22. Muñequita (parte 1)

8 0 0
                                    

V E I N T I D O S

ELIANA BEAUMONT

8 de noviembre de 2019.

Me tomé mi última copa de refresco y me levanté en el momento justo cuando Odette apareció de nuevo... Sola. Se limpiaba las manos en su vestido y tenía parte de su maquillaje corrido. Travis parecía un animal cuando llegó a ella y la jaló del brazo.

Miré a Dawson y ella asintió, decidida, fue el momento de acercarme a los esposos con una sonrisa.

—Hey, no había podido acercarme para felicitarlos —abracé a Odette durante un largo tiempo—. Vengo con él —le susurré.

Cuando me separé de ella, me analizaba de pies a cabeza, su mirada decayó volviéndose tristeza e intentó disimularla con una sonrisa tímida.

Al regresar mi vista a Travis, no me sorprendió ver a Daniel caminando directamente hacía él con un bate de béisbol —que decía 'Leones'— en la mano, apretándolo con furia y su mirada... era indescriptible. Odette también lo vio y solo desvió la mirada hacia otro lado.

Ella sabía lo que iba a pasar.

—Bueno, Travis no fue un placer conocerte.

Arrugó el ceño sin entender.

—Hey..., Travis Linford —pronunció Daniel con una lentitud siniestra—. Espero te quepan tus bolas en la boca, maldito hijo de perra.

Y nos cayó encima el caos.

Dawson me lanzó una subametralladora, al mismo tiempo que volcaba la mesa donde estaba. Empujé a Odette hacia la mesa por protección y se refugió ahí, mientras tanto Dawson, Eagle y yo disparábamos hacia arriba en los palcos y hacia los pasillos del primer piso.

A Brice le dimos un curso super rápido de cómo utilizar un arma, le dimos una, aunque Eagle se mantenía a lado de él para cubrirlo. Dawson cuidaba a Odette y yo estaba de pie a un lado de Daniel cubriéndolo.

Y Daniel, estaba destrozando a Travis Linford de una forma no linda ni sutil.

Me hubiera gustado tener el tiempo para admirar por más tiempo como le golpeaba una y otra vez con el bate; aquel artefacto perdió protagonismo cuando Daniel decidió que utilizaría sus propias manos. La sangre llegó a salpicar mis tacones. Era poco probable que siguiera vivo, pero no creía que él le dejara el camino tan fácil al infierno.

Sí, Daniel nunca mintió cuando dijo que era una bestia.

Se quedó un momento respirando con dificultad, mantenía sus manos en puños, la sangre goteaba de ellas, incluso tenía algunas gotas de sangre en su cara.

Miré también que Brown había llegado al segundo piso, pero sabía que no iba a poder solo, eran bastantes hombres.

Nadie iba a proteger ni cuidar mejor a Daniel que yo..., aun así, tenía que dejarlo solo. Miré hacia Dawson y a Odette, una manteniéndolas a salvo y la otra envuelta de miedo.

Una muñequita en peligro que cualquier bestia lo suficientemente sedienta de sangre quisiera proteger.

—¡Dawson! —la llamé—. Me lo cuidas —hice un movimiento con mi cabeza haciendo referencia a Dan—, y a Odette también.

Lo último que escuché, fue a Daniel susurrándole algo a Travis, algo que no logré escuchar y supe que siempre se trataría de Odette. Por dios, destrozó a un hombre por ella, ¿qué más no haría?

Eso dejaba un mal sabor de boca en mí, por alguna razón, me molestó y me desquité con cada hombre que me encontré. Uno a uno caía. Golpes, patadas, balas y maniobras hacían que se volvieran nada en comparación conmigo.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora