Capítulo once.
››Mi nombre es…‹‹
―Amanda.
››…para costear los tratamientos de mi padre‹‹
―Mierda.
››Quiero expandir mis conocimientos y necesito un mejor trabajo‹‹
Reí amargamente mientras tomaba de un solo trago el contenido de la copa.
››Tenías cara de estar a punto de enloquecer‹‹
―Oh, claro que lo estoy ―puse la copa sobre la cantina y miré al cantinero―. Deme otra copa. Algo más fuerte.
―Sí, señor.
Observé el lugar en donde estaba mientras el cantinero terminaba de prepararme la bebida. No era un lugar muy elegante, sino más bien corriente. El ambiente estaba cargado por una electrizante música, las luces de colores no dejaban ver el color de las paredes, aunque creo que era negro con diseños en espejos. Del techo cuelga una esfera de luces que ilumina la pista, repletas por gente que bailaba enloquecida con un trago en la mano.
―Su trago, señor.
Lo tomo sin darle las gracias y comienzo a caminar por el bar. Ahora sonaba la melodía pegajosa de los años 8O. Reconocía la canción: “I Will Survive” de Gloria Gaynor. Las parejas en la pista bailaban alegremente, sin chicas de lindas piernas que conspiraran contra tu familia. Tomé un largo trago dela fuerte bebida.
››Nací en Inglaterra, pero mis padres decidieron criarme en Estados Unidos.‹‹
¿Y qué tanta de esa mierda era cierta? Seguro ninguna. Amanda me había engañado. Su padre debe ser Jack Hyde, un prisionero y no un paciente de cáncer, su hermano no ha de ser Trabajador Social, sino un maldito asesino chantajista. ¡Su maldito apellido era Hyde! ¡El apellido de un hombre que intentó hacerle daño a mi familia!
››¿Qué me dices de tus padres?‹‹
Debí haber sospechado desde el instante en que me había hecho esa pregunta. Ella no estaba interesada en mí, ni emocional ni sexualmente, sino en lo que pudiese sacarme acerca de mi familia. Y yo le había contado sobre mi niñez y la de Phoebe incluso fotografías.
― ¡Maldición!
Tomé el resto de la bebida de un trago y caminé de vuelta a la cantina para pedir el siguiente. El cantinero no dijo nada: aceptó de inmediato. Esperé allí, pasándome las manos por el cabello notablemente frustrado ¿Qué iba a hacer? Dentro de la empresa estaba el punto de información de Jack. Si la despedía, sospecharía que la hemos descubierto. Por otro lado, si no lo hacía ella informaría hasta del más mínimo detalle. Podría contarle a papá. Cuando corté la llamada hace un par de horas, la había finalizado llenándole la cabeza de dudas, pues no le había explicado los motivos por el cual lo hice. Sin embargo, él ya tenía demasiado por lo que preocuparse. Yo debí estar atento a las señales: su inesperada y sensual aparición, la respuesta inmediata a una propuesta de sexo, lo que había parecido una simple charla de media noche y ahora estaba claro que era una charla para sacarme información, que haya escuchado la llamada de mi padre, que encontrara la caja. Vaya, he sido un idiota.
―La chica te tiene loco, ¿eh?
Volteo hacia la voz. Un hombre alto y cabello pelirrojo recogido con una coleta me mira con unos ojos azul oscuro insondables mientras sonríe. Se sienta y levanta la mano para que lo atiendan.
―Me sirve lo mismo que le ha servido al caballero.
―Sí, señor.
El cantinero me dejó la bebida justo frente a mí y fue a preparar la del sujeto de al lado. Me tendió la mano. Yo dudé. Algo dentro de mí me gritaba que me marchara. Sin embargo, la acepté.
―Me llamo Ben ¿Y tú?
―Grey, Theodore Grey.
―Uh, el apellido me suena ―soltó nuestras manos y se echó a reír―. Pero no. Temo que no conozco a nadie con ese apellido.
Enarqué la ceja, incrédulo. Volvió a reír.
―La verdad es que no paso más de un mes en un lugar, así que es lo mismo.
Sonreí cansado.
― ¿Mar de amores? ―preguntó.
Negué con la cabeza y di un largo trago.
―Bueno, como sea ―observó como el cantinero dejaba la bebida frente a él. La tomó y me hizo una seña―. Entiendo que no estés muy hablador, así que iré por ahí a disfrutar de la vida.
Ben se alejó de la cantina con un paso firme, seguro y potente. ¿Por qué tengo la sensación de haberme topado con un problema?