Capítulo ochentainueve.
Mamá le está extendiendo la tarjeta con los precios de la subasta anual. Su atención estaba en las palabras de mamá, pero su mano traviesa se deslizaba con cuidado por mi muslo. Me concentré en evitar un movimiento brusco que nos pusiera sobre aviso. Continuó deslizando la mano arriba y luego hacia abajo, discreta.
-La propiedad en Aspen es de Christian -le explicó mamá-. Phoebe, Ted, Christian y yo solemos ir todas las vacaciones navideñas ahí. Christian ha estado buscando una casa más grande para ir este año. Ya no cabemos todos ahí.
Amanda me apretó el muslo. Actuaba a ciegas, buscando con efervescencia un punto en específico. No, nena. Más arriba.
-Papá tenía una propiedad cerca de Aspen -le comentó Amanda. Hizo un movimiento rápido y extendió la mano hacia mi abdomen-. La vendimos para conseguir dinero cuando enfermó.
Amanda apartó la mano cuando el mesero colocó la comida frente a ella. Hice una seña con la mano para que no sirviera el mío. Aún estaba lleno por la cena de la casita del embarcadero, pero Amanda...
-Uh, hace mucho que no como un Spätzle -inhaló discretamente-. Lækkert.
Sonreí involuntariamente. Hace mucho no la escuchaba hablar danés.
- ¿Sabes hablar danés? -le preguntó mamá, impresionada-. Ted también lo sabe.
Amanda soltó una risita.
-Lo sé.
Asentí.
-La primera vez que la escuché hablar danés me dijo que era un maldito imbécil.
-Oh, Ted ¿Pero qué le hiciste para que te dijera eso?
Me encogí de hombros. Digamos que nunca había caído en cuenta del por qué.
-Me besó a la fuerza -sonrió burlona-. Me acosó sexualmente en el trabajo.
Mamá me lanzó una mirada acusatoria, y volví a encogerme de hombros.
- ¿Qué clase de pervertido he criado? -chilló.
Papá a su lado, que se había mantenido en silencio, se aclaró la garganta. Mamá puso los ojos en blanco.
-Claro... -agitó los hombros-. El padre.
Papá levantó las cejas, denotando buen humor. Amanda deslizó la mano por mi muslo nuevamente, tomando con tranquilidad el tenedor y devorando la cena. Continuó deslizándola hasta alcanzar el broche de mi correa. Detuve el transcurso de su mano, enroscando mis dedos en los suyos.
-Deberías dejar de hacer eso -susurré tranquilamente.
Hizo una mueca mientras masticaba.
-A propósito ¿No acabas de comer hace quince minutos?
- ¿Eso qué? -extendió la mano hacia la copa de agua-. Tengo hambre.
-Comiste dos veces.
- ¡Ese fuiste tú!
Hice una mueca. Es cierto.
-Tú igual.
-Déjame comer -dio un trago a la copa-. Que no se te olvide que tú tienes la culpa.
- ¿Yo?
Me miró con burla.
- ¿Estás de guasa? -carcajeó-. Hablo del embarazo.
-Oh, claro. Bueno...la culpa es de ambos.
Agitó los hombros y siguió comiendo. Mientras lo hacía, divagué lentamente por los alrededores con la mirada. La mesa frente a la nuestra estaba repleta por la familia Sullivan, propietarios de un viñedo maravilloso. La pena era saber que la familia era demasiado ambiciosa y que las clases sociales lo eran todo. Gente de su "clase" no se mezclaban con alguien inferior. Me pregunté vagamente, sólo siguiéndole la corriente a mi curiosidad, qué pensarían si alguno de ellos llegase a enterarse que mi novia había sido mi secretaria un tiempo atrás...Bueno, no es que me importase mucho.