QUINN:
Mientras más se temía una fecha, más rápido llegaba.
Una semana, ese es el tiempo que tuve con Noah luego de la graduación.
Todos los días juntos porque yo lo obligué. Todos los días de no ver a Dita, Matt y Liv porque sentía que cada segundo que no estaba con Noah era tiempo perdido.
Por supuesto que mis amigos no eran una pérdida de tiempo, pero cuando llevara un mes, dos, quizás todo un año o incluso más, sin ver a Noah y pensara en la última semana que habíamos tenido, no quería arrepentirme de no haber usado cada segundo disponible.
Eso era lo que me mataba. Había sabido, desde el instante en que había puesto un pie en Edvey, que apenas terminara el último año de secundaria volvería corriendo a mi hogar. Siempre había sabido que me despediría de Noah, lo que cambiaba era que no había considerado que él sería el primero en irse. Durante el año no había pensado, ni por un instante, que solo tendría una semana luego de la graduación. Tampoco había imaginado las circunstancias, con Noah tan decidido a estar solo. ¿Cómo haría para que no me ignorara si lo tenía a un océano de distancia? ¿Qué me aseguraba que esta no era la última semana de toda nuestra amistad?
Así que pasé todos los días con él, molestándolo, viendo películas, saliendo a nuestros lugares por última vez, y así de rápido la semana había llegado a su fin. Lo había ayudado con compras de último momento para lo que necesitaría en Italia, y con la organización del viaje en sí, ya que su madre no estaba en condiciones de cooperar mucho. Un día había desaparecido hasta la noche, cuando había regresado de su casa sin energía y me había dicho que había ido a hacer las maletas. Desde entonces, no había vuelto a su casa, y por lo que sabía ni siquiera hablaba con su madre por mensaje—quien había viajado a Italia dos días atrás. Lo único que parecía afectarle de la situación era no ver a sus gatos.
Durante la semana había estado tan enfocada en Noah que la había cagado con el resto, lo reconocía. Un día había entrado en pánico al darme cuenta de que nada me aseguraba que Liv, Dita y Matt no me apartarían de la misma forma que temía de Noah una vez que yo me fuera. Estaba perdiendo tiempo de ellos al estar con Noah.
Hiciera lo que hiciera, estaba perdiendo.
Le había enviado mensajes a Olivia, nunca había dejado de hacerlo, y ella seguía sin responder. Dita solo me había hablado durante esa semana para preguntarme cuándo se iría Noah.
Matt acabó siendo mi único consuelo. No solo me daba noticias de Olivia—que decía que obtenía a través de Dita, para que no me pusiera mal pensando que Olivia solo me apartaba a mí—, sino que también me había dado la ubicación de Dita. Entonces, había armado el plan para ir a aquella galería del centro y había obligado a Noah a acompañarme con la esperanza de que Olivia también fuera.
En mi mente, nada estaba totalmente perdido hasta que el avión de Noah despegara.
Esa parte del plan había fracasado, de todos modos, pero sí había logrado hablar con Dita. Habría podido buscarla antes en su casa o en la de Olivia, ¿pero para qué? ¿Para que volviera a cerrarme la puerta en la cara? Una emboscada había sido necesaria.
Ahora solo necesitaba que Olivia me perdonara.
—Noah —pregunté luego de ducharme por la mañana—. ¿Me acompañas a la casa de Olivia más tarde?
Noah alzó la vista de su computadora, parpadeó un par de veces, y volvió a bajarla.
Algo que rompía la fantasía de vivir juntos por una semana: Noah no me soportaba.
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Cenizas de Promesas (#1.5)
Teen FictionCOMPLETO. Libro narrado por todos los personajes de El Manuscrito luego del final.