Cap.84

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Capítulo ochentaicuatro.

Papá nos saludó sonriente cuando nosotros entramos a la sala. Mamá y él estaban sentados, abrazados, en el sofá como dos críos enamorados. Phoebe estaba en el sofá de la izquierda junto a Nadelia y Démitri. La niña me sonrió tierna y corrió hacia mí. Por dentro, el mar de emociones se calmó. Aún tenía tiempo de compartir con mis hermanos pequeños.

-Hola, nena -sin soltar a Amanda, cargué a la niña en mis brazos-. Has crecido un par de centímetros.

Rio tierna.

-He comido mucho.

Le sonreí en respuesta. Amanda se soltó de mí para cargar a Démitri.

- ¿Qué crees que haces? -fruncí el ceño-. No puedes hacer esfuerzos.

Puso los ojos en blanco y se desplomó suavemente en el sofá. Démitri se acomodó en su pecho. Mi hermano pequeño le estaba tocando los pechos a mi novia. Cuidado, niño.

-Bueno -Phoebe cruzó las piernas. Volvió a ponerse de esas malditas faldas extra cortas-. Dijeron que, cuando Amanda y Raymond llegaran, iban a darnos una noticia importante.

-No me llames Raymond, Effie -gruñí.

-De acuerdo, Theodore.

- ¡Phoebe!

- ¡Theodore! -me riñó Amanda.

Puse los ojos en blanco. Phoebe me sonrió con burla, sabiéndose ganadora.

- ¿Cuál es la noticia? -preguntó.

-Espero que sea importante -dije. Acomodé mejor a la niña en mis brazos-. Amanda no puede estar de aquí para allá, menos con esos tacones.

La aludida me sacó la lengua. Observé que mamá se acurrucaba junto a papá, risueña. Él, por su parte, parecía feliz. Quiero decir: siempre lo estaba, o la mayoría de las veces, pero por razones obvias, entiéndase el parásito Jack Hyde, no se le veía frecuentemente alegre. Pero ahora, cuando acunaba a mamá en sus brazos como si fuera lo más valioso que tenía, hasta lucía más joven.

-Ana nunca se cansa de sorprenderme -sonrió ampliamente-. Desde aquel día que cayó al suelo entrando a mi oficina.

Phoebe y yo sonreímos involuntariamente.

- ¡Pero que alguien diga cuál es la noticia! -Phoebe gimoteó-. Me ponen de los pelos.

Mamá y papá sonrieron enamorados. Mamá lucía diferente. Había algo especial en ella...

-No había querido decirles inmediatamente -dijo ella-. Me había enterado un día antes de que Amanda apareciera.

- ¡Mamá! -chilló mi hermana.

Papá sonrió, burlándose de su berrinche.

-Lo que Ana trata de decir -miró a mamá con adoración-, es que está embarazada.

Mi mandíbula cayó al suelo. Mi mente se quedó en blanco y olvidé como unir los dientes. Phoebe no se movía: ni siquiera parpadeaba.

- ¿Qué? -preguntamos al unísono.

Papá asintió lentamente. No estaba enojado, ni exasperado por la noticia. Estaba feliz, tranquilo. No podía imaginar aquel hombre que él mismo me había contado: aquel que le había dicho cosas horribles a la misma mujer que tenía al lado.

« Cuando Ana quedó embarazada de ti, pensé muchas cosas. No estaba preparado, quería más tiempo con tu madre, no quería compartirla... La vida con ella era todo para mí y no estaba preparado para ser padre. Estaba asustado y le dije cosas terribles.»

Cincuenta sombras y luces de tedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora