Elefante.

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—No estoy enojado

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—No estoy enojado. —repite mientras observa el elegante plato servido ante el. 

—Sí luces enojado. —debate Tony mientras toma lugar después de servir el vino. 

No estaba enojado, no. Solo un poco hormonado y afectado. Archie había insistido en el nombre del o la pequeña, aseguraba que no había nada de malo en que llevara el nombre de su otro padre y Peter sabe que realmente no hay nada de malo.

Pero... ¿Será justo? 

— ¿Peter? —insiste Tony Stark.

Luce entre incómodo y confundido, alto y desubicado. Peter respira profundo. 

—Me tomó por sorpresa. —asegura. —Nada más. 

Tony lo estudia. Sigue sin comprender la totalidad de todo lo que lo agobia cuando Peter es parte de la ecuación. No tiene lógica, ni razón. Es incómodo, extraño y completamente innecesario en este punto crítico de su vida. 

Peter entierra el tenedor en el volcancito de arroz y lo come sin dejar de verlo con sus enormes ojos marrones. Parpadea sorprendido y sonríe, desapareciendo automáticamente la tensión en sus hombros. —Realmente sabes cocinar.

—¿Lo dudabas? —respira profundo y prueba sus propios alimentos. 

—Tenía la sospecha, pero la mecánica y la cocina llevan muchas cosas en común. —continúa Peter. —Así que sí eres bueno con una de los dos, la siguiente es más sencilla. 

—Eso no tiene sentido.

Peter se ríe mostrando la punta de su lengua capturada entre sus dientes. —Para mí, sí. 

Tony niega, refrescándose con la bebida espumosa. — ¿Estás emocionado?

Entonces la conversación comienza a fluir, al igual que la comida desaparece. No hay más rastros de tensión en Peter y Tony se siente verdaderamente satisfecho en haber conseguido que el menor le deje de ver con ojos de desprecio. 

Pero no todo está totalmente claro. Peter sigue sin saber como tratar realmente al millonario. Están atorados en un delicado espacio donde cualquier paso en falso desencadenaría una tonelada de problemas. La parte racional donde sus propios instintos le aseguran que estar a su lado es lo mejor, la tiene dominada, eso esta bien. 

La otra parte, la que juega con sus pensamientos y le lleva a espacios irreconocibles, le provocan salir huyendo. Como el elefante en la habitación que han ignorado olímpicamente. 

Y es que Peter aun no sabe como procesar aquella tarde. Lo que hay detrás de todo lo que ocurrió la fatídica tarde, el aroma de la colonia de afeitar de Tony sigue provocándole escalofríos, su instinto de dar un paso adelante cuando se acerca, el magnetismo con el que parece ser atraído. 

Tony Stark cree que están en paz.

Peter Parker sabe que están a un paso del desastre. 

Ambos estaban convencidos, y habían renunciado pacíficamente, a todo lo que estaba ahí. 

La fluidez de la conversación, el dulzón aroma del vino que los envuelve, el lento crujir de la chimenea y el tintineo de los cubiertos contra la porcelana. Es una perfecta cita donde ninguno de los dos ve más allá por los miedos invasivos que los mantienen aplastados contra las cómodas sillas. 

—No te muevas. —ordena Tony cuando los alimentos han desaparecido. —No sería una cita sin postre.

— ¿Cita? —pregunta un tranquilo Peter que nota la tensión volver a los hombros del mayor. 

—Cena. —se corrige rodando los ojos. 

Una decente tarta de lo que parece queso y frutos rojos. — ¿Wow?

—Archie ayudó a recolectar las fresas y zarzamoras del bosque. —aclara Tony enterrando el cuchillo en el decente pastel. —Y el resto, nada que YouTube no resuelva. 

Es de queso crema y tiene el punto correcto de azúcar con una crocante corteza de pan duro debajo. Las frutas están congeladas y terriblemente ácidas, a Peter le fascina. 

—Tendrás que darme la receta. —confiesa entusiasmado. 

Tony vuelve a tomar lugar, sin dejar de verle, estudiarle. Se siente como un sabueso que busca desesperadamente desenterrar todos los secretos que oculta ese tranquilo hombre debajo de tanta jodida ropa. No. No en ese sentido, en el sentido de-

— ¿Tony? —Peter le trae a tierra. 

Se remueve en su asiento y deja que toda la agobiante curiosidad salga, que encuentre respuesta.—Sé que al menos  un pequeñísima parte de todas la habilidades especiales de Archie, no vienen de mí. 

Peter sigue llevando pequeños trozos de pastel a su boca. — ¿Pequeñísima parte?

—Creo que es el momento adecuado para hablar de bueno... —Peter no deja de verlo, expectante. —De la vez que con una patada me enviaste al otro lado de la habitación.

Su pecho se agita por la risa. —Son reflejos.

Tony toma el tenedor, pero nunca llega a su pastel. Lo lanza con sobrehumana velocidad en dirección a Peter, mismo que ha detenido el objeto con bastante facilidad, apenas moviéndose y sin dejar de comer del pastel. Peter se ríe y le regresa el tenedor. 

—Por supuesto, cualquier humano tiene esa cantidad de reflejo. —ironiza. — ¿Qué eres?

— ¿Por qué te lo diría? —Peter empuja el plato vacío, no parece a la defensiva, sino aburrido. 

Si muchas cosas ya se habían fracturado en su interior, hay algo que se agita y lo hace temblar. La naturaleza tranquila de Peter le enfría el estómago, sus amables ojos le generan cosquillas y Tony se siente atraído como una polilla a la luz. 

Su cerebro le grita que finalmente tiene un honesta respuesta. Se siente auténticamente atraído por Peter Parker. Le gusta su faceta tranquila, la sencillez de sus acciones sin que le abandone esa aura de misterio, sin el deje de calculador en sus bonitos, bonitos ojos. Multifacético sin caer en la hipocresía. 

—Porque  haré lo necesario para descubrirlo. —sentencia. 

Peter sigue respirando tranquilo, sin pausas  ni temblores. Por primera vez en quince años, no se siente vulnerable, descubierto. Es como si aquel secreto que ha guardado bajo mil candados quisiera salir por sus propios medios. 

Y sabe que es de esperarse, su enamoramiento por Tony Stark duró años, y aunque ahora ya es un hombre maduro, el fondo de su corazón aun se agita levemente ante la imponente presencia de aquel hombre. 

—Buena suerte con eso. —sonríe, no por nervios, sonríe porque le causa un extraña sensación de cosquilleos en sus extremidades, sensaciones que creía olvidadas. 

Entonces Tony Stark se mueve, coloca una mano sobre su hombro. —No deberías retarme. —amenaza. —Soy incansable cuando me niegan algo. 

Los celestes ojos brillan en la semioscuridad del comedor. —Ya deberías saber que tus intimidaciones no funcionan conmigo. 

— ¿No? —Tony Stark se remoja los labios. 

—No. —Peter Parker repite la acción. 

Con suficiente orgullo para sostenerse la mirada, con suficiente cobardía para quedarse quietos. 

Equilibrados entre vivir o morir. 

Estancados en ese pequeño espacio donde el orgullo de Tony Stark le impide admitir sus propios sentimientos. Donde Peter Parker se niega a creer que realmente está sintiendo cosas que debieron marcharse con el general. 

Los pasos de Archie bajando las escaleras los hace retroceder, parpadear y despertar de su ensoñación. 

— ¡¿Ya vieron las noticias!? 

De noches estrelladas. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora