Capítulo cincuentaiuno.
La tomé de la mano.
- ¿Qué haces, nena?
Amanda se sobresaltó. Al despertarme la vi de pie, desnuda, mirando por la ventana de la que antes había sido mi habitación. Los rayos del sol le hacían brillar el cabello y la piel de una manera espectacular. Ella apretó mi mano y una sonrisilla relajada se asomó por su rostro cuando la cubrí con los brazos desde la espalda.
-Estaba observando la vista -suspiró-. Los campos cuentan una historia feliz, con una familia unida.
Capté un deje de tristeza en su voz. Acaricié su vientre con suavidad.
-Pronto tú y to contaremos la historia de una familia feliz -mordí con suavidad el lóbulo de su oreja-. Un par de niños pelirrojos corriendo por el jardín, persiguiendo a un pequeño cachorro mientras los otros dos, un par de castaños, nadan en la piscina.
Dio un respingo, fingiendo indignación.
- ¿Pero cuantos hijos quieres, pues?
Sonreí.
-Más de dos, eso es seguro.
- ¿De verdad quieres tener hijos conmigo?
-Quiero hijos contigo, un futuro contigo, una vida contigo.
Giró repentinamente hasta quedar delante de mí. Enterró sus dedos en mi cabello mientras su boca se unía a la mía con desesperación.
-Dime que me amas, Ted. Necesito escucharlo para sentirme mejor conmigo misma.
Gemí contra su boca. Me aferré a ella lo más que pude, arrinconándola en la esquina de la habitación.
-Te amo, Amanda. Te amo más que a cualquier cosa que haya podido llegar a amar antes.
Noté como todo su cuerpo se relajaba junto al mío y como no puedo resistirme por demasiado tiempo a esta mujer, terminamos haciendo el amor otra vez.
- ¿Ya estás lista, cariño? -le pregunté mientras cerraba mi maleta.
Vi que buscaba algo, que al parecer no encontraba.
- ¿Qué buscas?
-No sé, siento que olvido algo -agitó los hombros-. Quizá esté en las maletas que el taxista se llevó.
- ¿Tus bragas?
Se ruborizó.
-Deja de decir eso, Ted.
Le sonreí burlón. Observé lo bien que le quedaba aquel vestido morado con los Christian Louboutin negros que le había comprado. Mm, pero que preciosa es esta mujer.
-Ya, olvidado. Deberíamos irnos ahora antes de que el piloto del avión se canse de esperar -le sonreí lascivo-. Me entretuve demasiado contigo.
Agitó su cabello.
-No es culpa mía, Grey.
-Ya, como sea -tomé su maleta-. Será mejor que bajemos.
Amanda abrió la puerta y salimos. Al bajar por las escaleras vimos a mamá y a papá despedirse de Phoebe.
- ¿Mamá también irá? -enarqué una ceja-. Pensé que sólo iríamos nosotros tres.
Miré de reojo a Amanda, quien al notar mi mirada resopló.
-Deja de mirarme. Yo no sé nada.
Mamá soltó una risilla.
-Le dije a Christian que quería ir y él no puso reparos -se encogió de hombros-. Sería como unas vacaciones de tres días -le sonrió divertida-. A menos que pueda convencerlo de que nos tomemos unos días adicionales.