Capítulo 62.

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feliz cumpleaños a dita y a la dita de la vida real<3

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AFRODITA:

Eran mis últimos tres días en Edvey y sentía que me estaba despidiendo de la naturaleza misma.

Nunca me había entusiasmado la mudanza. Pa no tenía por qué aceptar el ascenso de su trabajo en una nueva sucursal de la empresa. Vivíamos bien donde estábamos. Éramos felices, era hermoso y todas nuestras vidas estaban aquí, en Edvey, desde siempre.

Mis papás creían que sería divertido. Aunque no eran fanáticos de la rutina estructurada, esto era ir un paso más allá.

Recorrí mis rincones favoritos a lo largo de mi vida. El sector rosedal del parque, el prado lejano al que Olivia y yo solíamos ir a hablar y dibujar, el refugio de animales donde habría sido voluntaria de tan solo quedarme, la pequeña tienda de decoraciones e inciensos, la que estaba al lado donde vendían semillas de plantas. Invité a Olivia a ir al arcade improvisado en el centro del pueblo—que contaba con unas tres máquinas y siempre estaba vacío—, y nos dimos cuenta de que de niñas nos había resultado el paraíso porque nuestros cerebros estaban menos desarrollados.

Fue divertido dedicar días enteros a ello. Mis papás me habían quitado el límite de lo que podía gastar este verano, por lo que compré en cada tienda y también para Olivia—aunque ella no tenía idea de qué hacer con las cosas que me gustaban.

Luego, solo quedó un lugar. No era de los que me gustaban. No era de mis rincones de siempre. Nunca había entrado hasta noviembre.

Conduje sin música, con la ventana un poco baja. No había autos en el camino y solo se escuchaban los pajaritos chirriando con el calor. Aparqué en la cuadra de en frente y tomé el ramo de flores del asiento de copiloto. A Ma no le gustaba que viniera, pero no lo decía, y me había acompañado a comprarlas.

Ya no me daba escalofríos entrar al cementerio. Aunque seguía siendo casi imposible ver la tumba de Hunter.

Dejé las flores en ella. Se notaba que hacía tiempo que nadie venía. Yo no lo hacía desde antes del viaje a la playa, y Olivia me había dicho que solo había venido una vez en todos estos meses. Dudaba que Heather lo hubiera hecho, al igual que su madre y el padre de Olivia. Lo que solo dejaba a la abuela. Por lo que Olivia me había dicho, todo lo que la pobre mujer hacía era dormir y encargarse de los mandados.

Esperaba que, aun así, Hunter supiera lo amado que era.

—Queda una semana para mi cumpleaños —dije—. Me debes la canción.

Me quedé con la vista fija en el césped amarillento, sintiendo la brisa en mi piel. Había pensado en tantas cosas para decirle, que sentía que ya las había pronunciado. En mi cabeza, no llevaba ni un día sin hablar con él.

En la realidad, estaban por cumplirse cuatro meses.

Mis papás decían que volveríamos a Edvey en las fiestas para visitar a la familia, pero dudaba que lo hiciéramos este año; probablemente preferirían vivir la experiencia en nuestra nueva casa por ahora.

Era mi última visita a Hunter por mucho tiempo. Quién sabía quién sería la próxima vez.

Había oído a mis papás hablar sobre ya no sugerirme empezar terapia, sino forzarme a ello. Solo me dejaban salirme con la mía porque no tenía sentido comenzar en Edvey y rehacerlo al poco tiempo con la mudanza. Al parecer, ninguna cantidad de maquillaje, plantas que cuidar, ni manualidades que aprender, ocultaban que no estaba bien.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora