Rédito.

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—Y... ¿Cómo va el colegio?

—Estoy en vacaciones de Navidad.

—Cierto. 

No hicieron ningún acuerdo. Solo una escuálida conversación donde la propuesta de conocerse fue planteada. Aunque por el momento llevaban más de veinte minutos sentados uno frente al otro, viéndose detenidamente e intentado entender qué diablos pasó y qué mierda está pasando.

— ¿Me odias?

—No.

—Me miras como si me odiaras. 

—Esa es mi mirada. 

—No fue mi culpa no estar los primeros años, lo sabes.

—No busco culpables. 

Eligieron el apartamento de los Parker porque Archie se siente completamente seguro ahí y Tony no se arriesga a que algún chismoso de su compañía se pregunte por qué un mocoso aterradoramente familiar ronda por ahí. 

— ¿Te gusta... hacer algo?

—Deberías hacer las preguntas correctas.

— ¿Y esas son?

—El regalo perfecto para navidad, para empezar. 

Tony lanza su espalda contra el respaldo. —Así que... dinero.

—Son quince navidades atrasadas, puedes resumirlo en un solo obsequio, ahorrar.

Archie Parker tiene unos curiosos ojos por efecto del virus, mismo virus que corre por su cuerpo y extrañamente lo hace sentir como si hablara con una extensión más de su cuerpo. —Pon un número. 

—No quiero dinero, quiero un regalo. 

—El dinero compra regalos. 

— ¿Seguro eres un genio?

Tony junta las cejas y está por replicar cuando la puerta se abre y un tranquilo Peter Parker ingresa al apartamento. Trae una bolsa de cartón y huele a pan recién horneado. 

— ¡Papá! —chilla Archie y en un parpadeo alcanza a Peter, le quita la bolsa y le ayuda con el abrigo. — ¿Conseguiste las galletas?

—Sí, Linda consiguió que el correo llegara justo a tiempo.

— ¿Linda? ¿Quién es Linda? —pregunta Tony desde su lugar.

— ¡Mi niñera!

— ¿Tienes niñera?

—Tenía. —aclara Peter antes de entrar a la cocina. 

—Cuando papá trabajaba en oficinas necesitaban a alguien que cuidara de mí mientras regresaban. 

—Eres un súper niño, no necesitas que te cuiden. 

Peter regresa con dos tazas de chocolate humeante y le entrega uno a cada uno. Desaparece nuevamente y reaparece minutos después, está vez deja un plato de galletas servidas en un plato en el centro de la mesa del café. 

—A esto me refiero con cuidar. —aclara el niño antes de tomar un sorbo del caliente brebaje. 

Tony absorbe tan rápido como su alterado cerebro le permite. Absolutamente todo le parece nuevo, ajeno. Se siente como un extraño, como un enorme ogro metido en una cristalería. Todo en la casa de los Parker parece antiguo, querido, ganado. No hay un solo rincón de aquel hogar que produzca frío. Y Tony no está acostumbrado a tanta calidez.

De noches estrelladas. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora