IVY:
No hablamos mientras comía. Había pensado que el sándwich o el pan de chocolate, alguno de los dos, sería de Heather, pero cuando los trajeron a la mesa me dijo que había pedido ambos porque no recordaba si para la presión baja se necesitaba algo dulce o algo salado.
Era...lindo, verla tan preocupada. Una vez que recuperé algo de energía tras la mitad del sándwich, me di cuenta de lo rápida que había sido para manejar la situación—desde evitar que me cayera hasta llevarme al café más cercano, donde había pedido un vaso de agua en medio segundo.
—Mierda —soltó después de que dejaran nuestros cafés en la mesa—. Olvidé que no te gusta el café. Estaba pensando que la cafeína es buena cuando pasan estas cosas... Iré a pedirte algo más.
—No hace falta —me apresuré a decir—. Pero gracias. Por todo.
Me concentré en el sándwich, obligando a mi sangre a abandonar mi rostro. Genuinamente no había sido mi intención estar tanto tiempo sin comer, se me había pasado el almuerzo por haber salido temprano de Edvey. Heather tocaba su café de vez en cuando, dedicándose la gran parte del tiempo a observarme a pesar de que me negaba a devolverlo. Se tornó incómodo con rapidez, y cuando terminé el sándwich, ya no pude soportarlo.
—Estamos aquí para terminar la inscripción de Matt a la universidad —dije solo para romper el silencio—. O ese era el plan, y terminamos decidiendo hacer un tour por todas las universidades. Estábamos por recorrer la de abogacía, pero frenamos por el café antes. ¿Qué haces tú aquí, con tu madre?
Heather parpadeó rápidamente.
—Quería pasar el rato conmigo, supongo. Por cierto, ya le he avisado a Dita que estamos juntas. Por si se preguntaban dónde te habías metido.
—Has pensado en todo —murmuré. Se encogió de hombros como si no fuera la gran cosa.
Como el beso que había dejado en mi cabeza. Me había dicho que no le importaba, solo tenía decencia humana, y era verdad. Pero no cualquier persona se habría sentido inclinada a hacer eso por verme con la presión baja, y Heather era lo contrario a alguien cariñoso o excesivamente amable.
—¿Entonces Matt vendrá aquí a vivir con Olivia? —preguntó, quitándome de mis pensamientos.
—No creo. —Sabía que, lamentablemente, Matt no me dejaría en estas circunstancias—. Nos...eh...bueno, los tres nos mudaremos aquí. Matt, nuestra madre, y yo.
Los ojos de Heather se expandieron.
—¿Qué? ¿Tú? ¿En la ciudad?
—Dentro de las próximas semanas.
Quedó boquiabierta, lo que comprendía. Esto no se suponía que sucedería en lo absoluto. Sin saber muy bien por qué, comencé a explicarle todo. Al principio me sentí cohibida porque su completa atención cayera sobre mí, con ella incluso inclinada sobre la mesa, pero a medida que hablaba, pequé de comodidad. Hacía tiempo que Heather había dejado de darme miedo.
Mi plan de vida había sido escapar o ignorarla cada vez que la viera, con el plan de repuesto siendo dejarle claro lo enfadada que estaba y que no quería volver a hablarle en la vida, pero suponía que podía dejarlo de lado por una tarde. Tener una conversación civilizada y, una vez que nos fuéramos de aquí, nunca volver a hablar.
—Eso es horrible —murmuró cuando terminé de contarle sobre mi nueva escuela.
Alcé un hombro y le di un trago a mi refresco antes de decir:
—Tal vez no. O sea, todas las historias que se cuentan de esos lugares deben ser solo eso. ¿O por qué la gente seguiría mandando a sus hijos allí?
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Cenizas de Promesas (#1.5)
Teen FictionCOMPLETO. Libro narrado por todos los personajes de El Manuscrito luego del final.