Interminable.

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Cuando una estrella muere, su luz aún brilla en el cielo. Esto se debe a la distancia que la luz debe viajar desde donde estaba la estrella a la Tierra. Peter recuerda eso porque así le ejemplifico Morgan como después que una persona muere, su legado sigue siendo interminable. 

El recuerdo le visita despacio, infiltrándose por la ventana y abrazándole con calma. El legado de Morgan ahora dormía plácidamente en sus brazos, respirando despacio. Es increíblemente hermosa y Peter se siente a rebosar de felicidad y tristeza en partes iguales.

Todo el amor que sintió por Morgan está ahí, personificado en un diminuto ser que apenas se mueve. Su mente le traiciona, no puede dejar de imaginarse, de desear, que Morgan entre cruzando por la puerta, gritando y volviéndose loco. Si cierra los ojos, solo  un segundo, puede verlo, puede sentirlo.

Su hija parpadea, se saborea los pequeños labios y abre los ojos con pereza para observarle detenidamente. El corazón de Peter se encoge y se rompe un poco más. —Hola, bebé. ¿Lista para ir a casa? 

Ella solo parpadea, sin comprender. —No tienes idea cuanto te esperem... te esperé. —murmura Peter sintiendo como el nudo de la garganta corta su respiración. —Archie, tu hermano, y yo vamos a cuidarte siempre. 

Hace extraños ruidos mientras Peter se acerca y deposita un  beso en su redonda cabeza. —Te amo. —murmura sin dejar de abrazarla. 

El sentimiento de déjà vu lo lleva hace un par de años atrás. Cuando recibía en brazos a un llorón Archie que gritaba con fuerza y que lo veía con curiosidad. La única diferencia es, que Peter no se siente devastadoramente solo. 

La puerta se abre y la cabeza de su primogénito aparece. —Hey, ¿estás listo?

Han transcurrido cuarenta y ocho horas. Peter agradece que la operación haya sido rápida, y también agradece que su alteración genética lo haga recuperarse tres veces más rápido que la norma, aunque claro, no deja de estar adolorido y sentirse extraño, vacío.

Sigue abrumado por la sensación de cargar a su pequeña en brazos. El sentimiento de verla por primera vez, de sostenerla en brazos y ver sus tiernos ojos. Aun sufre por la cantidad de hormonas que hay en su cuerpo y hay momentos donde solo quiere detenerse y llorar por un par de horas. 

—Sí, listos. —pero no puede, le han dado el alta y debe volver a su lugar seguro, metafórica y literalmente. 

— ¿Papá? —llama Archie mientras carga una de la maletas. — ¿Sabes que antes de salir, tienes que hacer el registro, verdad?

Peter asiente. Sabe lo que tiene que hacer. 

Mientras Peter termina el trámite, Archie se asegura de abrochar correctamente la silla de la bebé, que se ha vuelto a dormir. Tony Stark espera silencioso en el asiento del piloto, le lanza miradas inquietantes a través del retrovisor. 

— ¿Qué? —pregunta Archie después de cinco minutos. 

—Nada. —asegura Tony. 

Pero Archie no es tonto. Es lo bastante listo para saber que todo aquello ha sido verdaderamente extraño. Está sumamente feliz, por Dios que sí, su hermanita es una bebé preciosa que apenas se despierta para comer, y gracias al cielo, no es llorona. La ama, desquiciadamente, frenéticamente. Adora sus pequeñas piernas, muere de ternura al ver sus diminutas uñas y le fascina que sea rubia, ¡igual que él!

Y a pesar de todas las emocionas que siente, no deja de notar lo triste que su papá luce. Nota la confusión en los ojos de Tony. Y procura actuar normal, lo más normal que se pueda en aquella situación. 

— ¿Tony? 

La celeste y endurecida mirada del mayor cae sobre el inmediatamente. —Dime.

— ¿Por qué parece que estás molesto? —pregunta sin dejar de ver a su hermana. 

—No estoy molesto. 

— ¿Te incomoda la bebé? —pegunta casi con temor.

Tony bufa y se ríe. — ¿Cómo va a incomodarme un mini humano?

— ¿Entonces? —insiste.

Tony se queda en silencio un par de segundos, buscando respuestas. —Es solo que... esto es nuevo para mí.

Archie tiene una cosa más que agregar, pero su papá entra en su campo de visión. Se apresura en ayudarle a subir, aunque no luzca ni cansado y pareciera que no le acaban de cortar siete capas de piel. Peter suspira recostándose en el sofá. 

—Listo, podemos irnos. —asegura colocándose el cinturón de seguridad. 

Tony arranca sin mayor contemplaciones y Archie no puede dejar de ver a su papá, silencioso y luce casi ausente. 

—Hey... —le llama después de diez minutos de viaje. — ¿Vas a decirme qué ocurre?

Peter lo ve un leve segundo. Y le extiende los documentos del registro. —Creo que estarás de acuerdo. 

Morgan Aurora Parker.

Archie sonríe. Asiente entusiasmado, dirigiendo su vista a la pequeña Morgan que sigue su ininterrumpido sueño. 

Peter  no deja de verlos y no puede evitar sonreír también. Es decir, después de lo que parecía un soledad interminable, ahora tenía no uno, sino dos hermosos ojos que estaba dispuestos a defender con todas sus fuerzas. Su familia, su propia familia, crecía, se expandía. 

 

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De noches estrelladas. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora