—“Luego te hablo, Ted” —repetí burlón—. Esperaba que me llamaras ese mismo día, no cinco días después.
—No pasaron cinco días, Theodore. No pude llamarte ayer porque estaba resolviendo otros asuntos.
— ¿Sobre el tal Jack?
—Si —suspiró—. Creemos…bueno…
—Al grano, por favor. Me estás poniendo nervioso.
—Hace unos años tu madre trabajaba para Jack, quien para ese entonces era Editor en SIP.
—Lo que ahora es Grey Publishing.
—Exacto.
—En las copias de los e-mails sale un tal Jack Hyde ¿Es el mismo?
—En efecto. Jack era el jefe de Ana, pero descubrió unos e-mails que Ana y yo nos enviábamos e intentó chantajearla con ellos.
— ¿Qué tipo de chantaje?
—Favores sexuales a cambio de su silencio —respondió con voz áspera—. Jack está en la cárcel.
— ¿Por qué? —pregunté en tono amargo. La confesión me había pillado por sorpresa.
Suspiró.
—Ted, difícil decir esto.
—Papá…
—Estaba asustado, nunca quise…
—De acuerdo, ahora sí estoy nervioso.
—Ted… Tú, Ana y Phoebe son lo más importante para mí —jadeó—. Cuando Ana quedó embarazada de ti pensé muchas cosas. No estaba preparado, quería más tiempo con tu madre, no quería compartirla… La vida con ella era todo para mí y no estaba preparado para ser padre. Estaba asustado y le dije cosas terribles. Secuestró a Mía y Ana fue a pagar el rescate, pero la lastimó —lo escuché llorar al otro lado de la línea—. Entonces comprendí que, no estaba preparado para ser padre, quería tenerte. Quería…que me quisieras. Que algún día pudieras decir que te sientes orgulloso de ser mi hijo.
Me quedo callado, sin saber que decir. La confesión, nuevamente, me había pillado por sorpresa.
—Papá —mi voz sonó melosa, abrumada por el momento—. Claro que me siento orgulloso de ser tu hijo. Eres el mejor padre, no lo dudes.
Una risilla de alivio brotó de su garganta.
— ¿Dónde está mamá? —pregunté.
—Durmiendo —soltó una risita—. Lo de los e-mails la ha dejado histérica.
—Dime algo, papá ¿Crees que Jack Hyde tiene algo que ver en todo esto?
—Si —sentenció firme—. Pero, por otro lado, no —siguió hablando antes de que lo interrumpiera—. Jack está en la cárcel y desde allí dudo que pueda hacer gran cosa.
—Quizá tenga a alguien fuera. Una conexión.
—Quizá —silencio—. O Quizá sea otra persona.
— ¿Cómo quién?
—Ana cree que puede ser una vieja amiga —resopló—. Puede ser, no lo sé.
— ¿Qué amiga?
— ¿Se te da preguntarlo todo, eh? Igual que Ana —rio—. Es una vieja amiga, que luego nos trajo problemas. A tu madre no le cae muy bien.
—Entiendo.
—También puede ser su ex esposo, Linc.
— ¿Y él por qué?
—Digamos…que mi vieja amiga y yo tuvimos un...bueno…una aventura mientras estaba casada.
Silencio. Por Dios. Mi padre metido en esa clase de líos. Ahora sí lo he visto todo.
—Creí que sólo había salido con mi madre, señor Grey —repuse burlón.
—Sólo he salido con tu madre. Aquello fue algo que marcó mi vida, pero no volvería a ello. Ana tiene todo lo que necesito.
Sonreí. Era exquisito cuando papá hablaba del amor hacia mamá.
— ¿Quién de los tres te parece más sospechoso? —pregunté.
—Jack. O Linc. Son los que tienen razones con mayor peso. A uno le quité la libertad, al otro lo dejé en cero.
— ¿Por qué?
—Hay cosas que es mejor no sepas, Ted. Simplemente estarías mejor sin saberlo.
No pude evitar pensar en la habitación que me había prohibido abrir.
—Entiendo.
—Ahora escúchame: Ana y yo pensamos que alguien nos está observando de cerca. Lo que más nos importa son ustedes ¿Ha sucedido algo extraño después de que nos marcháramos?
—No, solo lo de la caja.
—La tomaste tú, ¿no?
—No, fue mi…
››Amanda ‹‹
— ¿Qué sucede? —preguntó él.
—Han pasado cosas raras desde que contratamos una nueva secretaria. De hecho, ella fue quien tomó la caja. ¿Crees que ella pueda estar involucrada?
—No lo s…—escuché voces al otro lado de la línea—. Dame un segundo, Ted.
Lo escuché hablar con un hombre, pero no lograba entenderlo. Cuando comencé a pensar en Amanda, en la forma sutil que una conversación fluía entre nosotros, la repentina sensación de haber confiado en alguien, aunque sea por una noche, que quizá quiera ver a nuestra familia en pedazos me hizo comprender que había sido un imbécil.
— ¿Ted? —lo oí llamarme.
—Sí, dime.
—Acaba de llegarme una información sobre Jack que he mandado a pedir —rebuscó en los papeles—. Dice que Jack tiene hijos gemelos. Un hombre y una mujer. Sus nombres son William y Amanda.