A pausas.

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Moony duerme en su cuna, plácida y ajena al mundo exterior. Su cabello ha crecido, no mucho, pero al menos los mechones castaños se han enrollado lo suficiente para parecer una pequeña coliflor. Sus mejillas siguen regordetas y han sido adornadas por diminutas pecas.

—No puedo creer que esto este pasando. —murmura Peter, al pie de la cuna.

Tony Stark está al pie de la puerta, luciendo como un gigante dentro de un cristalería. Sintiéndose así, desubicado. —Peter... ni siquiera consideres la idea, ella no va a poder.

— ¿Y sí tiene razón? —pregunta sereno. —Es decir, no todo lo que dijo son mentiras...

Los mejorados sentidos de Tony sienten como las pulsaciones de Peter se aceleran.

—Lo del general fue hace un año y yo.... ¿Qué se supone que estamos haciendo?

Es una pregunta directa y aunque podría sentirse atacado, no es ese el sentimiento que lo invade. — ¿Te importa sí tenemos está conversación afuera? No quiero despertarla.

Peter lo ve, con sus grandes ojos castaños, y tiene la fuerza suficiente para asentir. Sale en pasos casi imperceptibles, se desliza con suavidad y Tony lo sigue como un ciego a su lazarillo, como las mareas buscan a la luna. Lo sigue deseando caminar con esa calma, con serenidad.

Y en el centro de la sala, con el frondoso árbol de Navidad de fondo y un par de luces encendidas, Peter Parker se para firme, brazos a los costados y la verdad en sus ojos.

—Comprenderás que la situación es delicada.

—Lo sé.

—Y que bajo ningún escenario existe la posibilidad que yo te elija a ti antes que a ella.

—Nunca te pediría eso. —Peter le sigue observando. —Dentro de mi dualidad de moral, como te gusta decirle, está claro que para ti tu prioridad siempre van a ser tus hijos, por encima de cualquier cosa.

—Siempre.

—Y sí un día tienes que elegir, yo siempre seré el lado perdedor.

—Así es.

—Pero para empezar, cortaría mi propia cabeza sí yo te llevo a esa situación. —declara sereno. —Además, tú nunca volverás a perder, Peter Parker. La vida te ha quitado demasiado y yo he venido a regresarte un pequeño porcentaje de lo que mereces.

—Tony... —exclama casi ahogándose. 

El mayor da un paso y es hábil en capturar al menor, enreda sus brazos al costado, protegiéndole, cuidándole. Sigue sin comprender cómo llego a sentir tanto, a querer tanto, su corazón creció cien veces su tamaño en un extraño período de tiempo que ahora no sabe qué hacer con tanto amor.

Y se rompe al sentir como Peter vibra entre sus brazos. Está llorando, con el rostro escondido entre su cuello y hombro. Cada quejido que sale de su boca le rompe su corazón y le enciende la ira. Como se atreve... 

—Peter... por favor, no llores. —suplica, sintiéndose también tembloroso. —Tienes qué creer que soy un idiota sí voy a permitir que te quiten a Moony.

Pero eso no lo consuela, llora más. Tony se siente ajeno, él nunca ha consolado a nadie. Nunca, jamás. Le ofreció una botella de whisky a Rhodes la primera vez que Pepper rompió con el. Pero ahora es diferente, Peter Parker se quiebra entre sus brazos y siente la desesperante necesidad de consolarle, sanarle, repararle. 

Tony Stark quiere eliminar a es desesperante mujer que ha hecho llorar a Peter Parker.

Se siente tonto, débil e inútil. Peter llora y no es capaz de darle un consuelo. 

De noches estrelladas. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora