Solamente un poco roto.

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—Es

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—Es... 

—Bonita, sí. —contesta Peter. —Fue una granja en el siglo XIX. 

—No luce como eso. —contesta Tony parqueándose a un costado de la bonita construcción. 

Peter nota de inmediato los sombras que salen de árboles que rodean el rancho. Se acercan con los ojos iluminados y cuenta casi doce. — ¿Tantas?

—Y faltan cuatro. —Tony no las ve, está viendo la información que envían todas las Mark's a la pantalla del vehículo. —Nunca es suficiente. 

—Eso dijo ella. —murmura Peter. 

En algún punto del viaje se quedó dormido, entre las lágrimas que le agobiaban y el consuelo que la áspera mano de mecánico le brindaba. Despertó hace menos de quince minutos y tiene unas terribles ganas de ir al baño. 

—Adelántate, despertare a Archie. —Tony le ha ayudado a bajar y nada deja de ser raro. 

El frío se queda en el momento que atraviesa la elegante puerta de cristal. El aroma a madera es el primero en alcanzarle. No hay rastros de polvo y pareciera que no ha estado deshabitada desde hace un año. Todo está en el mismo lugar que se dejaron. 

Pertenecía a Morgan, lo compró años antes de conocerse y la modificó para que sea un su lugar perfecto para cuando el momento de retirarse llegara. Peter incluso agregó los últimos detalles, Karen era su propia inteligencia artificial que se encargaba desde mantener la temperatura ideal, hasta de distribuir la energía solar que almacenaba. 

La chimenea de la sala ya está encendida y es cuestión de una orden para que la de la cocina también se encienda y aquella hermosa construcción tenga mayor ruido, no solo ese silencio que le aplasta contra el suelo. No la sentía como suya, como lo dejó Morgan en su testamento, parecía que seguía siendo un invitado más. 

—Oh, Dios. —jadea Archie entrando. —Creí que iba congelarme allá afuera. —trae en una sola mano todas las maletas que exageradamente empacó. —Wow... no pareciera que...

Peter asiente. No pareciera que ha transcurrido tanto tiempo sin Morgan. 

— ¿Tienes hambre? —pregunta avanzando a la enorme y cálida cocina. 

— ¡Claro que sí! —Archie va detrás, dejando las maletas en la entrada. — ¿Si hay comida? Tiene que haberlo, no saldremos a cazar búfalos. 

—Aquí no hay búfalos, solo bisontes. —aclara Tony. Observa todo a su alrededor y silva. —Wow, me atrevería a pedirte el número de tu decorador de interior. 

—Fue el general. —aclara Archie. —Él diseño todo y papá le puso tecnología. 

Peter no sabe descifrar la mirada que Tony le lanza por sobre Archie. —Yo-

—Deberías ver la parte trasera, hay un enorme chimenea donde puedes preparar pizzas y una piscina. —Archie continúa, mientras Peter se acerca al refrigerador. —Este es el lugar más genial de todo el mundo.

—Creí que lo era mi torre. —reclama Tony.

—Hombre, no puedes comparar la vibra magnífica de este lugar con tu lúgubre torre. 

— ¡Oye! Me caes mejor dormido. 

— ¡Oye!

Peter deja de escuchar. Se escapa al baño después de confirmar que Pepper tenía razón, el refrigerador está a rebosar de alimentos y hay una cantidad exagerada de frutas en los cestos de abajo. Camina despacio, agotado por el viaje largo y por la preocupación que no le abandona. 

Al regresar a la cocina, Archie y Tony ya preparan simples sándwiches de jamón y queso. Niega divertido y saca la leche. Busca las trozos de chocolate y se apresura en preparar una cálida bebida que retire los restos de frío y traiga un pequeño momento de felicidad. Trabajo que el chocolate hará en el cerebro. 

—Podrías mostrarle el lugar a Tony mientras termino aquí. —le pide a Archie que espera como un impaciente cachorrito. 

Necesita un breve segundo para poder prepararse. Visitaban ese lugar con Morgan una vez al año, hay recuerdos que aparecen como fantasmas en la sala, en el comedor, en la cocina. Sí las montañas hablaran, contarían todos los buenos momentos que almacena aquel bonito lugar. Tiene una extraña sensación, como si Morgan fuera a entrar por la puerta trasera gritando que acaba de ver un alce cerca del jardín. 

Entonces hace lo que ha estado haciendo todo ese tiempo para mantenerse cuerdo, distraerse. Prepara un rollo de tomate y huevos. Agrega largas tiras de prosciutto y bastante queso crema. Lo hace rápido, sin pensar más allá, concentrándose en no quemar los alimentos. 

Archie aparece un par de minutos después, sonríe con todos los dientes cuando nota lo que ha preparado y coloca los platos en la mesa de la cocina rápidamente. —Por Dios, papá. ¿Eres cómo un ángel de la cocina o algo así?

Peter rueda los ojos. Sabe lo zalamero que Archie es. Así que termina de servir el caliente chocolate con leche en las transparentes tazas que trajo Morgan de uno de sus viajes a Colombia. Recuerda esa vez, Morgan le contaba de las paradisíacas playas de aquel lugar...

— ¿Papá? ¿Estás bien? —Archie ha dejado de colocar cubiertos.

Asiente y retoma el trabajo. — ¿Y Tony? 

—Termina de recibir los informes de las Mark's. —Archie voltea a ver a la ventana. —Aseguran que vinieron unos alces a comerse las flores del jardín. 

Peter ríe despacio. Tony aparece por la puerta de atrás, luce serio pero sonríe cuando repara en la mesa. — ¡Sí! ¡Rollito de tomates!

Tony y Archie se dan los cinco antes de tomar lugar. La cena comienza con un suave silencio que comienza a ser interrumpido por las observaciones que Tony da a la construcción. Está encantadísimo con aquel lugar y pregunta en cuánto lo vende. 

—No, no está a la venta. —interrumpe Archie. —Nunca lo estaría, ¡es un pedazo de cielo en la tierra!

—Entonces... ¿no hay problema si te robo los planos? —continúa Tony. Peter niega y termina su cena. No tiene ganas de hablar. 

Archie lo nota y lo manda a descansar, le ha subido su equipaje y se compromete en lavar los platos. Sube despacio, el segundo nivel aguarda con una elegante sala también y el largo pasillo de las habitaciones. La suya es al fondo, la que tiene un ventanal que revela las mágicas montañas. 

La chimenea de ahí está prendida y solo hay un rastro casi efímero de la colonia de afeitar de Morgan. Peter sabe lidiar con la muerte, sabe que la parte más difícil es volver a aquellos lugares que guardan memorias hermosas, porque cuando regresa después de la perdida pareciera que los colores han sido retirados. 

Se hunde en la cama. Ni siquiera se cambia. Son las nueve de la noche de un larguísimo día donde todo se ha acumulado. El bebé se mueve inquieto y Peter cae dormido mientras le murmura que todo estará bien. 

Peter cae en sueños lejanos donde Morgan le sonríe, le abraza y le reafirma que estarán bien, incluso le dice que está bien. Que ya no le busque más. 

Luego aparece Tony Stark, besándole contra un sofá, sujetando su mano mientras llora, estudiándole en silencio. Quedándose de pie, a su costado, con la vista al frente, listo para pelear.   

De noches estrelladas. [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora