Cap.47

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Capítulo cuarentaisiete.

Guardamos toda la ropa en apenas dos maletas, lo cual era poco considerado con el guardarropa que utilizaba tanto para salir como para trabajar.

-Ya está-le dio un golpecito a la maleta-. Tienes más ropa que una mujer, Grey.

-Eso se debe a que soy un hombre muy trabajador.

Sonrió burlona.

-Oh, desde luego.

Tomé ambas maletas y le indiqué que era hora de marcharnos. Se colgó de mi cuello, como una niña a la que acaban de darle su helado favorito. Ella tropezó y tuve que presionarla contra mí para que no callera. Abrió los ojos como plato al ver que la foto del buró caía al suelo, rompiéndose.

-Uh, perdona -se mordió el labio-. No era mi intención.

Puse los ojos en blanco.

-Camina, mujer.

Pero ella se arrodilló para recoger el cristal roto.

-Deja eso, nena. Voy a contratar a alguien para que recoja este lugar.

Ella extendió algo plateado y pequeño. Una llave.

- ¿Guardas una llave en el marco de una foto? -soltó una risilla-. Uh, esto suena secreto.

Le sonreí burlón.

-Es la llave de un cuarto misterioso que papá no quiere que abra -le guiñé el ojo-. ¿Entramos?

-Por supuesto que no, Ted.

-Entonces vámonos ya, mujer. ¿Para qué le das importancia a una llave?

Amanda agitó los hombros. Salimos de la habitación. En medio del pasillo me detuve cuando una loca idea me cruzó por la mente.

-Ya que hablamos de ese cuarto misterioso, voy a revisar que esté cerrado. ¿Me acompañas?

Amanda asintió. Caminamos por el pasillo hacia una puerta que da a unas escaleras. Subimos al pasillo de arriba y luego giramos a la derecha. La puerta pareció estar cerrada. Amanda giró la cerradora. Cerrada. Alzó la mano donde aún tenía la llave.

- ¿Dónde la guardo? -preguntó.

-Ponla en uno de mis bolsillos.

Ella sonrió coqueta mientras metía la mano en el bolsillo. Al sacarla la deslizó con suavidad por el cinturón, tan cerca de...

-Para -gruñí.

Su mano se deslizó más abajo.

-Suficiente.

Más abajo...Oh...

-Detente. Ahora.

Subió la mano lentamente por el abdomen, el pecho y la base del cuello. Dejé caer las maletas y la aferré con fuerza entre mi cuerpo y la pared. La sonrisa se hizo más amplia y radiante, dejándome ver aquellos dientes blancos y perfectos.

- ¿Me quieres volver loco? -enredé mis dedos entre su cabello e inhalé con fuerza el delicioso olor de su cabello-. Toma esa maldita llave y abre la puerta.

Gimoteó. Metí la mano dentro del bolsillo y tanteé para abrir la puerta.

- ¿Te volviste loco? -la callé con un beso-. Dijiste que tu padre no...

Pero ya ninguno de los dos pudo continuar. El repentino deseo que nos bañó nos prohibió pensar en otra cosa más que en ella y yo, yo y ella. Nos adentramos cuerpo a cuerpo a la habitación oscura. Hacía calor, desde luego. Era una habitación que llevaba años cerrada. La culpa me palpitó en la mente.

Iba a hacerle el amor a mi mujer en un lugar caluroso y sucio.

Había abierto el cuarto que papá me había hecho prometer que jamás abriría.

La presioné contra la pared, mientras meditaba en silencio con los ojos cerrados.

-No deberíamos estar aquí. No deberíamos haber abierto este cuarto -jadeé-. Vámonos.

La tomé de la mano y la apreté suavemente. Abrí los ojos para enfocarme en su rostro para hallar paz. Pero...

-Por Dios...

Amanda tenía la espalda recostada sobre lo que parecía ser una cruz. Una cruz de madera con muñequeras y tobilleras, como correas...

- ¿Qué demonios...?

Giré de golpe para observar la habitación. Había una enorme cama con sábanas rojas y al otro lado había una serie de fustas, esposas y artefactos extraños colgando de la pared. A un lado de la cama hay una cómoda, cubierta de polvo. Hay otra pequeña mesa circular en un lado de la habitación. El vago olor del cuero era hipnotizante.

- ¿Este es el maldito secreto de papá? -gruñí-. ¿Qué se supone que sea este lugar?

El color rojo de las sábanas de satén estaba volviéndome loco. La expresión de Amanda también mostraba sorpresa, aunque no confusión.

- ¿Tú sabes para qué demonios papá tendría esto? -solté una maldición-. ¡Por Dios! Esto parece un cuarto de tortura.

Amanda apretó mi hombro suavemente.

-Ted...esto...No es lo que piensas -jadeó nerviosa-. Esto es como, eh, un cuarto de juegos.

La fulminé con la mirada.

- ¿Acaso te volviste loca? -señalé con la mano abierta las fustas-. ¿Acaso consideras un juego golpear con esas cosas? ¡En caso que sea para eso!

-Esto es sexo sadomasoquista, Ted. Hay personas con gustos distintos en, eh, el sexo y...

- ¿Estas queriéndome decir que a papá le gusta azotar mujeres mientras se las folla? -bramé.

Amanda retrocedió asustada.

-No lo sé, Ted.

La tomé con fuerza de los antebrazos.

- ¿Cómo es que sabes de esto, eh?

La vi tragar saliva.

-Fue hace años. Un sujeto con el que salía que hiciera algunas cosas -apartó la mirada-. Era un poquito violento, pues. Me hacía daño, así que me marché.

Ante la mención de la palabra 'daño', me obligué a mí mismo a soltarla.

-Perdona -musité.

Ella extendió la mano hacia mí y envolvió sus dedos entre los míos. Una repentina y agradable paz me inundó.

-Sé que esto es fuerte, pero trata de calmarte -pasó su mano libre por mi rostro-. Tus padres son felices, Ted. Eso se nota a distancia. Quizá ambos tienen los mismos gustos y disfruten de las mismas prácticas sexuales. Sea lo que sea, no puedes meterte. Es su vida privada y no te incumbe.

Fruncí el ceño.

- ¿Pero y si le...?

- ¿Hace daño? -ella negó con la cabeza-. No lo creo. En todo caso, eh, es algo que ellos saben manejar -apretó nuestras manos unidas-. Esto consiste en hallar placer a través de prácticas sexuales poco frecuentes.

Respiré hondo.

-Pero esto es, um...Debes admitir que es difícil de asimilar -tragué saliva-. Saber que papá le pega a mamá mientras hacen el amor...

Inesperadamente ella golpeó sus labios contra los míos, suavemente.

-Intenta no pensar en ello, ¿sí? Es algo que ambos disfrutan, te guste o no. Eres adulto y creo que podrías comprender la situación mejor. Quizá mañana, cuando tengas la cabeza fría, puedas entender.

La devoré en un intenso beso.

-Espero que tengas razón, nena, porque saber esto me está volviendo loco.

Uf...Ted, cariño...Díganme aquí abajo quién no esta enamorada de el

Cincuenta sombras y luces de tedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora