IVY:
Al principio, no pensé que la idea de mi madre fuera mala.
Matt regresó un día después de haberse ido a la ciudad. Llegó luciendo como si alguien hubiera muerto, pero alegó estar cansado por el viaje, por lo que lo dejé dormir sin preguntar qué había sucedido. Me evadió el resto del tiempo.
Tuve la suerte de ya haber cenado para cuando mi madre regresó a casa la noche siguiente. Aunque por un rato no entendí lo que ofrecía como algo malo, más tarde mi apetito me abandonaría por completo. Me dijo que quería hablar conmigo y me obligó a sentarme en la mesa de la cocina. Intentó que Matt se fuera, pero fue imposible de convencer. Se sentó junto a mí, con nuestra madre del otro lado.
Aunque acababa de llegar de un viaje de horas desde la ciudad, ella no fue a su habitación ni a dejar la bolsa. Estaba vestida en algo que usaría para ir a Magni Electi; una camisa blanca y unos elegantes pantalones negros. Su cabello oscuro estaba suelto, cayendo prolijamente sobre sus hombros. Cuando entrelazó las manos sobre la mesa, me dio la sensación de estar en la oficina de la rectora. No en mi casa, en pijama, siendo las diez de la noche.
―He estado teniendo reuniones toda la semana ―comenzó. No preguntó cómo estaba, considerando que hacía tiempo que no la veía. No sabía por qué me sorprendía, si ni siquiera me había saludado al llegar. Le había preguntado a Matt si ya habíamos cenado, para acto seguido buscarme en la cama y ordenarme que me levantara―. Recibí una propuesta poco antes de que terminara el ciclo lectivo. Nunca la consideré a fondo, pero la mantuve cerca por si acaso. He estado pensando en cómo lograr que Matt vaya a la universidad sin que tenga que hacerlo solo. No puede simplemente mudarse a una ciudad que no conoce y no lo creo responsable para vivir solo a esta edad, tampoco.
Matt carraspeó.
―¿Bueno? ―dije yo. Había estado a páginas de terminar el libro que estaba leyendo. No quería escuchar a mi madre en este momento.
―La universidad me ha ofrecido un puesto como vicerrectora. He estado pensándolo el último tiempo, sin saber qué hacer. Es una posición extremadamente prestigiosa, pero también lo es el cargo que tengo ahora. Y tú ―dijo mirándome a los ojos, porque al parecer decir mi nombre no estaba entre las opciones―, todavía tienes un año más de escuela. Dios sabe qué fácil habría sido todo si no se te hubiera dado por repetir...
―¿Puedes ir al punto? ―la interrumpió Matt―. Estoy cansado.
―Al final, no se me ocurrió otra manera de hacer que esto funcione que aceptando el trabajo. Todo está listo para que tome el mando, y mi vicerrectora del Instituto pasará a ser la rectora.
Fruncí el ceño. Tenía un año más de escuela, pero no la necesitaba allí para terminarlo. Contrario a lo que le gustaba pensar, tenía buenas notas y era merecedora de mi lugar en Magni Electi.
Hasta que conecté el resto de los puntos. Había una gran cantidad de gente en Edvey que trabajaba en la ciudad, aunque no fuera ideal con las horas que se perdían en viaje de ida y vuelta. Pero ese no sería el caso con mi madre, si no confiaba en que Matt viviera solo.
―¿Te irás de Edvey con Matt? ―pregunté.
No me sorprendería que me dejara todo un año sola. Suponía que al menos me daría una tarjeta a mi nombre, ahora.
Mierda. Tendría que aprender a cocinar más que tres simples platos.
―Me quedo con Señor, ¿no? ―agregué apresuradamente. Eso era lo primordial. Prefería no tener comida antes que no tener a mi perro.
Mientras más lo pensaba, mejor sonaba. Solo Señor, la felicidad y yo. Matt en la universidad, también siendo feliz.
Con la cabeza ladeada, mi madre me miró como si fuera estúpida.
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Cenizas de Promesas (#1.5)
Teen FictionCOMPLETO. Libro narrado por todos los personajes de El Manuscrito luego del final.