Cap.6

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Capítulo seis.

Su respiración era relajada. Permaneció quieta, inconsciente, aun incluso cuando tuve que moverla un poco para acomodarla. Cansado, me dejé caer sobre el pequeño sofá mientras le daba un trago al Vodka. Primero le había invitado a tomar una copa a mi departamento y luego la había llevado desde el éxtasis a perder el conocimiento. ¿Qué mierda me pasaba? Ninguna mujer me había despertado el deseo de una manera tan estúpida y urgente. Volví a darle un trago al Vodka y dejé que el líquido indecentemente frío bajara por la garganta. Frustrado y molesto, presioné con fuerza el vaso cuadrado y lo lancé con fuerza contra la pared, quedando en pedazos.

¡Estaba actuando como un crio irresponsable y estúpido! Estaba pensando con la cabeza equivocada, cometiendo una cantidad desmedida de errores en menos de doce horas ¡Doce! Cuando papá, un hombre que sabía manejar su vida tan bien como sabia respirar, me había enseñado a mantener el control de la situación. Siempre. Pero no: unos pechos, un bue culo y unas piernas largas tenían que arrebatarme el control.

― ¡Joder!

Levanté la cabeza al escuchar su voz. Llegó hasta el vestíbulo con el rostro enrojecido por la cólera, tambaleándose de lado a lado mientras se secaba las lágrimas.

―Du er en fucking idiot.

Enarqué una ceja, repentinamente divertido.

― ¿Sabes hablar danés?

Su expresión cambió radicalmente, notándose visiblemente confundida.

― ¿Qué?

Le dediqué una media sonrisa.

―Nena, no necesitas decirme en francés que soy un maldito imbécil ―le guiñé un ojo―. Basta un dulce y claro español.

―Jeg burde have vidst, du var et dumt svin.

―Nena, todos saben que soy un maldito cabrón.

Ella haló del cabello. Sus manos le temblaban.

― ¡Oh, Buen Dios! ―gimió de frustración―. Estoy en problemas ¡Otra vez! ―ella volteó hacia mí―. ¿Dónde mierda estamos?

Le sonreí burlón.

―En mi departamento.

Ella soltó una maldición, pero esta vez en francés. Le sonreí burlón.

―Pourquoi devrait-il se reproduire?

Fruncí el ceño. ‘‘¿Por qué tiene que pasarme esto de nuevo?” ¿A qué se refería? ¿A que no era la primera vez que se besaba con su jefe y este, como es un jodido idiota, la llevaba a su departamento luego de “desmayarse”? Fruncí el ceño. Ya lo he comprendido. Seguramente no había follado en la oficina, no. Seguramente no lo había necesitado. Seguramente así engatusaba a los hombres para chuparles la sangre. Seguramente.

― ¡Mierda, mi madre! ―exclamó de repente.

Comenzó a morderse las uñas, nerviosa. Giró de golpe hacia mí.

― ¿Me presta su teléfono? ―preguntó con voz dulce.

Puse los ojos en blanco y le pasé la BlackBerry. Ella marcó un número a prisa y presionó el móvil con fuerza en su oído. Al parecer no tardaron en contestarle, porque comenzó a disculparse en su elegante y fino danés.

―Tilgiv mig, mor…No, lo siento. Si…No, mor*. Estoy bien… ¡Sí!...No voy a pedir un taxi ―puso los ojos en blanco―. Si, te dejé el dinero a propósito….Bien…―jadeó. El rostro se le descompuso por completo―. No, mamá…Lo juro…Adiós.

Cincuenta sombras y luces de tedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora