Capítulo 47.

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AFRODITA:

Estábamos en la playa, solo Quinn, Liv y yo.

Habíamos visto el atardecer pasar e irse y ahora estábamos sentadas a la orilla del mar, arena húmeda bajo nuestra lona y nuestros pies clavando sus huellas en ella. El agua no nos tocaba, pero la arena ya estaba fría de por sí. Habíamos comprado jugo de coco, las frutas que servían como envase descartadas a un lado de Olivia en la lona.

Ma se desmayaría al ver el recibo de la tarjeta.

—Entonces —dijo Liv, inclinándose hacia mí, en el medio, con su celular a la vista—. ¿Qué le digo?

—Hola —sugerí lo obvio.

—O solo responde la pregunta —agregó Quinn.

Sentí el pecho de Olivia subir contra mis brazos.

—No quiero hacer esto —soltó junto a una exhalación.

—Si no quisieras, no le habrías dado tu número.

Pasé un dedo por la pantalla del celular de Liv para que no se apagara. Como si hubiera sido una invitación, ella lo dejó en mi mano.

Leo no estaba agendado. Solo había un mensaje, enviado por él, diciendo su nombre y preguntando si Liv estaba libre para salir esta noche.

—¿Y si mejor sales con el chico del café? —preguntó Quinn—. Mira si la cita sale bien y este chico quiere seguir viéndote en Edvey.

Esa sería la definición del éxito, por lo que no entendía el tono de advertencia.

—Mejor eso antes que un desconocido —dije—. Mira si el chico del café la secuestra. Ni siquiera sabemos su nombre.

—¿Y qué sabemos de este?

—Que quedó segundo en la competencia de escritura del año pasado —respondió Olivia con voz monótona.

Era lógico que Quinn y Liv no recordaran al chico de la escuela, si ambas vivían en sus propias burbujas, pero era alguien común y corriente que conocíamos hacía cinco años. Amigo de Matt, incluso. No hallaríamos a alguien que otorgara el mismo nivel de seguridad.

—¿Y quién quedó primero?

Olivia la miró mal. Quinn recordaba perfectamente quién había ganado.

Abrí el teclado del celular. Si Olivia empezaba a pensar en Noah, temía que se arrepintiera de esto.

—¿Y si quedo muy formal? —preguntó Olivia abruptamente cuando empecé a tipear. La miré de reojo, su cabello estaba contra su mejilla debido al viento que nos daba de costado—. Como si nunca hubiera hecho esto. Cosa que es verdad, así que no creo que sea buena idea. ¿Y qué ganaría, de todos modos?

—Hasta Matt ligará esta noche, Liv —dijo Quinn.

—Matt liga todas las noches —la corrigió—, solo que en discotecas. Más normal. Esto es muy raro.

—Alguna vez en tu vida deberás hacerlo —señalé—. Mejor romper el hielo ahora, ¿no? Y la próxima vez no te sentirás tan rara.

—No, porque planeo estar soltera hasta el día que me muera.

Me di cuenta de que el celular se había apagado. Puse mi huella—la había obligado a Olivia a agregarme al sistema años atrás—y volví a tipear. Cuando ella no me frenó, envié el mensaje.

—Listo. —Le devolví el celular con una sonrisa—. Hecho.

—Ahora volvamos a lo importante. —Me recosté sobre mis codos para ver a Quinn, quien ante nuestro silencio expectante, agregó—: Yo.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora