58

860 93 16
                                    

Neteyam

El sonido de la hierba crujir bajo nuestros pies era lo único que se escuchaba, acompañado por supuesto del canto de algunas de las criaturas más pequeñas del bosque.

Llevábamos horas andando entre los colosales arboles, unos que formaban parte del corazón de Pandora; sus raíces, prácticamente visibles debido a su longitud, parecían guiarnos hacia algún lado, en un principio lo tomé como una señal de la gran madre, después... después de tanto tiempo deambulando por el bosque empezaba a dudar de si realmente alguna vez había pisado este lugar, o simplemente lo había soñado, porque a estas alturas me daba incluso la sensación de que no hacíamos más que andar en círculos...

Siento como la mano de Tuk, que lleva todo el camino agarrada a la mía, refuerza su agarre al escuchar el movimiento de unos matorrales agitarse muy cerca de nosotros.

- ¡Ey! - consigo llamar su atención. - Es el viento ¿si? - asiento con mi cabeza esperando parecer convincente. - No hay nada de lo que preocuparse.

Me creyese o no, ella asiente y, sin soltarse de mi agarre, continua con la caminata. Ni si quiera yo estaba seguro de que había sido aquello... pero algo en mi interior me gritaba que el viento no tenía nada que ver en esto.

Miro de reojo a mis compañeros, se que todos ellos están agotados, muy probablemente aterrorizados, pero me impresionaba que pese a todo ello, habían decidido seguir adelante y no darse por vencidos, aun sabiendo que no había necesidad alguna de que ellos me acompañasen...

Ya habían pasado cuatro días desde que dejamos el arrecife atrás. No partimos el mismo día en el que nos dimos cuenta de la desaparición, ya que para cuando ya teníamos la mayoría de la "fuga" organizada, el sol ya había empezado a esconderse dándole paso a la pálida luna.

Abandonamos el clan la madrugada del siguiente día, para cuando los primeros rayos de sol amenazaban con delatarnos nosotros ya habíamos partido a lomos de nuestros Ikran.

Por razones obvias, Lo'ak y Tsireya montaron en el mismo Ikran, el de Lo'ak; Kiri por su parte, se ofreció a llevar a Rotxo en el suyo, cosa a lo que él acepto más que gustoso se podría decir. Por último, fue a Tuk y a mi a quienes nos tocó llevar al skxáwng de Ao'nung junto a nosotros; aunque no puedo quejarme, ya que descubrir el miedo por las alturas que tanto Rotxo como Ao'nung compartían fue algo que nos mantuvo realmente entretenidos durante todo el vuelo.

Cada noche parábamos en los mismos lugares que yo mismo había marcado en el mapa tiempo atrás, para en ellos poder comer, cenar o simplemente estirar un poco las piernas. Todo parecía ir realmente bien, si no teníamos en cuenta el hecho de que probablemente papá y mamá ya habían puesto a todo el clan patas arriba en busca de sus irresponsables e insolentes hijos; pensar en Ronal y mamá furiosas... eso si que conseguía despertarme del sueño en más de una ocasión. Pero todo esto no era más que algo secundario que arreglaríamos con el tiempo, ahora teníamos que centrarnos a lo que habíamos venido: encontrar a Rihia.

Miro una vez más a mis compañeros; no tengo pruebas pero tampoco dudas de que mueren por preguntar cuanto quedaba de camino por llegar al clan en el que suponíamos que Rihia se encontraba. Aun así ninguno de ellos preguntó.

¿Por que? Sí, eso seria lo primero que le preguntaría al verla. ¿Por que irse así, sin avisar, de la noche a la mañana...? ¿Tan urgente era? ¿Tan importante que no pudo avisarnos a nosotros de lo ocurrido?

Entonces detengo mis pasos y puedo sentir como Lo'ak choca contra mi espalda, sorprendido de que hubiera parado en seco.

- ¿Va todo bie... - empieza mientras se masajea la cabeza debido al golpe.

- Shhhh. - digo poniendo mi dedo sobre mis labios.

Entonces todos se quedan en silencio, tratando de descubrir que era a lo que yo le prestaba tanta atención. Mis orejas se movían ansiosas.

- ¿Eso es... - empieza Kiri.

- ¡Agua! - todos me miran, perplejos ante mi entusiasmo. - ¡Agua, sí, es agua!

Entonces sin soltar la mano de Tuk empiezo a correr; corro y corro, sin siquiera darme cuenta de que esta apenas lograba seguirme el ritmo.

Lo veo.

Frente a mi.

Ahí esta.

Suelto con cuidado la mano de Tuk y me acerco al arroyo que fluye ante nosotros. Cuando el agua, cristalina y fresca toca mi piel... infinitos recuerdos vienen a mí.

Espérame Rihia, estoy cerca.

- ¡Bro! ¿Va todo bien? - pregunta Lo'ak que acaba de llegar junto al resto.

- Estamos cerca. - digo sonriendo, algo que hace cuatro días ya que no me permitía hacer.

━━━━━━━━━※━━━━━━━━━

- Asi que aquí es donde os conocisteis... - dice Tsireya mirando asombrada la belleza del lugar.

- Es precioso... - comenta Kiri con la boca muy abierta.

Por mi parte suelto una pequeña risita - Sí, si que lo es. - digo admirando el lugar.

- ¿Os conocisteis aquí? - pregunta Tuk curiosa.

- Sí... y no. - respondo. - Es decir, la primera vez que nos vimos... - me quedo mudo, todo el mundo me escucha ahora con atención. - ¡wow!, cr- creo que nunca antes se lo había contado a nadie...

- ¿A que esperas entonces? - me anima Lo'ak; una sonrisa se forma en su cara, una realmente contagiosa.

- Esta bien... La noche ya había caído, yo que no llevaba mas de dos semanas aquí, en el bosque, decidí que salir a plena luz de luna, solo, a investigar junto al rio, sería una magnifica idea...

Y así, todos sentados en el suelo, con el sonido del agua fluir a nuestras espaldas, me dispuse a contar ese primer encuentro que tuvimos ambos, haciendo especial hincapié en que apenas pude decir una sola frase, ya que en ese primer encuentro ella se encontraba demasiado furiosa por la muerte de los Viperlobos que me habían atacado como para tratar de escucharme...

Al terminar el relato observo el agua del rio, que fluye tranquila, sin preocupaciones... Había tantos recuerdos, tantas anécdotas que contar... Tantos días, tantas noches, tantos entrenamientos, tantas peleas, tantas canciones...

Mi mirada se desvía a un árbol cercano, lo recuerdo a la perfección; unos años atrás, bajo ese mismo árbol, Rihia y yo nos unimos ante la gran madre Eywa... mi mirada que se desliza al rio una vez más, me recuerda que no todas las anécdotas podían ser contadas, por mucho que fueran de mis favoritas.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora