HEATHER:
Desde la fiesta, había un sueño recurrente en mis noches.
Ivy y yo en la cama de esa habitación. Su mano, cuando rozaba mi pierna, hacía más que eso. Subía por el interior, acariciando mi muslo con una lentitud precisa para que mi piel se erizara, hasta el borde de mi vestido. Luego lo subía, hasta que sus dedos rozaban mis bragas.
Mi piel ardía, sus dedos ardían, y en la parte baja de mi estómago había un nudo que empezaba a deshacerse. Yo apretaba mis piernas juntas, mientras que separaba los labios. Ivy dejaba los dedos debajo de mis bragas.
El sueño terminaba esa parte allí y pasaba a otra escena.
Cuando había llevado mis dedos a sus labios, ningún mensaje me interrumpía. Me dejaba acariciar a Ivy. Su respiración temblaba contra mi tacto, cálida, casi tanto como mi interior. Cada vez me inclinaba más a ella, hasta que también la acariciaba con mi respiración, hasta que su boca era todo lo que podía ver.
Y pasaba a otra escena.
Cuando había estado con Matt y ella, y todo el resto de la fiesta. Matt iba a buscar a Olivia, mientras que Ivy se quedaba conmigo. Me ofrecía bailar. Yo aceptaba, por algún motivo.
Era recién entonces, entre miles de cuerpos iluminados por los colores incandescentes, cada centímetro de Ivy pegado a cada centímetro de mí, que ella posaba una mano bajo mi barbilla, me giraba hacia ella, y me besaba.
Allí era cuando despertaba.
Mi respiración acelerada, mis latidos desbocados. El cabello pegado al cuello del calor, las sábanas en el suelo. Mi camisón subido hasta mis pechos, y mi mano bajo mis bragas.
La desorientación era tanta que la vergüenza tardaba minutos enteros en llegar, hasta que lograba calmar mi cuerpo. Hasta que bajaba mi camisón y corría a mi baño a lavarme las manos y echar agua helada a mi rostro, pasándola por mi cuello.
Esta vez, no fue suficiente. Esta vez, el sudor hacía mi cuerpo entero pegajoso. Me metí a la ducha.
Me sentía sucia. Siempre me sentía así, no solo después de soñar con ella, sino en general en mi vida cuando se trataba del sexo. Pero, a diferencia de esas veces, donde lo que sentía eran náuseas, la suciedad de ahora era distinta. Era porque quería más. Quería regresar a la cama y no luchar contra lo que deseaba.
No podía.
Con los ojos cerrados, dejé el agua fría correr por mi cuerpo. Intenté con todo lo que era no pensar, no dejar que me perdiera ante lo que realmente quería. Intenté que el agua me despertara y me devolviera a la realidad por completo.
Las cosas que soñaba no eran lógicas. No solo porque jamás sucederían, ni podían hacerlo, sino porque no las quería. No lo hacía. No sabía de dónde salían, pero de mí seguro que no.
Ivy empezaba a robar mi mente. No podía dejar que también se apropiara de mi cuerpo. Había intentado arruinar mi vida una vez, y solo había llegado cerca porque no la había previsto. Pero ahora la veía, y no volvería a tomarme por sorpresa. No volvería a estar tan cerca de tener poder sobre mí.
De todas las personas del mundo, no sería la insignificante de Ivy Talbi quien al fin me destruyera.
Cuando salí de la ducha, busqué un camisón y bragas nuevas. Dejé mi cabello húmedo acariciando mi espalda descubierta, ayudando contra el calor. Luego de ver la hora en mi celular—cuatro y media de la mañana—, decidí bajar a la cocina por un vaso de agua.
Al abrir la puerta, mis ojos fueron a la de Olivia como un imán. Solo al acercarme distinguí ruidos dentro, voces de película.
Esta noche no era solo Dita quien—como siempre—estaba durmiendo con Olivia.
ESTÁS LEYENDO
Cenizas de Promesas (#1.5)
Teen FictionCOMPLETO. Libro narrado por todos los personajes de El Manuscrito luego del final.