Flemático.

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Abril inicia con prisa y se presenta con copiosas lluvias que oscurecen la ciudad antes de la hora. El calor se ha olvidado de la ciudad que no duerme y le da paso al frío invernal que amenaza con congelar algunos huesos.

Tony Stark observa como sus inteligentes cortinas se cierran, deslizándose en silencio. La chimenea se enciende y aunque sea fuego artificial, se aseguro que reproduzca el ruido del crujir de las llamas. La lluvia se deja caer con fuerza, con retumbos a lo lejos. 

Su brazo ha sanado completamente, no hay ni  una sola secuela en su superior cuerpo. Como sino se hubiera enfrentado a una desequilibrada mujer que amenaza con quitarle su tranquila. 

Está hundido en el sofá, en un extraño momento de calma donde su cerebro se ha sobresaturado de información y tiene que distraerse con cualquier cosa o posiblemente explote. Tal vez no, pero la migraña era casi criminal y debía esperar un par de minutos para que desaparezca. 

Son las cuatro de la tarde y la lluvia y el crujir de la chimenea son el único sonido en aquel apartamento. Tony nunca se imagino vivir con alguien, no lo necesitaba pues tenía planeado cada aspecto de su vida, una vida de lujos, gloria. Una vida digna y envidiaba al ser recordada. 

Pero ahora que de manera sorpresiva todos aquellos planes cambiaron, imaginó que sería un caos. Imaginaba ruido, desorden. Posiblemente trastes sucios por todas partes, ropa del niño en el sofá, libros esparcidos. 

Pero no, la única evidencia que habían más personas en ese apartamento era la ausencia del frío. Peter es increíblemente ordenado y Archie también, aunque sí tenía la costumbre de apilar libro sobre libro, pero únicamente en el interior de su habitación. Lo demás estaba... ¿bien?

El móvil de Peter se enciende en la mesa del café, anunciando que ha llegado un mensaje. Tony repara en el delgado dispositivo, con un case transparente que guarda una pequeña foto de Archie sonriendo con las mejillas coloradas. De naturaleza curiosa, desliza un dedo en el dispositivo y no se sorprende cuando se desbloquea de inmediato.

La imagen de fondo es una increíble vista de Nueva York. Y el mensaje es de Brie. Una antigua vecina y amiga de Peter. Envía la fotografía de una carriola de bebé y dice que están en descuento en un centro comercial a unas cuadras del antiguo edificio de Peter. Pregunta sí puede salir y conversar un rato. 

Brie es delgada, de tez morena y un curioso cabello rubio. Le escribe todos los días e insiste en verse. Peter contesta con monosílabos y le asegura que están bien, un poco cansado y que las agruras han empeorado un poco. Pero que el bebé se mueve más y ha  aumentado dos tallas.

Y es cierto, Tony se ha fijado que los suéteres de Peter ya topan con el redondo vientre. 

Estando en lo que ya está, voltea sobre el hombro para asegurarse que nadie aparecerá por las escaleras y lo atraparan siendo tremendamente metiche. Continúa, no hay muchas conversaciones, Archie va después de Brie y le pide que pase comprando unos pastelitos de uva. 

Está Steve Rogers. El capitán pregunta por su salud y sí gusta, cuando quiera distraerse un rato, estaría encantado de acompañarlo en un almuerzo. ¿Desde cuándo el Capipaleta puede usar teléfonos? Y enviar mensajes, que Dios nos ampare. Peter le contesta que estaría feliz pero que tiene mucho trabajo esa semana, que posiblemente la próxima.

Está Caroline Braxton, su jefa. Le felicita por las actualizaciones en dispositivos localizadores y le envía los planes de un arquetipo de lentes con tres drones flotadores. Es como un dibujo hecho a prisas y Peter le indica que estudiará el caso. 

Y hay una conversación archivada. Dice Mount y tiene un pequeño corazón. Se siente terriblemente incómodo, sabe que ha pasado una línea al abrir la conversación y ver que el último mensaje decía que regresaría pronto, que le tenía una sorpresa. No hay más. 

