Capítulo dieciséis.
Solté maldiciones mientras me la llevaba del brazo de la oficina. La ira reverberó desde lo más profundo de mi ser, y todo en lo que podía pensar era en sacarla de aquí. Pasamos a prisa por el vestíbulo, aferrándome a su brazo con fuerza, evitando mirar hacia atrás. Estaba seguro que si lo hacía, me daría la vuelta y regresaría a esa oficina para matarlo a golpes.
Afuera, inusualmente, el ambiente me parecía denso y molesto. Amanda soltó un chillido cuando la halé del brazo para que caminara más rápido. Atravesamos el estacionamiento, directamente hacia el auto, en cuestión de segundos. Tanteé los bolsillos para encontrar las llaves del coche. Abrí la puesta del pasajero de golpe y la obligué a entrar. Pero claro, las cosas no podían ser tan sencillas. Amanda salió del coche, aun llorosa y temblando, y me miró fijamente.
― ¿Qué? ―espeté.
Amanda se cubrió el rostro con ambas manos mientras sollozaba.
―Perdón ―musitó bajito.
Respiré profundamente.
―Entra al coche, Amanda.
―Pero…
― ¡Entra al puto coche ahora!
Amanda se tapó la boca para evitar gritar y se metió al coche. Cerré la puerta con fuerza y rodeé el auto para entrar por la puerta del conductor. Ya adentro, el ambiente se volvió más tenso ¿De qué iba todo esto? Había escuchado, actuado y ahora he reaccionado. Mientras pegaba el acelerador, miles de preguntas vinieron a mi mente:
¿Quién era, en realidad, la mujer que tenía al lado?
¿Quién era Egmont en su vida?
¿Qué tiene que ver él con Jack?
Maldita sea, ¿es o no Amanda hija suya?
Cuando papá me había contado mediante aquella llamada que Jack tenía dos hijos de nombre William y Amanda, había dado por sentado que esa mujer y la que tenía a mi lado eran la misma. Ahora bien los motivos eran injustificados, ya que no había pensado en la situación en si con la cabeza fría. No. Solo había presentido que algo andaba mal. Amanda se había comportado como una persona, no solo como una mujer con las hormonas trabajando horas extras. Y me había fascinado. Sin embargo, pensar que me había permitido lucir vulnerable con una mujer que no fuera mamá o Phoebe y que quizá esté aquí para colaborar en una posible y absurda venganza de un hombre desquiciado, me hacía perder la cabeza con facilidad.
La había prejuzgado, culpabilizado y humillado ¿Y qué sucedía si al final de todo había sido solo una tonta confusión? ¿Y que si al final esta Amanda no era la Amanda de la cual debemos cuidarnos?
Tomé la curva hacia la derecha y medité cada dato conocido:
Jack está en prisión.
Según lo poco que papá dijo, él tiene motivos para desear vengarse.
Tiene dos hijos, uno de ellos es mujer y se llama Amanda.
Había hablado de su supuesta familia con verdadera devoción.
Jack es Hyde; Amanda, Sandford.
Soy un estúpido idiota que ha estado haciendo las cosas sin pensar.
―Oh, por favor detén el auto.
Giré el rostro hacia ella. Amanda se presionaba el estómago mientras algunas lágrimas resbalaban de sus ojo, ahora cerrados con fuerza. Lucía levemente pálida y temblaba a consecuencia de las arcadas. Estacioné el auto a un lado de la carretera. Al apagar el motor, Amanda abrió la puerta de inmediato e inclinó el cuerpo hacia adelante para impulsarse y salir del auto. La vi inclinarse y fuertes arcadas sacudieron su cuerpo.