Capítulo 2.

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QUINN:

Nos preparamos para la fiesta de graduación en vano.

Dita ni siquiera llegó a terminar de maquillarse, cuando su preocupación por la tardanza de Olivia superó su deseo por divertirse.

Ese deseo era tan fútil en ella desde lo sucedido con Hunter que no pude hacer más que evadir el tema a creces, demasiado cobarde para explotar la burbuja del todo, a pesar de que eso habría significado sacarla de su preocupación.

—Estoy harta de la lluvia —dije, junto a mi ventana.

No estaba lloviendo, pero las nubes oscuras en el cielo de noche indicaban que eso cambiaría en cualquier momento. Hasta hacía unas horas, el clima había sido perfecto, el cielo descubierto, la temperatura ideal.

—Mala para el cabello —comentó Dita ausentemente, sentada en mi cama—. ¿Quizás Liv se está duchando? No entiendo cómo hace para tardar tanto siempre... —Solté la cortina y giré a verla. Estaba presionando sus dedos juntos sobre su regazo, la vista en ellos. Su cabello crespo estaba atado en un rodete esperando a ser arreglado, la sombra púrpura aun esperando a ser terminada en un ojo—. O se ha quedado dormida. Me dijo que se durmió como a las tres de la mañana ayer... ¿O sigue hablando con Noah? ¿Sabes de qué iban a hablar?

Entreabrí los labios, lista para decirlo, pero una vez más no pude.

—Probablemente se esté duchando —murmuré.

Y era una probabilidad. No creía que Noah llevara horas hablando con Olivia, y era muy razonable que antes de dirigirse a mi casa, se hubiera decidido por una ducha. Tanto para prepararse para la fiesta como por ser lo primero que siempre hacía cuando se sentía mal, por algún motivo.

Dita giró la cabeza, viéndome.

—Quinn —su tono pasó a algo más serio—, ¿sobre qué le quería hablar Noah?

—No me lo ha dicho.

Técnicamente, no era mentira. Noah no había hablado conmigo con exactitud; todo lo que yo sabía, lo había deducido a partir de la carta y su creciente humor horrible con cada día que la graduación llegaba más cerca.

Nos acabamos sumergiendo en una burbuja de silencio, con el ocasional comentario sobre lo mucho que estaba tardando Liv.

Cuando pasaron dos horas y Olivia seguía sin llegar a mi casa, ni dar señales de vida, debí romper la noticia. Ya era insostenible.

Dita salió corriendo.

Yo me quedé petrificada, sentada en mi cama por un tiempo, debatiendo qué hacer. A quién buscar.

Había dos personas en algún lugar de Edvey que acababan de tener sus corazones rotos.

Podía buscar a Noah, o podía buscar a Olivia.

Por un instante, fue difícil saber qué hacer.

Noah debía estar solo, donde fuera que estaba. Olivia tendría a Dita a su lado en cualquier momento. Quería asegurarme de que ambos estuvieran bien, pero Noah era el único que no tenía a nadie más que lo hiciera. No podía no ir a él.

Luego, me di cuenta de lo obvio.

Solo una de esas personas había sabido que ese día sería uno fatídico. Solo una era realmente inocente en esto.

Me cambié fuera del vestido para la fiesta y fui a la casa de Olivia.

Al llegar, le envié un mensaje a Dita para hacerle saber que estaba en la puerta y me senté en los escalones del porche a esperarla. Me froté las piernas descubiertas en mi falda contra el frío de la noche, el viento con más fuerza con cada segundo que las nubes se sentían más cercanas, así como el olor a lluvia en la soledad de la calle.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora