Capítulo 30.

1.4K 271 826
                                    

HEATHER:

De todas las maneras en que esperaba que comenzara la mañana del viaje, nunca había previsto que fuera con Matt apartándome del resto para regañarme.

Desde que había arruinado todo en Año Nuevo, había pensado que no se me acercaría por un tiempo. Casi me había esperado que me quitara la invitación al viaje, lo que habría sido horrible. Olivia, junto con la ayuda de Dita, había logrado que mi madre me diera permiso para acompañarlos, de alguna manera de la que no estaba enterada, y seguía sorprendida. La ilusión de escapar de mi casa, mi madre y su esposo por unas semanas me tenía flotando en una nube de la que ni siquiera pensar en cómo la había cagado con Matt me había bajado.

Pero ahora aquí estaba, apoyada contra la pared de la esquina de mi casa, con un Matt de semblante serio en frente.

Matt nunca estaba serio.

Estaba convencida de que me hablaría de esa noche, de nosotros, hasta que abrió la boca:

—Deja de tratar a mi hermana como la mierda.

Abrí los ojos de par en par.

De todos los temas que podía tocar al hablarme por primera vez desde esa noche...

—No la trato mal.

—No soy idiota.

—La trato como al resto —continué sin inmutarme, cruzando los brazos sobre mi pecho—. ¿Por qué debería recibir trato especial?

—No tratas mal a todos. Solo a ella. Y a Olivia, pero así son ustedes.

—¿Y? —Hice un gesto de impaciencia con la mano—. Al punto, Matt.

—Mira —empezó, casi un suspiro de cansancio—. La verdad, verdad, verdad, Ivy ni siquiera quería venir hoy. No quería venir de viaje. Por tu culpa.

—No le he hecho absolutamente nada.

Lo peor era que no estaba mintiendo.

—Me ha dicho que no quiere estar dos semanas en una casa contigo, incómoda. No quiere estar contigo —repitió, como si no me hubiera quedado claro. Abrí la boca para decirle que Ivy era una estúpida malagradecida, cuando se apresuró a agregar—: Ahora, la he convencido de que venga igual, y no voy a pedirte que tú no vengas, claramente, así que solo compórtate. Sé que es mucho pedir, pero son solo dos semanas de actuar como una persona normal.

De no ser porque de a poco había perdido la expresión seria para convertirse el Matt de siempre, con el deje juguetón a sus palabras y la tranquilidad en su rostro, me habría ofendido enormemente. Yo era la persona más normal de todo este grupito.

—¿No te parece penoso, pedirme que trate bien a tu hermana como si fuera una niña indefensa?

—No es como si ella fuera a pedirlo. Es demasiado amable... —O demasiado estúpida, agregué en mi mente—, y no quiere hacer las cosas incómodas.

¿Ella le había dicho eso? ¿Había inventado toda una historia sobre no querer verme?

La última vez que la había visto, la había ayudado. ¿Y así me lo devolvía?

—¿Y por qué debería hacer lo que me pides?

Nunca habíamos sido mucho, pero ahora, no éramos nada en lo absoluto. No tenía por qué escucharlo, ni ser decente con su hermana.

Matt bajó la barbilla, examinándome más de cerca con los ojos ligeramente entrecerrados.

—Te ayudé durante el año. —Su tono cambió una vez más, endureciéndose. Perdí la sonrisa—. Te ayudé sin preguntar, sin pedir algo a cambio, sin conocerte. Te volvería a ayudar. Solo te pido que dejes de tratar a mi hermana como si fuera una basura, cuando ni siquiera ha hecho algo para creer por un solo segundo que lo merece.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora