2- Flexible (KSJ)

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Luego de conversar un rato con mi amigo me marché de su oficina, me indicó donde estaba la mía y decidí verla antes de ir a organizarme a mi cuarto.

Apenas había dado dos pasos cuando la divisé frente a mi.

-Señor- dijo y volvió a saludar, le regalé un asentimiento de cabeza.

-¿Necesita algo soldado?- asintió y esperé a que hablara, su ceño estaba fruncido, se veía tierna.

-¿Porque hizo eso?- noté que la banda estaba en sus manos, no la había colocado.

-¿Entregarle la banda azul?- asistió. -¿No cree merecerla?

-Soy teniente

-Ya me lo dijo- respondí cansado, mordió su labio, luego lo humedeció al dejar salir su lengua para entonces abrir la boca para hablar, nada salió. -¿Dice que no cree merecer ser instructora?, es como mucho la mejor aquí, no me cuestione- dije para entonces continuar con mi camino.

Era sexy, fiera, talentosa, y hermosa. Justo el tipo de mujer que me atrae. Deseé ver que tanto le había entretenido mi entrepierna cuando me vio hace rato, pero estaba cansado por el viaje, quizás mañana.

Mi oficina no era gran cosa y así me gustaba. Agradecí internamente que hayan dejado la caja para la oficina en esta y saqué mis cosas.

Mi agenda, libreta de anotaciones, libreta de reportes, las fotos de mis sobrinos.

La coloqué sobre este y luego de organizar mi itinerario para el día siguiente decidí ir a mi cuarto.

Era amplio, una muy buena cama y un cómodo baño con tina y ducha, al parecer aquí no escatiman en gastos para los dirigentes, si los demás soldados están en condiciones al menos cómodas para lo básico ganarían mi favor, de lo contrario este hecho los meterá en problemas.

Me di un baño y traté de dormir, no lo logré. En días así prefiero dar un paseo así que decidí ir por los pasillos, el ambiente estaba fresco por lo que solo llevaba unos pantalones cómodos grises y camiseta blanca.

Divisé la cocina a lo lejos, y recordé que no había cenado, me había enfrascado tanto en mis cosas que lo olvidé, para estas horas debía estar todo organizado, así que me prepararía algo rápido para comer.

Me extrañé al escuchar pasos en esta, por la hora se supone que deberían estar todos dormidos, no era una regla del campamento pero si deben despertar a las 5 am lo lógico sería que a las 12 de la noche que es ahora estén dormidos.

-Comisionado Kim- había dejado caer una cacerola de metal por la impresión, acabó salpicándome de chocolate, y a ella.

Era esa teniente de exquisito cuerpo y deliciosa agilidad para disparar, el uniforme no le hacía justicia.

Llevaba una bata rosa de tirantes, sus piernas quedaban al descubierto y su pecho no lo cubría más que esta fina tela, -¿Todo bien?- me incliné para tomar la cacerola y para obligarme a dejar de mirarla.

Por lo general trabajo un poco más a las mujeres con las que me quiero acostar, es decir, al menos verla por dos días consecutivos, pero con está mirándome como un bocado del chocolate que acababa de derramar por mi culpa no sería fácil. -Si, disculpe por ensuciarlo- dijo cuando le tendí el artefacto con lo poco que se había salvado. Negué

-¿Pastel?- inquirí pues el horno estaba encendido, asintió -¿Me da un poco?- mordió su labio nuevamente.

-De hecho, era para usted. Un agradecimiento por lo de esta tarde.

-No es necesario, era lo justo.

-Aún así. Gracias. Lo malo es que el revestimiento no alcanzará- en efecto, se había dañado la mayoría.

Tenía un poco en el brazo y decidí que era buena idea tomarlo, sabía delicioso. -Cocina muy bien, también tiene bien tiro. ¿Pelea?¿o el cuerpo a cuerpo no es lo suyo?- su mirada cambió, lo había entendido pues ahora era puro fuego lo que mostraban sus ojos.

-Me encanta el cuerpo a cuerpo- la ví reír con sorna.

-¿Y es buena?- me había acercado lo suficiente como para hacer notar mi tamaño por sobre el suyo.

-Eso debería comprobarlo por usted mismo. Señor- y lo haría.

Mi mano derecha calzó su trasero y la levanté hasta sentarla sobre la mesa, sus piernas me anclaron a ella a cada lado de mi cadera y nuestras bocas se unieron.

El beso era hambriento y rudo, sus dientes tocaron con morbo mi labio y succionó para luego pasear la lengua y repetir su mordida. Mi lengua de adentro a su boca y tomé el control del beso.

Mis manos se abrieron paso hacia sus muslos. -Sexo- salió de mis labios y esta no me dejó continuar pues su acción de adentrar su mano en mis pantalones y tocar mi hombría me hizo callar para gruñir.

-Casual- dijo sin más, alejé su mano. Desde que la vi con ese trozo de tela y ese chocolate en las manos solo se me antojó una cosa, ella abierta de piernas para mi.

Tomé el bol y esta sonrió al ver mis intenciones, subió las piernas completamente a la mesa y luego las abrió.

Flexible

-Me encanta el rosa- halagué sus bragas, estas que tomé entre mis dedos y deshice.

El gemido que salió de sus labios ahora rojos por mis besos me hizo cerrar los ojos para no tomarla justo ahora.

Adentré mi dedo al chocolate y lo paseé por sus muslos internos, repetí mi acción hasta que ambos estuvieron igual.

Me arrodillé frente a ella y posé mi lengua sobre el izquierdo, retiré el exceso de chocolate mientras mordía su piel. Hice lo mismo con el segundo, la escuchaba gemir pero al momento de posar mi boca en su intimidad me haló del cabello.

Quería probarla, moría por probar ese húmedo y goteante coño. Posó su boca sobre la mía, y volvió a adentrar sus mano entre mis pantalones, solo que esta vez lo corrió hasta dejar mi miembro fuera. -Mételo ya- halé su cabello hasta hacer su cabeza inclinarse hacia atrás.

-¿Me acaba de tutear?- reí y paseé mi lengua desde la comisura derecha de su boca hasta la izquierda -¿Creé que tiene usted el mando aquí Teniente?- negó. -Con palabras

-No Señor- de ella salió un gemido cuando me enterré en ella.

Justo como creí, cálido, apretado. Húmedo, tan húmedo que mis movimientos eran acompañados con el exquisito sonido que sus fluidos generaban.

Sus rodillas estaban a la par de su cabeza mientras la tomaba, era tan fácil hacerlo que mi empuje adquirió más fuerza, que mi deseo aumentó.

Mordía su labio pero eso no evitaba del todo que fuertes gemidos salieran de ella, los míos tampoco.

Mordí su pezon por sobre la tela que cubría sus senos y la sentía apretarme en demasía, tuve que sostener su espalda cuando la noté caer sobre la mesa por completo, su orgasmo la había debilitado.

Sentía mi hombría palpitar en su interior mientras me movía, estaba cerca, mucho.

Salí de ella cuando me sentí acabar y me esparcí por toda la extensión de su intimidad.

Un muy rico pastel.







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