ANOCHE
CEMENTERIO DE MERIT
A Sydney empezaban a dolerle los brazos de tanto levantar la pala, pero por
primera vez en un año, no tenía frío. Le ardían las mejillas, el sudor le mojaba el
abrigo y se sentía viva.
En lo que a ella respectaba, eso era lo único bueno de desenterrar un cadáver.
—¿No podríamos hacer otra cosa? —preguntó, apoyándose en la pala.
Ya conocía la respuesta de Victor, presentía que su paciencia estaba
agotándose, pero aun así tenía que preguntárselo porque preguntar era hablar, y
hablar era lo único que la distraía del hecho de que estaba de pie encima de un
cadáver, cavando hacia él en lugar de alejarse.
—Hay que enviar el mensaje —respondió Victor, sin dejar de cavar.
—Bueno, entonces tal vez podríamos enviar un mensaje diferente —sugirió
por lo bajo.
—Hay que hacerlo, Syd —dijo Victor por fin, levantando la vista—. Así que
intenta pensar en algo agradable.
Sydney suspiró y empezó a cavar otra vez. Algunas paladas después, se
detuvo. Casi tenía miedo de hacer la pregunta.
—¿Y tú, en qué estás pensando, Victor?
Él la miró con una sonrisa leve, peligrosa.
—Estoy pensando en lo preciosa que está la noche.
Ambos sabían que no era cierto, pero Sydney decidió que prefería no saber la
verdad.Victor no estaba pensando en el tiempo.
Apenas sentía el frío a través del abrigo. Estaba demasiado ocupado intentando
imaginar la expresión de Eli cuando le llegara el mensaje. Intentando imaginar la
conmoción, la ira, y entrelazado con todo eso, el miedo. Miedo porque solo
podía significar una cosa.
Victor había salido. Victor era libre.
Y Victor iba a buscarlo… tal como había jurado hacerlo.
Hundió la pala en la tierra fría con un golpe reconfortante.
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Una obsesión perversa
Teen FictionVíctor y Eli eran dos estudiantes universitarios brillantes pero arrogantes que reconocían, el uno en el otro, la misma agudeza y la misma ambición. En el último año de su carrera, el interés compartido por la adrenalina, las experiencias cercanas a...