Capítulo 45.

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IVY:

Más tarde de lo planeado, al fin obtuvimos el permiso para mudarnos a la casa de al lado. No más organizar nuestros días en favor de evitar a mi madre lo máximo posible, ni posibilidades de peleas o llantos. Libertad, felicidad y vacaciones, al fin.

La casa era igual a la de mi tía—exceptuando los enanos—, con cuatro habitaciones separadas en pares por la cocina y la sala de estar. Quinn prefirió quedarse en su hotel, diciendo que no quería pelear por el agua caliente o turnos de la ducha como nosotros los pobres, lo que nos dejaba con una sola habitación que compartir, y los demás durmiendo solos.

Olivia intentó que Heather y yo debiéramos compartir, pero fue la propia Heather quien se negó. Incluso tomó una de las habitaciones del lado de la cocina, mientras que a mí me quedó una de las de la otra punta de la casa.

Liv y Dita eligieron compartir la otra habitación de mi lado, mientras que Matt quedó con la del ala de Heather.

Entendía—o no, pero podía convencerme de que lo hacía—por qué no quería seguir compartiendo cama conmigo. El ni siquiera tomar la habitación junto a la mía, sin embargo, no encontraba manera de comprender.

Al ver a Heather y mi hermano desaparecer por el corredor de la cocina hacia sus habitaciones, mi estómago se retorció. Parecía que, pasara lo que pasara, al fin y al cabo siempre acabaríamos en estas posiciones: yo viéndola irse con alguien más y no pudiendo decir nada al respecto.

Claro, no se estaban yendo para besarse o lo que fuera como otras veces, o eso suponía.

O eso quería suponer. No estaba segura.

Heather había dicho que solo me deseaba a mí. Sabía que era horrible no confiar en ella, a la vez que hacerlo significaría entregar algo de mí que regresaría roto.

Debía recordar que lo que fuera que estábamos haciendo solo duraría, como máximo, dos meses más. Esto era algo casual y sin importancia, por lo que si Heather quería o no quería dormir conmigo, quería o no quería estar cerca—nada de eso importaba. Debía ir con la corriente.

Casual. Muy casual.

Así que muy casualmente me dirigí al baño y fruncí el ceño durante toda la ducha, y más casualmente lo hice mientras me arreglaba el cabello, y con todavía más casualidad le pedí en voz muy alta a Dita que me maquillara. Y, cuando apareció Heather en el umbral, fue de la manera más casual que pateé la puerta para cerrársela en la cara.

—Entonces —comenzó Quinn, sentada sobre la encimera a mi lado—. Sin ánimo de ofender a la vida sexual de Olivia...

—No puedes ofender algo que no existe —la interrumpió Liv, su tono ligero.

Estaba sentada sobre la tapa bajada del retrete mientras se alisaba el cabello, el cable negro del alisador atrapando a Dita frente a mí mientras rebuscaba en mi bolsa de maquillaje.

—¿Hay manera de que no nos veamos con estos chicos esta noche? —continuó Quinn—. Porque una tarde ha sido suficiente por el resto de mi vida.

—¿No te cayeron bien? —pregunté.

—Es menos sobre si me agradan, y más sobre que hubo mucha testosterona junta. Es mejor si es solo chicas.

—Matt sigue existiendo —dijo Dita, todavía rebuscando en mi bolsa. Alzó la cabeza a verme—: ¿De verdad esto es todo el maquillaje que tienes?

—Nunca he aprendido a maquillarme —me excusé.

—Matt no quiere estar con ninguna de nosotras —continuó Quinn—. Además, Liv, no digo esto para asustarte —hizo su voz más grave, denotando seriedad, lo que causó que las tres frenáramos lo que estábamos haciendo para verla. Tras una pausa, terminó—: Pero Leo tiene pelos en los dedos de los pies.

Cenizas de Promesas (#1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora