Él.

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No es lo que lo odie, no. No es tan hipócrita para decir que odia al hombre que cocina de manera fenomenal. Es solo que le irritan las miradas airadas que le lanza cuando cree que no le esta viendo. 

Debería ser más cortés. No solo le abrió las puertas de su apartamento, sino las de su vida al socializar con su hijo, su hijo de él, no el de él, es decir, si su hijo, pero no su hijo. ¿Su parte donante? Mierda. Como fuera, Peter Parker no debería de ser tan frío con él. 

A veces fuera como si se sintiera más que el por su ridículo IQ. Siempre tan sereno y ocupado. Presumido. 

Sí, ese el término correcto para Peter Parker. Es un presumido de clóset. 

— ¿Cuántos meses tienes? —pregunta Tony la tarde del décimo día del confinamiento. 

Peter deja el libro sobre el sofá y se gira a verlo confundido. — ¿Disculpa?

—De gestación, cuánto. —repite desde la barra de la cocina. 

—Cinco. —contesta retomando la lectura. 

— ¿Y dónde está el papá?

—Eso no es de tu incumbencia. 

—No deberías ser tan grosero conmigo. 

Peter vuelve a dejar el libro y suspira. — ¿Por qué quieres saber?

—No lo sé, pero ante está complicada situación, no habla nada bien de él que no este aquí cuidándote y a su cría. 

—No sabes cuando detenerte, ¿verdad? —contesta Peter con las cejas juntas. —Ahora, sí ya fue demasiada generosidad de tu parte, podemos irnos.

—No dije eso.

—Así se escuchó. 

Tony detesta cuando malversan sus palabras, él no necesita indirectas para expresar algo, solo ordena y ya. Entiende entonces porque tanta falta de respeto por los mayores en Archie, lo heredó de Peter. 

Y antes de que pueda contestar y ponerle en su lugar, la línea azul del techo que indica que Jarvis está trabajando, se enciende y la robótica voz de la IA resuena. —Señor, tiene visita. 

—Déjame v- —pero el elevador personal de Tony se abre y gruñe. — ¿Por qué diablos lo dejaste subir?

—Usted mismo me indicó dejarlo pasar cada que quisiese. —contesta la IA casi molesta.

Con largos pasos y su cuadricular cara de soldado mal cogido, el grandísimo Capitán América llega hasta él. —Tony, que gusto de verte.

Tony entrecierra los ojos. — ¿Qué mierda haces aquí? —se cruza de brazos, listo para correr al Capipaleta y darle una lección a Peter, que mire como es capaz poner en su lugar a cualquiera. 

—¿Peter? —pero el capitán le ignora reparando más en el hombre en el sofá. — ¿Peter? ¿Qué estás haciendo aquí?

Decir que a Tony Stark se le corrió el ratón queda cortísimo e inexpresivo para la famélica conclusión que su alterado cerebro hizo.

—Hola, Steve. —sonríe Peter poniéndose de pie. 

Y le dice Steve, por Dios. ¡Por supuesto!

El capitán reduce la distancia  y toma en brazos a Peter. —Chico, ¡mírate como estás! —y con una delicadeza que nunca vio en el mastodonte capitán, coloca una mano sobre la redondez de aquel vientre. —Hola pequeño tú, ¡has crecido muchísimo!

— ¿Se conocen? —evita gritar cuando logra cerrar la mandíbula. 

—Por supuesto que sí. —asegura el capitán. —Cuando dijiste que te quedarías con un familiar, no creí que ese familiar fuera Tony Stark.

De noches estrelladas. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora