HACE DOS DÍAS
EL HOTEL ESQUIRE
Sydney vio que el rostro de Victor se crispaba. Seguramente estaba soñando.
Era tarde. Más allá de los ventanales, la noche estaba oscura, o tan oscura
como podía estarlo en una ciudad como esa. Se puso de pie y se desperezó, y
estaba a punto de volver a la cama cuando vio la página del periódico, y todo en
ella se heló.
El artículo estaba abierto junto a Victor, en el sofá. Lo primero que le llamó la
atención fueron las gruesas franjas negras, pero lo que la retuvo fue la fotografía
que estaba debajo. Sintió que se ahogaba, otra vez —que Serena la llamaba
desde el patio, con una cesta de pícnic colgada del codo de su abrigo, diciéndole
que se diera prisa, o el hielo estaría todo derretido, y lo estaba, debajo de aquella
frágil capa de escarcha y nieve—, pero cuando cerró los ojos con fuerza, lo que
la encerraba no era el agua semicongelada del lago, sino el recuerdo del campo
un año más tarde, la extensión de césped helado, el cadáver y su hermana
alentándola, y luego el sonido del disparo resonando en sus oídos.
Dos días diferentes, dos muertes diferentes, superpuestas, girando como en un
remolino. Parpadeó para alejar ambos recuerdos, pero la foto seguía allí,
mirándola fijamente, y no lograba apartar la mirada, y sin darse cuenta de lo que
hacía, su mano se extendió, más allá de Victor, hacia el periódico y el hombre
sonriente que estaba en la portada.
Todo ocurrió con rapidez.
Sus dedos se cerraron sobre la página del periódico, pero al levantarla, su
antebrazo rozó la rodilla de Victor, y antes de que ella alcanzara a apartarse o
cambiar de posición, él se lanzó hacia adelante con ojos abiertos pero vacíos, y
su mano atrapó la pequeña cintura de Sydney como una morsa. Sin previo aviso,
el dolor subió por su brazo y recorrió su cuerpo menudo como una oleada. Era
peor que ahogarse, peor que recibir un balazo, peor que cualquier cosa que
hubiera sentido jamás. Era como si cada uno de sus nervios estuviera
destrozándose, y Sydney hizo lo único que podía hacer.
Gritó.
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Una obsesión perversa
Teen FictionVíctor y Eli eran dos estudiantes universitarios brillantes pero arrogantes que reconocían, el uno en el otro, la misma agudeza y la misma ambición. En el último año de su carrera, el interés compartido por la adrenalina, las experiencias cercanas a...