Capítulo 56.

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NOAH:

30 de enero

Olivia,

El impulso de llamarte no se ha hecho más fácil de soportar con el tiempo.

Desde esa llamada, por poco no me esposo a la cama para detenerme de comprar un pasaje a casa.

No me di cuenta de qué tan difícil fue no oír tu voz por más de un mes hasta que lo hice. Ahora, no sé cómo volver a acostumbrarme al vacío.

Me hallo repitiendo "más de un mes" para mí mismo, sin poder creerlo. Decirlo en sí es una manera de quitarle peso. Estamos a cuatro días de que se cumplan dos meses exactos. Por un lado, se siente más; por el otro, es como si todo hubiera sucedido ayer. Me pregunto cuándo el tiempo volverá a transcurrir como siempre, qué hará que lo comprenda. No hablo solo de perderte, sino también de lo que transcurrió con mi partida. He pasado toda mi vida con una única meta: sobrevivir. Y lo hice. ¿Qué es lo que queda ahora?

Solíamos poder hablar por horas sobre los temas más insignificantes. Incluso al principio, cuando nos odiábamos, seguía habiendo una fascinación por decir lo que fuera, solo para saber tu respuesta. No sabía cómo había pasado tantos años sin notarte, cuando con solo hablarte una vez quedé maravillado. No podía soportarte y, a la vez, solo quería más. Más de tus respuestas, de tus opiniones completamente diferentes a las mías en los debates en clase, de tus miradas despectivas; más de ti. Nunca tenía suficiente. Por eso seguía empujándote, irritándote, odiándote.

Si tan solo me mirabas, ese día había valido la pena. Y tan solo era odio en la escuela.

Es lógico que ya no tengamos eso, no con una sola llamada accidental, demasiado corta.

No puedo evitar preguntarme si, de tener más, podríamos regresar a lo que éramos.

Si, de regresar a Edvey, podría recuperarte.

Podría darte cada una de mis inútiles cartas (y cortar varias partes, porque me aburro a mí mismo cuando me pongo a hablar de mi vida. En mi defensa, no tengo a nadie más con quién hacerlo) o repetirlas en voz alta (que suena peor que una tortura, lo que probablemente te haría feliz), o decir palabras nuevas, porque estoy en una racha (excepto si me llamas a las siete de la mañana.) Haría lo que pidieras y sé que tomaría años lograr que cedieras, pero creo que, al final, lo lograría. Y valdría la pena.

Entonces, desde escuchar tu voz, no recuerdo por qué no lo hago y ya.

Al despertar hoy, mi madre me deseó un feliz cumpleaños. Después mi tía, mi prima, mis otras tías, y un sinfín de personas. La mayoría me dio regalos, lo que fue lo más extraño de todo. O, en realidad, lo más extraño fue cuando mi madre me preguntó si quería salir a desayunar con ella. Creo que ni de niño lo hizo.

Dije que sí.

Solo sirvió para resaltar el hecho de que, si bien ella lo está intentando, puede ser mi madre, pero también es una desconocida. Ni yo sé algo sobre ella—ni siquiera había sabido que teníamos tanta familia aquí hasta llegar—, ni ella de mí.

Estábamos allí sentados en una mesa, esperando a que nos llevaran los cafés en silencio. Me quedé mirándola, ni de cerca una mujer en un solo pedazo, pero con un ápice de tranquilidad que no teníamos en Edvey, y no pude evitar pensar: "¿qué estoy haciendo aquí?".

Ella estará bien. Le tomará años, terapia que todavía no ha empezado, perdonarse a sí misma y todo lo demás, pero estará bien. Durante todo eso, cada pequeño paso es uno donde está mejor que el anterior, aunque le tome tiempo llegar a ello.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora