Capítulo cincuentaiséis.Como era de esperarse, terminamos en el suelo. Estábamos sentados en el suelo, cruzados de piernas uno frente al otro, devorando todo lo que pedimos por el servicio al cuarto. Amanda había pedido un batido de frutas cítricas. Yo sólo pedí café.
-Entonces, ¿eras un cerebrito...o qué?
Le sonreí burlón.
-Era bueno con los números, idiomas y ciencias. La verdad es que me aburría con facilidad. Terminaba las cosas en tiempo record. Supongo que era mejor adelantarme.
Hizo una mueca.
-Soy pésima en matemáticas, a decir verdad. Los números me parecen de lo más ridículo.
-Creo que no es la primera cosa que no tenemos en común.
-La segunda, de hecho. A ti te gusta el chocolate y a mí la vainilla.
-Bueno, es cierto.
Le dio un largo sorbo al batido. Estiró el cuerpo y se echó el cabello hacia atrás. No pude apartar la mirada de sus pechos: la forma en que subían y bajaban al ritmo de su respiración. Parpadeaba con pereza y sus nuevos ojos azul claro relucían de felicidad. El cabello estaba alborotado, como si la hubiesen follado bien. Sonreí.
- ¿Por qué sonríes? -preguntó ella inocente.
-Tu cabello.
- ¿Qué pasa con mi cabello?
-Dice "me acaban de follar como Dios manda".
Se ruborizó. Pasó los brazos por sus pechos y se cubrió mientras cruzaba las piernas.
-Aunque cierres las piernas, nena, sé muy bien como abrirlas.
Intentó ignorar el comentario, concentrándose en disfrutar del batido, pero cada parte de su cuerpo había reaccionado: las piernas más juntas, los pezones erguidos, el rostro enrojecido. Oh, sí. Su cuerpo lo conocía a la perfección.
- ¿Hablarás con su padre? -dejó la copa sobre el suelo-. Ya sabes: lo de quedarnos un par de días extras.
-No, pero sinceramente dudo que acepte. Lo de Elena -bufé-, lo cambia todo.
-Ah, vale ¿Entonces cuando volvemos?
-Supongo que esta noche o mañana.
-Tengo que buscar trabajo -suspiró-. Con ese Curriculum no voy a avanzar mucho. De economía no se absolutamente nada.
-Puedo darte trabajo -alcé ambas cejas-. Me encantaría tenerte accesible a todas horas.
Golpeó levemente mi brazo.
-Necesitas visitar un psicólogo. Una sesión no te vendría mal.
-La única sesión que necesito es: tú, yo, cama. El trío perfecto.
-O el suelo, el baño, el sofá, la...
-Ya, este...Planeo una nueva lista -dejé la taza de café a un lado y la atraje hacia mí, halándola de la cintura-. En primer lugar, me muero por unos ascensores. Me parece que el del Escala estaría perfecto. Luego el auto, definitivamente. Dentro y sobre el auto, cabe aclarar.
Dejó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
-Espera, que no he terminado -la acerqué más y paseé mi nariz por sus pechos, inhalando el aroma dulce de su piel-. Tengo pensado el baño de Grey Enterprises, el que está cerca de la sala de juntas. Oh, claro, también la sala de juntas. Ver esas piernas abiertas sobre la mesa debe ser una imagen magnífica.