Hay fotografías. Peter está sonriendo mientras trata de quitarse lo que parece crema batida. En la siguiente aparece el general, concentrado leyendo un libro, con un parche de canas, el rostro serio pero amable, luce hasta gentil. Y Tony puede imaginarlo, enteramente honesto, servicial.

Sí, de seguro similar a Peter, para que puedan congeniar el uno con el otro. 

En la otra están en la corona de la Estatua de la Libertad. El general tiene el brazo sobre los hombros de Archie y Peter sonríe con todos los dientes, se ven bien, felices. Lucen como una auténtica familia común. 

En la otra esta Peter. Usa un pijama y una remera que se queda sin cubrir su plano abdomen, muestra el ombligo y es fácil ver la delgada cintura dibujarse contra la remera. Está de pie en la barra de la cocina, sirve una taza de café y su cabello está despeinado. 

"Felizmente te comería de nuevo." Recita el mensaje al pie de la foto.

Tony no sabe porque lo hace, realmente no, pero le pide a un silencioso Jarvis que robe la fotografía.

Dando un último vistazo a las escaleras, pasa la otro foto. Peter está en el sofá, duerme tranquilamente en las piernas del general. El hombre de rostro amable está dormido también y Tony asume que la foto la tomo Archie, que está sacando la lengua en una esquina del retrato. 

Al escuchar una puerta cerrarse, elimina cualquier rastro de investigación y regresa el móvil a su lugar. Se hunde un poco más en el sofá y trata de que sea casual que esté tan solitariamente sin hacer nada en la sala. 

Es Peter. Trae los ojos achinados, con evidente rastro de sueño, y el almohadazo en una de la mejillas. —Oh, creí que eras Archie. ¿No ha llegado?

Tony abre los ojos, en sorpresa. Asumió que el niño estaba en su habitación, con los auriculares puestos y quemándose el cerebro con algún video juego. — ¿Qué? ¿No está?

El menor gruñe y camina a prisas para el alcanzar el móvil. —Archie.... —maldice cuando el tono de Harry Potter suena desde la habitación del niño. —Ahg, es tardísimo. 

El sueño es reemplazado por la preocupación en el rostro de Peter. Tony suspira, sabe que sí algo malo pasó, las Mark's hubieran intervenido y avisado inmediatamente. —Déjame ver. 

Con Peter siguiéndole los pasos, ingresan a su taller. Toma asiento y teclea para que un holograma se despliegue de cualquier lugar y muestre las imágenes en vivo que trasmiten las Mark's. Peter junta las cejas cuando ve que son tres puntos de vista distintos.

Archie está en la entrada del edificio de Charlie. Parece como si esperara que escampe la lluvia y se ríe de lo que sea que el otro chico le diga. Peter bufa al ver que su vástago está a salvo. 

—No sé como sentirme con esto. —contesta Peter menos tenso. 

— ¿El qué? —pregunta Tony, desconociendo su voz ronca y casi apagada, cansado.

—Que tengas a Archie tan vigilado. 

Tony rueda los ojos, deshaciéndose del holograma. —Se llama seguridad y mira que te ha servido. 

— ¿Lo vigilan veintecuatro horas? —insiste Peter.

El mayor asiente, descansando su cabeza sobre el escritorio. —No es para tanto.

— ¿Lo sabe? 

Entonces guarda silencio. Es obvio que el niño no sabe, no se escaparía de la escuela, no pasaría horas parado frente al espejo o no se sacaría los mocos a media tarde si supiera que está siendo vigilado. 

—No. 

— ¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?

Vuelve a levantarse y niega. —Estoy aburrido. —declara agobiado. 

Peter bufa, pero sonríe. —De acuerdo, ¿te gustaría comer algo?

Lo que sea que las manos de Peter preparen será fantástico para pelear contra su aburrimiento. Regresan a la cocina y enciende el televisor para que algo más que la lluvia genere ruido. Peter está concentrado en lo que hace y no tiene ánimos para iniciar una conversación. 

La pantalla cae en las noticias de farándula donde se han filtrados fotografías de Tony Stark, fantástico multimillonario, almorzando con un hombre en claro estado de gestación. 

— ¡¿Qué?! —chilla Peter desde la cocina. 

De noches estrelladas. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora