Capítulo 32.

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IVY:

Salimos a desayunar a un café en la playa, su terraza con vista al mar. A pesar de que Heather se la pasaba quejándose de que el viento le ponía el cabello en la cara, estábamos pasando un buen rato.

Hasta que Heather entró al lugar para usar el baño y Dita aprovechó para inclinarse sobre la mesa y preguntarme:

—¿Cómo ha sido dormir con Heather?

Casi le escupí mi licuado en la cara.

Dejé la copa en la mesa apresuradamente y tomé una servilleta para secar las gotas que habían caído sobre mi sudadera.

—¡No he dormido con Heather! —casi chillé, pasando la servilleta con esmero para retrasar alzar la vista. Cuando inevitablemente lo tuve que hacer, me encontré con el ceño fruncido de Dita—. ¿Qué?

—¿Y dónde has dormido entonces? No me digas que te ha echado de la cama...

Ah. Claro. Claro que estaba preguntando sobre si había dormido con Heather en el sentido de dormir en la misma cama. ¿Por qué había pensado en lo otro?

Contuve el impulso de golpearme la frente.

—No, no, claro. No. —Carraspeé, acomodándome en la silla de metal con tanta inquietud que se apartó de la mesa. Volví a arrastrarla, sintiendo mis mejillas calentarse bajo la atención del resto. 

Me había despertado con el pie izquierdo. O en realidad debía decir el derecho, porque yo era zurda. ¿O me despertaba con el pie derecho aunque fuera zurda? Nunca me había fijado.

Miré de Dita a Matt a su lado, a Olivia al mío; los tres perplejos.

Estaba tardando demasiado en contestar.

—¿Qué te pasa? —me preguntó Matt.

—Son las nueve de la mañana y nos dormimos a las cuatro, como mínimo —mentí pobremente—. Estoy cansada.

—Claro —dijo Dita. Se notaba que no me creía.

—Pareces algo acalorada —comentó Olivia, que hasta entonces había sido un ángel y solo se había concentrado en beber su café.

—¿Por qué Heather tarda tanto? —Giré a ver por sobre mi hombro a la entrada al café justo cuando salía una chica con el cabello oscuro, pero cuando salió de la sombra del techito, me di cuenta de que era una mesera. Volví a ver al frente, a Dita—. ¿Ustedes cómo han dormido?

—Como siempre. No cambies el tema.

—Yo también he dormido como siempre. De costado, los ojos cerrados...

—¿Heather duerme de pie con las manos cruzadas sobre el pecho? —soltó Matt—. ¿O directamente no duerme de noche?

—Pregúntale a ella —dijo Olivia, viendo un punto a mi espalda.

Giré rápidamente, encontrando que esta vez sí era ella quien estaba pasando por la puerta.

Cuando se acercó a nuestra mesa, caímos en silencio. Retomó su lugar en la punta y nuestras rodillas chocaron. Las corrí a un lado como si me hubiera electrocutado, chocando con las piernas de Olivia por accidente. La miré, una disculpa en la punta de la lengua, pero la mordí cuando la vi con una sonrisa ladeada, sus ojos burlándose de algo que no entendía.

—Estoy empezando a sospechar cosas —oí murmurar a Dita.

Olivia, sin apartar los ojos de mí, asintió lentamente antes de alzar su taza y beber de su café.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora