Capítulo 1.

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QUINN:

Estaba muriendo.

El suelo era demasiado duro a mis pies, mi espalda demasiado larga para donde estaba sentada, de manera que mi cuello dolía y mi cabeza amenazaba con caer hacia atrás. La iluminación era muy baja, la temperatura alta. Intentaba conjurar pensamientos, mas todos escapaban. No podía concentrarme, mis ojos fijos en un punto insignificante en la grandeza de la situación, sin ver realmente.

Estaba muriendo.

De aburrimiento.

¿Quién diría que la graduación de la escuela no sería como en las películas?

La gente en la escuela se debatía entre tropezar con sus propios pies en un intento por lamer los míos, o temerme. Aunque entretenido, no podía significar menos en este momento; solo quería estar cerca de mis amigos. Gracias a las butacas asignadas por apellidos, lo único que podía hacer era contar cada segundo hasta que la celadora de Magni Electi acabara su discurso, tragándome resoplidos, examinando mis uñas.

Además, ni siquiera tenía un birrete, cuando siempre había querido decorar el mío con brillos.

Esta graduación era un horror en cualquier sentido.

Cuando fue mi turno de subir al escenario, casi salté de la emoción por al fin moverme. Tomé mi diploma y me preparé para una foto. Todos aplaudían, algunos incluso chiflaban.

Busqué con los ojos a alguien entre el mar de rostros de alumnos y padres sentados en las butacas. Era inútil, ¿a quién encontraría? Nadie había ido a verme a , ni siquiera mi mejor amigo.

Mis ojos llegaron a la única persona en toda el Aula Magna que me odiaba con una profundidad que casi igualaba las heridas en ambas de nuestras espaldas.

Sofía Sasaki era el peor tipo de pesadilla que se podía encontrar, sin parecer una hasta que era demasiado tarde para escapar. Mirarla a los ojos era como enfrentarse con destrucción. Era mi espejo. La única persona que me importaba lo suficiente para odiar, y la misma a la que más había amado.

Desde su lugar en una de las últimas hileras para alumnos, me sonrió.

Solo la práctica evitó que rodara los ojos en medio del escenario.

Una pésima graduación, en efecto.

Corrí la vista a mis amigos, sabiendo en qué lugar exacto encontrarlos por las prácticas con los asientos designados. Miré a Afrodita, quien no paraba de llorar desde que ella misma había subido por su diploma, luego más atrás a Olivia y Matt, quienes tenían sonrisas gigantes en el rostro, él agitando una mano en mi dirección.

Fue la vista de los tres lo que tornó mi sonrisa en una genuina.

Nadie había venido por mí, pero al menos estaban ellos.

Posé para el fotógrafo debajo del escenario, sentí el flash en mi rostro, y me bajé. Así como así, culminaba la vida a la que había sido empujada a la fuerza años atrás. Así como así, era libre de regresar a la realidad—a Los Ángeles.

Qué extraño se sentía, sostener en mis manos el papel que representaba todo aquello.

Cuando llamaron el apellido de mi mejor amigo, miré hacia atrás hasta encontrar a Olivia y Matt. De haber venido, Noah habría quedado en la misma hilera de butacas que ellos. Olivia estaba aplaudiendo como el resto del Aula, sonriendo levemente. Me enderecé, llevando la vista al frente, donde en el escenario la celadora y la rectora esperaban a que Noah Tanner subiera por su diploma. Luego de una pausa incómoda de un minuto de más, siguieron adelante sin él.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora