Capítulo setentaitrés.
Tenía el nombre de Juliett Hyde en la camiseta negra. Me pareció una broma de mal gusto el apellido, pero como Amanda parecía bastante incómoda con la situación decidí ignorarlo. Juliett llevaba demasiado rubor en las mejillas y los enormes ojos verdes daban un poco de miedo.
-Lo sentimos, señor. Estamos llenos.
Amanda resopló. Puse los ojos en blanco y saqué algunos billetes del bolsillo, extendiéndoselos.
- ¿Cree que ahora nos pueda conseguir una mesa? Condije por casi una hora. Mi mujer tiene hambre.
Juliett tomó los billetes.
-Bienvenidos a Sunnyside Restaurant & Lodge -sonrió-. Mi nombre es Juliett ¿En qué puedo ayudarles?
Amanda y yo intercambiamos miradas. Me pareció ver que sus labios murmuraban la palabra 'rara'.
-Queremos una mesa para dos -dije.
- ¿Adentro o afuera? Desde afuera hay una vista preciosa del Lago Tahoe.
Observé de nuevo a Amanda.
- ¿Adentro o afuera? -ronroneé.
Pasó la lengua por sus labios suavemente al captar el doble significado de mis palabras.
-Me gusta adentro, mucho -sonrió coqueta.
Juliett pareció repentinamente incómoda, pero seguía sonriendo.
- ¿Entonces adentro? -dijo.
Observé ligeramente que se ruborizaba. Amanda agitó la cabeza mientras sonreía.
-Mejor afuera, al aire libre.
Juliett asintió.
-Los llevaré a su mesa.
Nos guió hasta el exterior. El ambiente era como estar cenando en un muelle, de vista directa hacia el espectacular lago. El patio-terraza en Sunnyside da al lago Tahoe y en el muelle estaban alineados los barcos. La luna brillaba entera en el cielo, reflejada en las aguas. Juliette señaló una mesa vacía. Las sillas estaban en el mismo lado, de modo que cenaríamos uno junto al otro.
- ¿Les parece bien esta? -preguntó ella.
-Es perfecta -le sonreí.
Las mejillas se le tiñeron de rojo. Moví una de las sillas y Amanda tomó asiento. Luego me acomodé junto a ella.
- ¿Les apetece pedir algo de beber? ¿O traemos la bebida cuando vayan a cenar?
- ¿Me permite la carta de vinos?
Asintió avergonzada y la extendió. La abrí sobre la mesa, de modo que Amanda pudiese ver.
- ¿Algún vino favorito? -le pregunté.
-La verdad aquí no hay un solo vino que haya probado -extendió su brazo por mis hombros, cariñosa-. Mejor escoge tú.
Sonreí burlón.
-Tráiganos dos copas de Vega Sicilia. Del 1991.
-Del 1991 -repitió, anotándolo en una pequeña libretilla-. Correcto ¿Qué pedirán para cenar?
Enarqué una ceja en su dirección. Ella se ruborizó y nos extendió el menú.
- ¿Qué vas a comer? -le pregunté.
Deslizó el dedo índice por el menú.
- ¿Qué tan bueno son los Camarones y Cangrejos Louie? -preguntó.