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Hace tres años...

Neteyam

Silencio. Es lo único que sentía. Lo único que había. Nada mas. Un infinito silencio. De pronto, como si de un tsunami se tratase, una corriente de dolor me recorre por completo. Empezando por los pies, sube por mis piernas y se extiende por mi pecho, brazos, manos... grito; pero eso solo lo empora todo. Agua. Eso es lo que siento, entrando en mis pulmones y asfixiándome por completo. Con las pocas fuerzas que tengo me impulso hacia arriba y por fin... aire. Respiro profundamente e intento calmar mi respiración, algo viene a mi mente; Tsireya y los demás tratando de enseñarnos a respirar bajo el agua. Ese es solo el primero de muchos de los recuerdos que vienen después; montando en Ilu, hablando con Tuk, la llegada de los Tulkum... Y de pronto, todo es confuso, muy rápido y confuso, pero, aun así recuerdo todo a la perfección. Yo he muerto.

Salgo del trance cuando la corriente del rio me hace chocar contra la orilla rocosa. Miro hacia arriba, es de día pero por alguna razón me es imposible hacerme una idea de donde estoy. Es como si nunca hubiera estado aquí antes, de hecho eso sería lo mas probable. Doy un vistazo rápido; sin duda no tenía ni idea de donde estaba. El río ahora detrás de mi es de agua cristalina, tanto que soy capaz de ver las coloridas piedras que hay en su fondo con total claridad; algunas negras y grises, otras azuladas, y las que mas me llamaron la atención, sin duda, fueron las de color violeta, eran preciosas. Pero eso solo era el principio, estaba en medio de un bosque; claramente no estaba cerca de mi clan, el Omaticaya, la vegetación y los árboles aquí eran mas llamativos, resaltaban los colores violeta, turquesa, distintas variedades de azul y verde, y muchos otros colores más. Las flores y bayas aquí eran distintas, su forma, su color, su tamaño... todas preciosas, y a su vez potencialmente venenosas supuse. Incluso las piedras y rocas eran distintas, de distinta textura, además de contener, algunas de ellas trazas de dorado y plateado.

Me levanté, no muy lejos de donde me encontraba me pareció ver una pequeña cascada, en caso de perdida, sería un buen punto de referencia.

Me doy cuenta de que no soy el único por esta zona, ya que me encuentro con distintos tipos de criaturas, algunas son pequeñas, de llamativos colores y vuelan, otras reptan... Y de pronto me encuentro con la única criatura que si fui capaz de reconocer al instante, por desgracia para mi se trataba de un Thanator. Por un momento pensé que no me había visto, pero la amenazante manera en la que miraba me lo dice todo, mueve su larga cola negra de lado a lado, y no necesito mas señales para saber que es momento de correr.

Corro y no miro hacia atrás, esquivo árboles, salto troncos caídos, corro, vuelvo a esquivar rocas, pero no hay manera. De pronto veo un gran árbol, de grandes y enrevesadas raíces y sin pensarlo dos veces salto y me escondo entre ellas. La criatura no se da por vencida e intenta encontrar un hueco entre las raíces, destroza varias, me echo hacia atrás, cada vez más hasta que mi espalda choca contra el final, contra el gran tronco. Veo que no tengo escapatoria, trato de pensar algo pero es imposible, vaya, ¿quien me diría que moriría dos veces hoy?

Tras dos rápidas oraciones a Eywa asumo mi destino final, y de repente, algo ocurre. Se escucha un sonido, más bien, una especie de llamada, al instante la bestia que tengo en frente, como por arte de magia, me olvida y acude a la llamada. Respiro una vez, dos... ¿Qué acaba de pasar?

Espero durante un rato, y cuando parece que ya no hay peligro salgo de mi escondite. Miro hacia todos los lados, parece estar todo en orden. Llevo mi mirada hacia arriba, el sol se esta poniendo, no falta mucho para que anochezca, por lo que decido darme prisa antes de que eso ocurra. Vuelvo a observar el árbol que aparentemente me a salvado la vida, y decido trepar. Para mi sorpresa en lo alto de este hay una especie de cama o base compuesta de hojas, lianas y flores, parece muy perfecto para ser algo creado por si solo, pero, ¿Qué se yo? Solo Eywa sería capaz de esto.

Finalmente el sueño me puede y termino durmiendo en esa improvisada cama a causa del agotamiento. Cierro los ojos lentamente y me duermo, no sin antes pensar que por alguna extraña razón tengo la inquietante sensación de ser observado, muy de cerca además...

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora