OLIVIA:
No deberíamos haber dejado que Dita organizara todo.
Nos tuvimos que despertar a las ocho de la mañana. Ocho. En verano.
No sabía ni cómo había logrado que Matt aceptara despertarse temprano, cuando él era de los míos—cualquier horario antes de las tres de la tarde debía ser ilegal.
Para cuando todos estuvimos listos—Heather nos hizo tardar más de lo pensado simplemente porque, como yo decía, se despertaba planeando ser un poco más insoportable que un día atrás—, se hicieron las diez de la mañana. Para cuando descubrimos cómo sentarnos en el auto de Matt, se hicieron las diez y media.
Acabé detrás entre Ivy y Heather. Mientras que una hablaba animadamente con Dita a su otro lado, Matt y Quinn delante, la otra se había puesto los auriculares apenas sentarse y miraba por la ventanilla. No entendía por qué, si nos odiaba tanto, Heather había aceptado salir con nosotros.
Pasamos la primera parte del viaje cantando las canciones de la lista de reproducción que Quinn había hecho especialmente para el momento. En un momento, le pedí que me pasara su celular para revisar el resto de canciones y agregar alguna a la cola de reproducción. Estaba buscando entre las canciones descargadas cuando apareció la notificación de un mensaje.
No quería verlo. Mis ojos fueron al nombre de contacto por accidente.
Noah.
Era Noah.
Mi corazón frenó solo de ver su nombre. No pude apartar la vista de las letras en negrita por unos segundos.
No sabía nada, absolutamente nada de él, desde que se había despedido de mí, si era que podía llamar así a esa masacre. Ni una palabra desde ese día, obviamente, ni un vistazo. Cuando alguien lo mencionaba frente a mí, se formaba un silencio espeso, pero eso era lo máximo que tenía. Ni siquiera oía noticias nuevas sobre él. No sabía dónde estaba, cómo había llegado, cómo estaba su madre, si había pasado algo con su padre. Cómo había sido su viaje, si le gustaba el lugar, qué hacía durante el día.
¿Ya había cambiado su número por uno de Italia, o el contacto que yo guardaba seguía vigente?
Había pasado de verlo todos los días, dormir con él casi todas las noches, a ya no saber nada de su vida. Quien más amaba convertido en un extraño en menos tiempo del que debería ser posible.
Aunque debería haber quitado la notificación para seguir con las canciones o devolverle el celular a Quinn, leí el mensaje:
N: quizás el mes que viene
Ivy estaba inclinada sobre los asientos, tapándome tanto de Quinn como de Dita. Matt estaba conduciendo, lo que dejaba a Heather como la única persona que podía regañarme. Le di un vistazo, para encontrarme con que me estaba mirando fijamente.
—¿Qué? —susurré, aunque con lo pegada que también estaba a Ivy, era un riesgo.
—No lo leas —susurró Heather de regreso, inclinándose hacia mí—. No puedes leer mensajes privados de la gente.
—Ah, claro, habla Doña Moral.
Abrió la boca, pero después alzó la vista más allá de mí y frunció el ceño.
—¿Qué miras? —soltó en voz más alta.
Puse el celular de Quinn boca abajo contra mi pierna antes de girar la cabeza lentamente. Por suerte, no era ni Quinn ni Dita, sino Ivy la única en prestarnos atención.
—Alguien se despertó de mal humor —dijo Ivy sin inmutarse, su tono tan alegre como siempre.
—No. Solo me molesta que me mires.
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Cenizas de Promesas (#1.5)
Teen FictionCOMPLETO. Libro narrado por todos los personajes de El Manuscrito luego del final.