Charlie, Charlie.

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Archie es feliz con la vida que tiene. Es decir, ¿Por qué no lo sería?

Vive en el mismísimo apartamento de Tony Stark. Rodeado de tecnología de punta hasta en el maldito refrigerador. La vista era para volverse loco, se sentía como un super agente secreto en su super guarida inteligente. 

Su papá lucía mejor, no habían más ojeras en su bonita cara y su hermanito crecía bien, redondo y rápido. Aunque no lo suficiente, realmente sentía eterno aquel tiempo de gestación, se moría de ganas por verlo, conocerlo y jurarle protección y lealtad hasta su último suspiro. 

Archie se adapta. Tony había llegado a su vida y aunque disfrutaba molestarle, verdaderamente apreciaba su compañía, le gustaba ese salvajismo que parecía rodearlo, la cruda honestidad, valor que Archie apreciaba, y que no le tratara como un niño frágil. No. 

Tony no le temía miedo, ni consideraciones. Cuando entrenaban, que tuvo que rogarle tanto a su papá para conseguir el permiso que por un momento se quedo sin voz, Tony siempre daba fuerte, lo retaba a más, resistía y persistía. Entonces Archie podía ser el, libre y sin contemplaciones, sin miedo a quebrar al propio Superior Iron Man. 

Archie sobrevive. Cuando una extraña incomodidad se genera cuando su papá entra a la habitación y toda la concentración de Tony se desvía. Sus superiores sentidos escuchan los corazones latiendo apresurados. Nota que los hombros de ambos se tensan y se mueven más despacio, calculando. 

—Hey, dude. —saluda Charlie, su mejor amigo en todas las galaxias existentes. —Creí que no vendrías hoy. 

—Hey, tú.

Es martes y Archie llega tarde nuevamente. Se quedó dormido mientras veía Interestelar con Tony y cuando despertó, muy entrada la madrugada, notó que estaba solo. No había rastros ni de su papá ni de Tony. Al primero lo encontró dormido en su habitación y al segundo lo encontró en la sala, con un vaso de líquido ámbar.

—Niño, creí que dormirás de un solo.—reclama Tony sin dejar de ver el ventanal. — ¿Por qué te has despertado?

Archie es un genio, sí. Pero también es perspicaz y nota que algo en Tony no cuadra. — ¿Qué ocurre?

Finalmente el mayor se gira, con su aterrador metro noventa y sus cejas juntas. — ¿Qué tendría que ocurrir? —está desviando la pregunta, Tony huele como a lluvia cuando miente. 

Archie lo sigue viendo, observando que se ha vuelto poner la escayola porque seguramente le ha vuelto el doler el hombro, que tiene las oscuras cejas más juntas que la costumbre y percibe algo diferente en sus malvados ojos. 

—Mierda. —exclama Tony. —Eres espeluznante ahí en la oscuridad. —suspira derrotado. — ¿Puedes guardar un secreto, Archie?

Entiende que debe ser precavido, que la situación en Nueva York con los terroristas está escalando apresuradamente, que mientras no se sepan las verdaderas intenciones de aquellos malvivientes, deberá cuidarse un poco más, pues en su sangre corre algo que ellos tienen y que tal vez, y solo tal vez, podrían utilizar. 

—Sé que eres un niño, pero también eres lo suficientemente inteligente para entender lo delicado de esta situación. —concluyó Tony, ambos en la semioscuridad de la sala. —Comprendes también que esto debe quedar solo entre tú y yo. 

—Papá se pondría loco.

—Exacto y es algo que en su estado debemos evitar. —el debemos se repite fuerte dentro de su cabeza. —Eres un chico listo, sé que entiendes. 

Entiende, por supuesto. La salud de su papá y de su futuro hermanito es su prioridad. Así que Archie apenas pudo dormir con las palabras de Tony que le comían el cerebro. 

De noches estrelladas. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora