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Rihia

La tarde a transcurrido rápido, ni siquiera me he dado cuenta del hecho de que ya ha anochecido. Vuelvo a la aldea y disfruto del camino como de costumbre. La noche, tiene algo; no sabría decir el que, pero causa algo en mi, como una especie de terapia me relaja y me hace olvidar todos los problemas. La oscuridad es algo que suele dar miedo, al menos aquí, en los bosques de Pandora, porque que tengas la capacidad de poder ver en la oscuridad no se la quita a otros grandes depredadores. Yo nunca he temido a la oscuridad por una simple razón, nunca me sentía a oscuras, y es que es así, las flores, plantas y enredaderas, las piedras y ríos, todos ellos, incluyendo a las criaturas que lo habitaban lo llenaban de luz.

En cuanto llegué a la aldea me di cuenta de que algo no iba bien. Todas rodeaban a Nets'aluma y la escuchaban atentamente, parecía importante ya que todo el mundo guardaba silencio. Me acerqué para poder escuchar lo que decía.

- Un sueño - murmuraban algunas. - No, una profecía. - contestaban otras. Continué caminando hasta que llegué a Nets'aluma, Metya la acompañaba, estaba a su lado, al igual que el resto parecía preocupada pero algo en ella se relajó cuando me encontró con la mirada.

- Una advertencia - sentenció Nets'aluma. - Eywa me ha susurrado. - dijo en voz alta para que se la escuchara a la perfección. - Un hombre, vendrá del norte - hizo una pausa. - Liderará un gran clan que algún día atacará al pueblo Huyuticaya. - otra pausa. - Pronto! - dijo casi gritando. - No tendremos oportunidad contra los suyos, nosotras no podremos ganar esta vez... Una guerrera, Palulukan Makto, llegará del sur y nos ayudará; fuerte, feroz y letal como una flecha derrotara a nuestros enemigos. Ella está cerca, está de camino, puedo sentirla, puedo sentir a Eywa, ¿y sabéis que me dice? - todos comenzaron a murmurar. - Luchad por lo que es vuestro! Preparaos para la llegada de vuestra salvadora! Preparaos para la guerra! - gritó y alzó su arco sobre su cabeza, todas la imitamos y comenzamos gritar; comenzaron, yo no lo hice, yo solo trataba de asimilar lo que acababa de pasar.

Salí de la muchedumbre y me reuní con Ruhna, ambas estábamos impactadas y confundidas. Me subí a su lomo y nos fuimos a dormir. La noche sería agitada sin duda. Yo no entendía nada, es decir, conocía la profecía, Metya me la contó hace unos días, pero no la recordaba así, no recordaba ninguna Palulukan Makto, tampoco el final de esta guerra. Si Nets'aluma estaba en lo cierto, la amenaza estaba cerca, muy cerca de hecho, por lo que mi cabeza no podía hacer otra cosa que pensar en Neteyam, tenía que darme prisa, si mis sospechas eran ciertas el peligro ya había llegado.

Al despertarme la mañana parecía normal, es decir, dentro de lo que cabe. La gente recordaba lo sucedido anoche, la tensión era notable. Decidí ignorar esa sensación y me dispuse a comenzar mi entrenamiento, en este tampoco ocurrió nada fuera de lo común, si acaso fue más corto de lo normal. Metya por su parte no sacó el tema, me comentó lo preocupada que estuvo al ver que en un principio no me encontraba entre la multitud y luego hablamos sobre temas triviales, la caza y la evolución de mis entrenamientos.

Al terminar no me lo pensé dos veces y me dirigí al lugar de siempre. Ahí se encontraba él, cerca de una roca, esperándome supongo. ¿Parecía capaz de liderar un gran clan que exterminará al nuestro? La respuesta nunca llegó. Me abalancé sobre él inmovilizándolo, esto empezaba a ser costumbre.

- Estoy empezando a creer que nunca aprenderás. - dije, divertida. - Dime, ¿tan mala profesora soy?- Él parecía dispuesto a responderme pero no le deje ni empezar. - Déjalo, tu eres el mal aprendiz. - Inmediatamente me levanté y comencé a andar. Él me seguía, lo sabía, no escuchaba sus pasos pero de alguna manera sentía su presencia; luego me di cuenta, no escuchaba sus pasos... bueno, no soy tan mala profesora.

La lección de hoy se iba a basar en el reconocimiento de la zona. Era simple, andaríamos y le enseñaré a reconocer las distintas huellas, olores y sonidos.

- Y dime skxáwng... - empiezo - cuéntame sobre ti, sobre tu clan, ¿como sois?

- A mi me gustaría saber lo mismo sobre ti - me miró con una pequeña sonrisa.

- Bueno... para las Huyuticaya evitar una pregunta haciendo otra se considera una falta de respeto. - dije en tono irónico.

- Los Omaticaya también tienen eso en común. - respondió, a lo que yo rodé los ojos y seguí andando. De pronto se puso a mi lado.

- El clan Omaticaya es grande, si, es bastante grande. - comenzó - Antes lo era incluso más - hizo una pequeña pausa - Antes de la guerra digo. Todos nosotros vivimos en un bosque, no es este pero también es bonito; la vegetación es distinta, algunas criaturas también. - yo escuchaba atentamente cada una de sus palabras.

- ¿La guerra? - pregunto, confundida.

- Si, una gran guerra. Pasó hace mucho tiempo, antes de que yo naciera. - me miró pero su mente no se encontraba aquí, no, estaba absorto en sus recuerdos. - Mi padre, Toruk Makto, lideró no solo a los Omaticaya, sino a varios clanes contra los hombres del cielo. Él los llevó a la victoria. - dijo orgulloso.

- ¿Los hombres del cielo? - pregunté yo, no había oído hablar de ellos. - ¿Son peligrosos? - en ese momento pude percibir cierto brillo en sus ojos, un recuerdo fuerte lo invadía, por un instante me arrepentí de mi pregunta.

- Si, lo son. -dijo, pero no continuó, simplemente me miró en silencio. Era algo de lo que no quería hablar y yo no lo obligaría. El roce de mi mano sobre su hombro lo hizo salir del trance.

- Neteyam - dije y sus orejas se movieron al escuchar su nombre, creo que es la primera vez que lo digo, de hecho. - Quiero que te des la vuelta lentamente y te quedes a mi lado, ¿si? - sus pupilas se dilatan y me mira fijamente pero lo hace, se da la vuelta y se queda junto a mi.

Frente a nosotros una criatura de unos dos metros de altura y cinco de longitud nos observaba fijamente. Su pelaje azulado y la forma en flecha de su cola eran suficientes para saber de que criatura se trataba, un Slinth. Uno de los depredadores más rápidos de Pandora se encontraba a pocos metros de distancia. Por lo que deducía Neteyam no los conocía, ya que como cualquiera que viese un Slinth por primera vez no pudo no fijarse en su característica cabeza. Estaba cubierta por cuatro placas duras que al abrirlas dejaban a la vista sus dos letales colmillos.

- Es un Slinth - empecé a explicarle. - Sus dos colmillos tienen la única función de inyectar una poderosa neurotoxina en su presa antes de comérsela viva, a si que bajo ningún concepto dejes que te toque con ellos. - continué en un tono calmado para no alterar a la criatura.

- ¿Huimos o atacamos? - preguntó tragando saliva.

- Ninguna de ellas - respondí - He aquí la segunda lección del día - dije acercándome lentamente a nuestro invitado.

- Creo que una es suficiente - dijo aun sin moverse de su sitio. Pero no me importó yo ya estaba lo había decidido. Dejo mis flechas en el suelo dejando el arco vacío y me acerco cada vez más.

- Hola pequeño - susurro - ¿Qué te trae por aquí? - al instante la criatura me bufa y enseña sus colmillos amenazante. No se lo piensa mucho y como era de esperar se abalanza sobre mi. Lo esquivo y salto sobre su espalda, trata de tirarme pero usando el arco consigo hacerle abrir la boca y obstaculizarla para que no me pudiera morder. - Skxáwng! - digo - Ven, acércate! - dudándolo un poco se acerca. - Por muy letal que sea su toxina, las Huyuticaya hemos perfeccionado una formula no dañina para extraer su veneno y usarlo con fines medicinales. - le explico, y tras extraer algo de toxina liberamos a la criatura y nos disponemos a volver antes de que anochezca.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora