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A pesar de las negativas de Molly y Arthur, Sortilegios Weasleys cerró unos días para que así pudieran centrar todos sus esfuerzos en reparar cuanto antes la Madriguera. Harry insistió en darles dinero, pero fue enviado de vuelta a Hogwarts con el resto y un regaño por parte de todos los Weasley. Los señores Weasley se quedaron con Bill en su pequeño apartamento, y para cuando Eden ya estaba entregando sus primeros proyectos en la Academia, la Madriguera estaba en perfecto estado.
— Esto es gracias a ti, Eden — dijo Arthur, sonriendo—. Muchas gracias.
— De nada, papá — ironizó George—. No es como si el resto no hubiéramos estado semanas aquí trabajando...
— Ella fue la que detuvo el incendio antes de que fuera a peor — recordó Tonks, dando un golpe en la nuca a George—. Sigo sorprendida por la cantidad de maldiciones que conoces, Ed.
— Agradece la poca supervisión de mi padre sobre sus libros de Artes Oscuras. No creyó que una niña de ocho años leería el manual completo de Maldiciones Propagables.
— Tienes que enseñarme algunas — dijo—. No pretendo matar a nadie, pero está bien saber qué te está lanzando tu tía la loca. O prima. Los Black son complicados.
— Cuando quieras — accedió—. Ya hablé bastante de este tema con Alastor. Le he enseñado más maldiciones de Artes Oscuras, y él a mí hechizos defensivos. Lo considero un buen intercambio de información.
— Yo te puedo ofrecer ir a tomar una cerveza.
— Perfecto — Tonks la rodeó con un brazo de manera cariñosa.
Sin embargo, eso nunca ocurrió. Tonks comenzó una nueva misión junto a Alastor en la Orden, y ella se vio demasiado envuelta en sus propias tareas como para recordar esa cerveza. La tienda estaba en su mejor momento, la Academia iba de maravilla y había logrado avances en su investigación individual acerca de los mortífagos en el círculo académico.
— ¿Tú que opinas, Ed?
Pidió un momento, terminando de añadir las gotas exactas de tónico al caldero. Un par de segundos de expectación, y este tomó un suave tono amarillo. Perfecto.
— Zonko está cada vez más arruinado — dijo—. No solo han perdido el monopolio, sino que su mayor competencia también les ha robado a la mayoría de clientes. No hará falta ni negociar.
Los gemelos comenzaron a celebrar y planear las negociaciones mientras ella terminaba las pociones. El salón entero olía como las mazmorras de Hogwarts, pero ya estaban acostumbrados. A Eden le recordaba a su padre, algo que solía ser negativo porque acababa de mal humor.
— Podríamos ir en marzo — opinó George, mirando el calendario—. Es ya en un par de días, y coincide con el cumpleaños de Ron. ¡Una visita sorpresa!