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Neteyam

Amanece en Pandora, y como de costumbre, gracias a los cantos de las distintas criaturas me despierto. Por un momento, incluso había olvidado todo lo sucedido anoche, pero un ligero peso en el abdomen me trae de vuelta a la realidad. Ella sigue dormida, me permito observarla durante unos instantes. Sus largas pestañas que antes estaban empapadas por sus lagrimas ahora se movían debido la pequeña y cálida brisa que nos rodeaba, aun estando dormida, su cola se movía de vez en cuando de forma calmada al igual que sus puntiagudas orejas muy sensibles a cualquier ruido externo.

Mi mirada se aleja de ella para ir a parar a un apetitoso ramo de bayas que consigo vislumbrar desde lo alto del árbol, y con mucha delicadeza y cuidando para que no despertara, trato de incorporarme e ir en busca de ellas para poder dárselas al despertar. Estaba seguro que tras una noche como la de ayer comer algo sería más que reconfortante.

Pero las cosas no siempre salen bien ya que en cuanto hago apenas un ligero movimiento ella abre sus ojos lentamente.

- ¿Neteyam? - pregunta ella medio dormida. Es algo que me asombra ya que nunca suele llamarme por mi nombre.

- ¿Si? - tras una pequeña pausa continuo. - ¿Qué tal te encuentras? - ella no responde pero se aferra más a mi.

- No te vayas. - dijo volviendo a cerrar los ojos. - No me dejes tu también. - dijo casi en un susurro.

Lo último que dijo me preocupó bastante, ya que me permitía hacerme una idea de lo ocurrido, acaricié su pelo tratando de reconfortarla y ella se acomodó entre mis brazos.

No lo iba a negar, tenerla tan cerca me ponía nervioso, muy nervioso de hecho, y era algo que me frustraba a diario, no entenderlo, no saber por que razón mi corazón se ponía a mil cuando la tenía tan cerca.

- Es hora de desayunar, ¿no crees? - insistí. Ella negó con la cabeza. Viendo que esto no iba llegar a ningún lado decidí levantarme.

- ¡Skxáwng! - se quejaba aferrándose a mi brazo. Pero finalmente lo conseguí, me levanté y no solo eso, conseguí que ella también me acompañara.

Nos encontrábamos junto a un riachuelo limpiando las bayas que luego nos comeríamos. Yo empecé a comer, estaban deliciosas, creo que sin duda estas dulces bayas serian una de las cosas que más echaría de menos cuando me fuera, porque iba a volver a mi hogar ¿verdad?

De pronto me percaté de que ella no había dado ni siquiera un solo bocado a ninguna de las bayas.

- ¿Quieres hablar? - repetí la pregunta de anoche. Esta vez no me miró a los ojos, pero habló.

- Ayer, cuando llegué a la aldea, todo el mundo lloraba. - una pausa, pude sentir como su voz se quebraba. - Metya estaba... - pero no pudo terminar la frase, lagrimas rodaban de sus ojos y su voz la abandonó.

- Lo siento mucho - dije al comprender lo ocurrido mientras la abrazaba. - Lo siento mucho. - repetí en un susurro.

Y así permanecimos durante unos instantes, no podría decir si fueron segundos, minutos, u horas... hasta que finalmente dejó de llorar. Me costó lo suyo convencerla de que comiese algo, pero finalmente lo conseguí, ambos nos sentamos en la sombra de un gran árbol, y mientras le contaba historias para distraerla conseguía darle alguna que otra baya. Tras conseguir darle la última de las bayas apoyé mi espalda sobre el tronco a mis espaldas, ella imitó mi acción recostándose en mi.

- Esta noche es la ceremonia. - soltó y pude sentir como su cuerpo se ponía rígido ante la idea.

La volví a abrazar, si de algo me había dado cuenta es que por muy extraño que pareciese, el contacto físico la tranquilizaba bastante, y como había deducido poco a poco se fue relajando.

Tanhì Taw ( Neteyam Sully )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora