Capítulo 58.

1.1K 206 790
                                    

GENTE TAYLOR THE MANUSCRIPT ESTOY TREPADA AL OBELISCO VENGAN!??????????????????????!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

———

HEATHER:

Desde mudarme a la ciudad, tenía todo lo que quería.

No había una hermanastra que no quería en mi casa, usando mi taza favorita sin mi permiso, robando el agua caliente justo cuando quería ducharme, trayendo a sus amigos a mi espacio y haciendo ruido. No había un perro que ladraba cada vez que se abría una puerta y que rascaba la mía para que lo dejara pasar.

Mi madre pasaba más tiempo en casa ahora que no tenía las horas extras del largo viaje a su trabajo. La situación era la misma para su esposo, quien por algún motivo pasaba menos tiempo abrazado a su licor, lo que a su vez mejoraba el humor de la casa en general. Los gritos eran menos frecuentes, por lo tanto, la necesidad de mi madre porque me comportara se había apaciguado. Todo regresaba lentamente a como había sido antes de Olivia—no perfecto, no la mejor relación, pero soportable.

Además, la ciudad era hermosa. Todavía no había terminado de descubrir mi propio barrio, que hacía ver a Edvey entero como un mundo en blanco y negro. Ya había vivido aquí de pequeña—en la casa de mis abuelos en un barrio cerrado—, y mis ojos de ahora lo encontraban todavía más pleno. Cuando salía a caminar de noche, pasaba por bares abiertos y gente riendo en las mesas en la calle, el aire de verano acompañando las luces que rodeaban hasta los árboles. Bicicletas, miles de autos, personas paseando, todo seguía allí pasada la hora de la cena. La ciudad nunca dormía.

Al salir, sabía que no vería a alguien dos veces. Una podía perderse en la ciudad, en el mar del anonimato. Podía dejar el pasado donde pertenecía y ser una persona nueva. Podía ser mejor, sin que el peso de las obsesiones que había dejado en Edvey me derrumbara. No me interesaba saber qué estaban haciendo mis antiguas amigas, con quién estaban pasando el tiempo. No me importaba aquella chica que había ganado, que se había quedado con todo, que por poco me había destruido.

No tenía que pasar madrugadas pensando en que, no tan lejos de mí, una persona que había conocido por la mayor parte de mi vida descansaba bajo tierra. Preguntándome si seguía en cada esquina de ese pueblo. Si estaba cuidando de su hermana en mi casa, culpándonos a los demás que vivíamos en ella.

Como si hubiera estado viviendo en una pesadilla y al fin despertara, las posibilidades parecían infinitas. Podían rodar los créditos; ya estaba feliz.

Excepto que los días pasaron y el vacío en mi vida se hizo cada vez más evidente.

Había salido del chat grupal con mi hermanastra y sus amigos apenas me había ido de Edvey. De no hacerlo, ellos habrían creado otro sin mí de todos modos, así que era mejor actuar como si yo lo hubiera elegido. Resultaba que las únicas notificaciones que me llegaban habían sido suyas, por lo que ahora mi celular estaba muerto. Ningún mensaje de ninguno de ellos individualmente. Ninguno de las demás personas del instituto con las que había hablado durante cinco años. Ninguno en mis redes sociales.

Era humillante. La gente asumiría que mi celular era uno que estallaba con notificaciones y números. No porque se viera como si tuviera muchos amigos, sino porque tenía muchos contactos. En la escuela nunca estaba sola, principalmente porque todos querían estar conmigo. La falsedad era más codiciada que el oro, y solo existía una persona que hubiera estado por sobre mí en la jerarquía.

Y ahora ni siquiera era un fantasma; era como si nunca hubiera existido.

Mi vida rápidamente perdió la emoción de ser la recién llegada. Me despertaba, desayunaba e iba al estudio para tocar el piano. Como en mi otra casa, era la única habitación del piso de abajo. Al decir que mejor deberían enviar al bebé allí, mi madre se lo había tomado como una broma. Pero no lo era. Según mis cálculos, mi hermana nacería llegada mi primera época de parciales universitarios, y no tenía interés en sumarle llantos de un bebé recién nacido a algo tan estresante.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora