IVY:
Había algo que nadie decía sobre el acto de llegar tan enfadada de la calle que una se lanzaba a la cama para probar un punto, y eso era la incomodidad al recordar que no se había lavado los dientes.
Tal vez podría haber encontrado una mejor manera de salir de la habitación sin que Heather se enterara de que era para eso—decirlo le habría quitado dramatismo al momento. Mejor dicho, definitivamente había un millón de mejores maneras de hacerlo que acabando en una discusión sobre si Heather amaba a Olivia.
Claro que lo hacía.
Claro que solo le importaba ella.
Mientras me lavaba los dientes, me miré al espejo, diciéndome que dejara de exagerar, que ignorara el ardor en mi pecho. No había confirmado nada que no fuera obvio desde el principio.
Heather había estado con mi hermano, y yo me había metido entre ellos así como así. ¿Cómo podía haber creído por un solo segundo que saldría impune de ello? ¿Que una vez que Matt ya no estuviera en la imagen, pasaría a ser la única para Heather, como ella lo era para mí? Nunca sería su primera opción.
Y, además, ¿qué habría hecho si no hubiéramos acabado peleando? ¿Dejar que Heather me tocara, cuando antes le había que parara, no fuera cosa que se diera cuenta de lo gorda y fea que era debajo de mi ropa? ¿Dejar que me viera desnuda, cuando ni siquiera podía permitirle verme los brazos?
Una vez que terminé con el baño, me dirigí a la habitación de Matt y las chicas. Decidí cambiarme, investigando en la maleta de Matt hasta tomar primera camiseta que vi y una sudadera, como todo me quedaría hasta debajo de las rodillas de todos modos. Luego, me acosté en el sofá cama, no para dormir, sino solo a esperar a que regresara el resto. Ya buscaría una solución definitiva más tarde.
Bufando, rodé sobre mi costado.
No quería nada de Heather. No una relación, ni siquiera una amistad a medias; nada. La odiaba. No la soportaba.
¿Pero era tan loco pedir que, por mucho que nos detestáramos, al menos tuviera la decencia de pensar en mí cuando estaba conmigo?
Bufando otra vez, giré sobre mi otro costado.
No importaba. Había problemas más urgentes en la vida.
No importaba en lo absoluto si una chica no me prefería por sobre alguien más. No me perdía de nada si esta había sido nuestra última noche, si a partir de ahora elegíamos realmente alejarnos de la otra. No la necesitaba en mi vida, ni lo que fuera a darme. ¿Heather haría que mis problemas desaparecieran? No. Heather no cambiaría nada importante.
Creía que atreverme a soñar con alguien era una pérdida de tiempo que solo acabaría en decepción, puesto que era obvio que la otra persona no sentiría lo mismo por mí. En mi mente, era imposible que alguien fuera a desearme alguna vez en toda la vida. Lo había aceptado como mi realidad, y tampoco era que me molestara mucho. Simplemente no había nacido para ser besada, tocada, o al menos deseada de lejos.
Sin embargo, Heather lo hacía. Era la primera, y la única.
A pesar de saber que nunca sería saciada, la necesidad voraz seguía existiendo en mí. Porque, ¿qué tanto existía en este mundo, si nunca era tocada? ¿Era una persona real si no dejaba una marca en alguien más? Así que soñaba dormida o despierta, leía libros y escuchaba música, imaginando que alguien me vería como esas voces ajenas narraban.
Y ahora, aquí estaba Heather, sosteniendo mi sueño en sus manos.
Rindiéndome, me senté en mi lugar. Llevé mis rodillas a mi pecho y apoyé la barbilla en ellas, observando un punto en la oscuridad.
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Cenizas de Promesas (#1.5)
Teen FictionCOMPLETO. Libro narrado por todos los personajes de El Manuscrito luego del final.