eso no quiere decir que no nos sucederán en un futuro. Ellos vivían en su burbuja. Un amor único, demasiado melosos. Su matrimonio era lo que los unía, junto... al...