OLIVIA:
Soñé con Hunter.
Acababa de enterarme de su muerte y mi tía lejana que no veía desde la infancia me llevaba a dar un tour por el departamento de mi hermano en la ciudad. Había una taza de café a medio tomar en la barra de la cocina. Un abrigo colgando del respaldo del taburete. Era invierno. Al entrar a su habitación, Hunter me esperaba sentado en la cama.
Cabello castaño revuelto a lo alto como si se acabara de despertar. El mentón partido. Los ojos castaños brillando con la travesura de siempre. Su chaqueta de jean, una mano en el bolsillo.
Una cálida sonrisa. Un susurro, "Livi."
Las lágrimas fueron instantáneas.
Intenté correr a él, abrazarlo y jamás dejarlo ir, solo para descubrir que estaba atrapada en arena movediza y me estaba hundiendo con rapidez. No me podía mover. Empecé a gritarle que me ayudara, pero él tampoco se movía. Tampoco hablaba.
¿Por qué no hablaba? ¿Por qué no venía?
De pronto, apareció un calendario en la pared negra del sueño. No era invierno. Marcaba estar en abril.
Le dije que quedaba poco para su cumpleaños número veinte. Mi tía regresó entonces. Yo era la única en la arena movediza.
Ella dijo que Hunter no iba a cumplir veinte. Nunca iba a cumplirlos.
Allí terminó el sueño.
Al despertar, lo hice con un jadeo. Al sentarme en mi lugar en la cama y llevar una mano a refregarme los ojos, me di cuenta de que en algún momento había llorado en más que el sueño.
Escondí mi rostro en mis manos e intenté respirar.
Solo había ido una vez al departamento de Hunter, cuando él y Julian apenas se estaban mudando. Se sentía toda una vida atrás, cuando solo había pasado un año. Aun así, me sorprendía recordar cómo se veía, si era que realmente era así—me enteraría en marzo cuando me mudara. El sueño se había sentido tan real que no podía abrir los ojos, no cuando acababa de ver a mi hermano.
Hunter murió el dos de noviembre, dos meses después del intento de suicidio de nuestra madre, que había sido en la madrugada del dos de septiembre, solo por horas esquivando mi cumpleaños. Un mes y un día antes de mi graduación, no que importara.
Seguía tan fresco que no tenía sentido. ¿Cómo podía ser que solo llevara dos meses sin Hunter? ¿Cómo, si algunas noches escuchaba audios que me había enviado, todos diciendo cosas insignificantes como que la abuela le había dicho que me dijera qué comprar para la cena, o que estaba viajando de la ciudad a casa, por miedo a olvidar su voz?
A veces, entraba a sus redes sociales y veía sus últimas publicaciones antes de morir. Sin falta, entrecortaba mi respiración ver las fechas. Lo peor había sido en la primera semana. ¿Cómo podía no estar aquí, si solo días, días, atrás estaba subiendo una foto? Tres días, cuatro días atrás, había estado sonriendo, posando para una foto. ¿Y ahora estaba muerto? Conforme pasó el tiempo, dejé de revisarlo tan seguido. Los días aumentaban hasta que ya no decía "seis días atrás", sino una semana, luego dos, luego un mes.
Tal vez lo peor era que, cada vez que lo buscaba, esperaba encontrar algo nuevo. Cada vez que entraba a nuestro chat, esperaba encontrar que estaba escribiendo.
Y ahora, acababa de ver algo que nunca había visto de mi hermano. Nunca lo había visto sentado en su cama de su departamento, vistiendo esa ropa. Lo acababa de ver. Ninguno de mis sueños sobre él había sido así antes. ¿Podía ser, entonces, que acabara de verlo de verdad?
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Cenizas de Promesas (#1.5)
Teen FictionCOMPLETO. Libro narrado por todos los personajes de El Manuscrito luego del final.