Cap.24

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Capítulo veinticuatro:

— ¿Tienes al menos los papeles que se entregaron en la última reunión? —pregunté divertido.

Ella sonrió risueña.

—Están en el primer cajón de tu escritorio.

—Veamos, pues —abrí el primer cajón y tomé la carpeta negra—. Vaya, aquí están.

—Abrí tus cajones. Despídeme, nene. 

—Hoy no me siento demasiado benévolo: no, nena. Sufre.

Amanda bufó.

—Como quieras.

— ¿Llamaste?

— ¿A quién? —preguntó inocente.

Le sonreí burlón.

—A Walter Evans.

Amanda se apartó un mechón de pelo imaginario.

—Realmente no tengo ganas de hablar con ellos, Grey.

—Nena, sólo pásame la llamada. 

Ella dudó.

—Está en la línea tres.

Enarqué la ceja.

— ¿Entonces por qué tanta reticencia? 

—Porque no he llamado yo, sino él.

—Vaya, gracias.

Sacudí la cabeza mientras tomaba el teléfono.

—Hazme un favor, ¿al menos puedes?

Ella sonrió risueña.

—Puedo intentarlo.

—Necesito que te sientes mientras atiendo esta llamada, ¿crees que puedas?

Amanda entrecerró los ojos, teorizando.

— ¿Con qué fin?

—Ninguno. Sólo necesito hablarte de algo cuando la finalice.

—Bueno, si. Creo que puedo.

Le devolví la sonrisa burlona que exhibía en el rostro mientras tomaba la llamada de la línea tres.

—Grey.

—Señor Grey, buenas tardes. Le habla Walter Evans.

—Lo sé. Le había pedido a mi secretaria que lo hiciera —ella frunció el ceño—, pero me ha parecido mas útil que haya sido usted mismo quien llamara.

—He hablado con mi hermano y me ha contado sobre la confusión de…

—Me parece que no ha sido ninguna confesión, Evans. Su hermano intentó abusar de mi secretaria. Nadie me lo ha contado. Yo mismo lo he visto.

Amanda apartó la vista de inmediato y se removió en el asiento, incómoda.

—Mi hermano me ha contado una historia distinta y con el respeto que se merece, señor, le creo por varias razones. Primero: porque es familia. Segundo: porque conozco a la perfección a Amanda y se la clase de mujer fácil que es.

Un puñado de emociones me revolvió el estómago.

—El punto es, Evans, que he visto a su hermano. Los he escuchado hablar y estoy bastante consciente de la situación. ¿O va a discutirme lo que vi?

—No, pero…

—Su hermano es un cerdo y usted no tiene muchas opciones: o lo saca de ese lugar o lo clausuro. Sin dinero, ese lugar se irá a la mierda y personalmente me encargaré que no consiga fondos para mantenerlo. Usted decide.

Amanda volvió a clavar su mirada en mí. La expresión de su rostro me hizo sonreír.

—Como usted ordene, señor.

Colgué y suspiré complacido.

— ¿Por qué mierda hiciste eso? —bramó.

—Porque puedo.

Le guiñé el ojo y ella simplemente me atravesó con la mirada.

—Muchas gracias, Theodore ¡Mierda! Acabas de meterme en otro problema.

Enarqué la ceja, irónico.

—Mira —cerró los ojos y respiró profundo—. La única razón por la cual no hemos intentado recuperar ese lugar es porque Walter y su hermano se encargaron de hacer parecer que mi padre trató de ocultar negocios ilícitos dentro. No espero que entiendas, pero mi padre esta enfermo y no quiero que se esfuerce en…

Las palabras quedaron en el aire cuando la puerta de la oficina se abrieron con violencia. John, su hermano, entraba como alma que lleva el diablo. Lo que me hizo comprender que algo no andaba mal fue una simple cosa: las lágrimas que caían desesperadas por sus ojos. 

Amanda se giró hacia él y al verlo se puso en pie.

— ¿Qué haces aquí?

Silencio.

— ¿Qué pasa?

John no dijo nada. Amanda puso su mano en su hombro y lo agitó suavemente.

—Dios mío —gimió—. Es papá, ¿cierto?

John soltó un gruñido.

—Vanessa, nena —le acarició la mejilla, pero un destello de dolor surcó sus ojos—. Papá acaba de fallecer.

Uh:c 

Pobre Amanda, ahora si. 

Incluso a mí me dolió matar a su padre, pero era necesario. Es la clave en el pasado de Amanda.

Cincuenta sombras y luces de tedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora