Capítulo cincuentaicuatro.
Si las cosas pudiesen empeorar en algún momento, era este. Aquella oficina era un caos: Amanda lloraba mientras se cubría el rostro con ambas manos, papá tenía el rostro ceniciento y mamá se debatía entre hablar o callarse para evitarle una pena mayor a Amanda. Supongo que optó por la segunda, porque se limitó a pasarle la mano por el pelo a papá.
Y yo...bueno. No tenía idea de a quién demonios debía consolar. Todos parecían afectados, hasta Devor. Yo no podía sentir nada, salvo un inmenso asco por Jack Hyde.
-Hay cosas que, a veces, es mejor no saber -Devor extendió hacia Amanda una bolsa de papel-. Otras es mejor aludirlas. Temporalmente.
Amanda se secó las lágrimas y lo miró fijamente.
-Estoy cansada de tener que esconderme, Devor. Esto...esto no es vida.
Devor hizo una mueca de dolor.
-Prometí que iba a mantenerte a salvo. Se lo prometí a tu padre, que fue como mi hermano.
Los ojos de Amanda brillaron de agradecimiento.
-Te lo agradezco, de verdad -limpió el resto de las lágrimas con el dorso de la mano-, pero estar ocultándome y cambiando de identidad no es vida, caray.
-Por ahora es la única manera segura de que estés en las calles -volvió a tenderle la bolsa. Esta vez ella la aceptó-. Esperemos que esta sea la última vez.
Amanda suspiró con pesar y al ponerse de pie, desapareció por una puerta de madera rojiza.
Había pasado poco más de una hora desde que Amanda se había encerrado en aquel lugar. Mamá había ido al baño. Sentirse desesperado era quedarse corto. Al fin y al cabo, ¿Qué diablos podría hacer encerrada allí? Papá puso su mano sobre mi hombro.
-Sé que podrías lucir más nervioso.
Sonreía cansado. La noticia le debe haber bajado los ánimos dolorosamente. Eso sin contar que ha visto las fotos hace apenas unos minutos. Fruncí el ceño, preocupado.
- ¿Estás bien? -le pregunté con voz amable.
Sus ojos estaban cansados, apenas sonreía y los músculos del cuerpo se le veían tensos.
-No ha sido fácil sobrellevar todo lo que ha sucedido en estos días -se pasó la mano por el pelo-. Mientras Jack siga por ahí, maquinando planes contra mi familia, no estaré tranquila. Tu madre ni siquiera puede pegar el ojo -sonrió enamorado-. Se aferra a mí todas las noches. Ha estado teniendo pesadillas y...
Su voz se cortó pesadamente. La expresión en su rostro era triste, como si llevase remordimientos dentro de sí.
-A veces pienso que lo mejor hubiese sido alejarme de ella cuando tuve la oportunidad -me estrechó en sus brazos y me dio dos golpecitos en la espalda. No pude más que devolverle el gesto-. Si la hubiese dejado marchar, ni tú ni Phoebe hubiesen llegado a mi vida de ninguna manera
Oh, papá...
-Es importante que sepas lo que tienes, hijo -soltó el abrazo y me miró fijamente. Aquel par de ojos grises brillaban de una manera excepcional-. Pueda que no haya llegado de la manera perfecta, pero ha llegado.
¿De qué mierda hablab...? Ah, Amanda. Claro.
-Yo tuve que esperar muchos años para ser feliz, Ted -sonrió-. Ser feliz con una buena mujer, tener hijos, un hogar... -me dio un golpe en la espalda-. Una mujer puede cambiar cientos de hombres, pero sólo uno de ellos la merece. Si la tienes, cuídala.
Sonreí burlón.
-Oh, pero que romántico, señor Grey.
Papá me correspondió el gesto. Hubo un ruido de pasos al otro lado de la puerta.
-Te ves preciosa, Amanda -era la voz de Devor.
Escuché como Amanda resoplaba.
-A mí me parece que esto ya es demasiado.
-Tonterías. El color te queda perfecto.
Las puertas se abrieron. Devor llevaba la bolsa de papel en una mano y en la otra un sobre blanco. Después veía una mujer muy mona: de piel clara, cabello negro y unos ojos de un azul muy claro. En el puente de su nariz tenía un montón de pecas.
Sólo un idiota no la reconocería.
-Uau -musité.
Amanda se ruborizó.
-Le dije que es demasiado, pero me ha insistido -se mordió el labio-. Deja de mirarme así, hombre.
-Es que...eh....uh....bueno -solté una risita tonta-. Te ves, este...oh....ya sabes...
Papá me golpeó suave en el brazo.
-Lo que trata de decir es que te ves preciosa -aclaró él-. Distinta, a decir verdad, pero preciosa.
Le sonrió tierna.
-Sigo pensando que es demasiado.
Devor se aclaró la garganta a medida que se acercaba de nuevo a ella. Le expendió el sobre.
-Aquí está todo lo que necesitas -apretó su hombro-. Amanda Hyde y Amanda Sandford deben desaparecer en este instante. Cuando salgas de aquí, te llamarás Zara Leanhardt.
Puso los ojos en blanco.
- ¿No podías escoger un apellido más sencillo?
-Considérate afortunada de tenerlo, pues. He hecho todos estos papeles a la carrera.
-Nunca te lo he preguntado, ¿pero no te metes en líos con los policías por esto?
-Lo que hago es totalmente legal, pequeña. Se llama "protección a testigos".
-Pero yo no soy ningún testigo de nada.
-Pero ellos no lo saben.
Devor le guiñó el ojo. Amanda abrió el sobre y leyó alguno de los papeles.
- ¿23 años? "Trabajos antiguos: asistente de director general, secretaria economista..." -bufó-. ¿Qué es toda esta mierda?
Devor se encogió de hombros.
-Tu Curriculum Vitae, desde luego.
-Yo tengo lo de economista lo que tú tienes de Brad Pitt, lo cual no es mucho.
Amanda chasqueó la lengua. Solté una risilla.
-Será temporal, pequeña.
Un poco menos tenso, me acerqué hasta ella y la tomé de la cintura. Ella me sonrió tímida. La observé lentamente. Desde la punta del pelo hasta la punta de las pies, lenta...lentamente.
-Este, ¿Ted? -se ruborizó-. Deja de mirarme así.
Le sonreí.
-El color te sienta bien, nena -rocé mis labios contra los de ella-, aunque la verdad prefiero llevarme a la cama a una pelirroja de ojos azules.
Me golpeó en el brazo.
-Hay otras personas en la habitación.
-Ellos no han hecho algo distinto a lo que nosotros hemos hecho. Saben de lo que estamos hablando.
Devor se aclaró la garganta.
-En el quinto piso del edificio tenemos unas habitaciones vacías, ¿no les apetece una?
-Oh, sí -ronroneé-. De hecho, es algo casi urgente.
Amanda se removió inquieta entre mis brazos.
-Dios mío, eres un enfermo mental.
-Un hombre es adicto al elixir de su mujer.
Gimoteó.
-Vete a la mierda, Grey.
Le sonreí.
-Veamos qué dices cuando estemos los dos en una habitación, cariño.