Prólogo.

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HEATHER:

Estaba enamorada de Olivia Stacey.

Había hecho muchas cosas malas en mi vida, y esa era la peor. No sabía cuándo había sucedido, no sabía por qué tenía tanta mala suerte; solo sabía que, al perderla, de regreso había ganado el peso de reconocer la naturaleza de mis sentimientos por ella como una diferente.

Llevaba intentando no sentirlo desde el mismo segundo que me había dado cuenta de ello. Las circunstancias eran tan poco favorables como el hecho en sí.

Nada de lo que intentaba, ni insultarla, ni odiarla, ni hacer que me odiara, nada funcionaba. Pero sí había una última cosa que me quedaba por intentar. Una idea que había robado de Olivia misma.

Terminé de escribir el último ítem en mi lista y solté el bolígrafo como si acabara de suceder algo histórico. Quizás lo era. Estaba guardando el papel en una caja al fondo de mi clóset cuando mi madre me llamó para que bajara a comer. Fui a la mesa del comedor, me senté en mi silla de siempre frente a Olivia, y me pasé el resto de la cena mirándola, pensando en que debía dejar de hacerlo, y que quizás en un futuro lo lograría.

Tenía esperanzas.

———

MATT:

La única esperanza que albergaba en cuanto a mi madre, a esta altura, era que desapareciera de mi vida y la de mi hermana.

Poco menos que asesinarla, no veía la manera. ¿Y a dónde se podía ir, cuando el lugar que debía ser un refugio era el mismo del que se quería escapar?

Miré a mi madre, cenando del otro lado de la mesa, la vista en su celular como todas las noches.

Mi situación no estaba tan mal como la de mi hermana, dado que yo era el favorito. En vez de comentarios hirientes, solo obtenía indiferencia. Era una bendición.

Aún así, su mera presencia me recordaba todo lo que había sucedido, todo lo que podía suceder si me iba. Y no podía—irme de casa, de Edvey. Lo más probable era que no pudiera ir a la universidad, no hasta que Ivy acabara la escuela y pudiéramos pensar en escapar juntos.

Hasta entonces, solo me quedaba esperar lo mejor, aunque de esto suceder, sería algo sin precedentes.

Solo quedaba esperar que todos lo sobreviviéramos.

———

IVY:

¿Cuál era el punto de vivir si lo único que se hacía era sobrevivir? ¿Cuál era el punto si cada momento se pasaba a la espera de más, sin empezar una vida realmente?

Llevaba cada segundo desde esa noche, que se suponía que habría cambiado todo, buscando la respuesta. Aunque en ese entonces habría dicho un simple "ninguno", ahora sabía que no era verdad. Había un punto a todo esto, a pesar de no saber exactamente cuál.

Algunos días era más difícil de recordar que otros.

Miré a mi madre, me excusé en un murmuro, y fui tan ilusa como para esperar que alzara la vista y reconociera mi existencia antes de levantarme. Cuando no sucedió, lo hice de todos modos y me dirigí al baño.

Me aferré al lavabo, fijando la vista en el brazo que llenaba de brazaletes de colores. Con mi estómago retorciéndose, me permití llevar la otra mano a ellos y rozar lo que ocultaba debajo.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora