Quiero avisar que la primera mitad de este capítulo es sobre suicidio y autolesiones (por eso es bastante corto). Ningún acto explícito, pero por las dudas, si lo prefieren, pueden saltar a la parte después de las rayas separando el tiempo, que ya ahí no hay nada.
IVY:
Se me había dicho en incontables ocasiones que era más que mis cicatrices. Que no me definían. Que estaban ahí por mis propias acciones, pero que ahora, habiéndolo dejado, podía darles un significado más positivo. Mostraban que había sobrevivido un tiempo difícil, que era fuerte. Podía ver mis cicatrices porque estaba aquí. Elegía estar aquí cada día.
Matt—pobre Matt, nunca terminaba de entender el tema—, juraba que era más fuerte ahora que antes, que no debía tener miedo. No era su intención, él solo quería darme ánimos, pero decir que era fuerte ahora... me preguntaba qué tan débil le había parecido antes.
Él era quien me había encontrado en el baño la tarde de mi intento.
Habían pasado muchos, muchos meses hasta que había reunido el coraje para hablarle sobre eso. Por un tiempo, no le había podido hablar sobre nada.
Todavía más tiempo después de eso, me había dicho que había llegado a encontrar mi nota de suicidio. La había leído.
Nunca había encontrado palabras suficientes para que entendiera lo mucho que lo sentía. Por entonces, por la nota, por el acto, porque él fuera la persona en encontrarme, por cómo me había salvado y por un tiempo lo había resentido por ello.
No había querido arruinarle la vida. No había querido arruinarle la vida a nadie. Solo había estado pensando en lo cansada que estaba. En lo poco que valía la pena.
No había estado pensando en él al tomar la decisión. En parte, recordándolo, creía que no había estado pensando en nada—la niebla que siempre se apoderaba de mi cabeza me había sobrepasado de una vez por todas, por completo.
Por otra parte, y quizás solo lo estaba agregando en el presente, era el rostro de mi madre el que aparecía frente a mí al pensar en ese día.
¿Por qué nunca me había escuchado?
Estaba teniendo uno de esos días, donde despertaba y mi corazón daba un pequeño vuelco de decepción. Algunos días, no era que no tuviera ganas de vivir exactamente, solo sentía pesar al pensar en pasar por un día más. Un ciclo repetitivo donde intentaba ser más rápida que mis pensamientos, intentaba no cruzarme con mi madre, intentaba no decepcionarla, intentaba hacer amigos, intentaba ser normal.
No quería rendirme, solo dejar de intentar. Quería que aquello que tanto anhelaba me fuera algo nato. Deseaba ya haber nacido completa, no pasarme toda la vida con la esperanza de algún día alcanzarlo.
Pero soñar no cambiaría nada, por lo que solo pude apretar más la almohada bajo mis brazos y enterrar el rostro en ella.
No era como si quisiera que todos mis pensamientos giraran alrededor de eso, pero había un punto en que la inseguridad de una se convertía en su personalidad. Cada segundo, cada respiración, era con incomodidad, sin confianza. ¿Cómo podía ser más que ello? ¿Cómo podía ser más que el cuerpo que me anclaba a esta vida?
No era como si tuviera las cicatrices por un accidente. Me las había hecho yo sola; había vergüenza en eso. En lo que representaban, en los recuerdos que traía, en pensamientos que seguía teniendo. En cómo había sido salir de eso, una constante lucha que nunca podía dejar atrás, una batalla nueva todos los días. Cómo llevaba un año sin recaer, pero era tanto de ese año que había pasado al borde, que se sentía como si solo llevara un día limpia.
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Cenizas de Promesas (#1.5)
Teen FictionCOMPLETO. Libro narrado por todos los personajes de El Manuscrito luego del final.